Sé feliz en siete pasos

Sé feliz en siete pasos

Un estudio del Journal of Consumer Psychology asegura que el 57% de las personas consultadas afirmaba haber sido más feliz con experiencias que con bienes materiales. Las vivencias generan una huella en nuestra memoria, por lo que cada vez que las recordemos podemos disfrutar de lo felices que fuimos.

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Foto: ISTOCK

La felicidad es una condición humana de satisfacción y alegría. Los psicólogos definimos la felicidad como una medida de bienestar subjetivo (percibido por el propio individuo) que influye en la actitud y el comportamiento. Las personas con un alto grado de felicidad muestran una predisposición positiva, al mismo tiempo que se sienten motivadas para conquistar nuevas metas.

A diferencia de otros hechos relacionados con el bienestar, estar o ser feliz se considera un estado íntimo y propio del individuo.

Tener más dinero no da la felicidad, pero reduce la tristeza

Tener un coche lujoso o alojarse en uno de los hoteles más caros del mundo es con frecuencia un símil de la felicidad. Todavía se piensa que los millonarios son las personas más felices. Sin embargo, un estudio realizado por The University of British Columbia ha roto finalmente este mito, al afirmar que el dinero no da la felicidad, tan solo ayuda -a nivel psicológico- a sentirse menos desgraciado en el día a día.

Muchas investigaciones ya han explorado la relación entre los ingresos económicos y la felicidad, pero ninguna hasta ahora se había fijado en el binomio ingresos-tristeza. La tristeza y la felicidad son estados emocionales distintos, más que opuestos. Sin embargo, una investigación publicada en la popular revista Social Psychological and Personality Science concluye con la posibilidad de que la riqueza tenga un mayor impacto en la tristeza que en la felicidad. Esto significa que contar con unos mayores ingresos ayuda a experimentar menos tristeza, no necesariamente a ser más felices.

Estos resultados inciden en que el dinero es una herramienta más eficaz reduciendo la tristeza que incrementando la felicidad. Esta teoría coincide con las conclusiones halladas por Elizabeth Dunn, profesora de Psicología en la Universidad de British Columbia, quien, tras varios experimentos, llegó a la conclusión de que aquello que de verdad nos hace felices es usar el dinero para hacer un regalo a otra persona.

Hablar sobre una experiencia negativa no ayuda a mejorar; pero escribirla sí

Más que narrarlo verbalmente, el simple hecho de coger papel y bolígrafo, o un teclado, y expresar los sentimientos en palabras es para muchos un alivio emocional, sobre todo cuando se han vivido episodios traumáticos. La escritura sirve, en ciertos momentos de la vida, como terapia. Pero esto no es nuevo. En las últimas décadas, numerosos estudios lo demuestran. Por ello, los psicólogos incorporamos la escritura expresiva como un método de regulación emocional de nuestros pacientes.

Incluso, una investigación reciente de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda) ha constatado que escribir acelera la cicatrización de las heridas físicas. Elizabeth Broadbent, psicóloga que ha dirigido el estudio Escritura expresiva y curación de heridas en personas mayores, publicado en Psychosomatic Medicine, afirma que la escritura es curativa cuando versa sobre hechos tristes, es decir, los sentimientos más profundos de la persona. El informe dice que "el estrés y la depresión están relacionados con una curación de las heridas más lenta", y añade que "hasta ahora solo se había investigado cómo se puede reducir ese estrés en personas mayores con ejercicio físico". De manera que si los achaques de la edad a veces dificultan el proceso curativo, "una alternativa factible sería la escritura expresiva, ya que es breve, fácil de administrar y barata", subrayan los autores. "Creemos que puede ser útil, pero para su aplicación necesitamos probar la escritura expresiva en otro tipo de heridas", asegura Broadbent.

La felicidad no reside en los bienes materiales, sino todo lo contrario: la clave está en los recuerdos almacenados, al menos a largo plazo.

Sin embargo, "escribir de una manera rutinaria es menos beneficioso", afirma el profesor de Psicología de la Universidad de Texas James W. Pennebaker, pues considera que es mejor hacerlo cuando uno se siente mal o hay algo que sanar. Así que cuando queremos librarnos de ello, en pleno duelo emocional, conviene escribir preferiblemente para uno mismo sobre "cualquier asunto importante de nuestra vida personal".

Con más de 30 años de experiencia clínica, este profesor experimenta con la escritura como herramienta terapéutica para superar traumas, como por ejemplo el atentado del 11 de marzo de 2004 en Atocha (Madrid). En aquel estudio, publicado junto a Itziar Fernández, profesora en la UNED, y Darío Páez, de la Universidad del País Vasco, en International Journal of Clinical and Health Psychology en 2009, concluyeron que "la confrontación de hechos traumáticos, mediante expresión tanto verbal como escrita, tiene efectos positivos sustanciales en personas con dificultades para verbalizar sus emociones".

Consejos para la escritura terapéutica del profesor Pennebaker:

  1. Busca un momento y lugar en el que no vayas a ser molestado.
  2. Escribe de forma continua durante al menos veinte minutos.
  3. No te preocupes por la ortografía o la gramática, no importa. Recuerda que lo que escribas es solo para ti.
  4. Escribe sobre algo muy personal e importante. Este es el momento para ello. No te quedes en la superficie, sé completamente sincero.
  5. Trata solo de acontecimientos que realmente puedas afrontar ahora.

Enumerar cosas por las que estás agradecido mejora la salud y la felicidad

Esto es más sencillo: antes de acostarte, haz una pequeña lista con todo lo que has disfrutado durante el día. Son las pequeñas cosas que te han ocurrido en tu trabajo, con tu pareja, con tus hijos, amigos, familia, el paseo al volver a casa... Y valora tu capacidad para regular tus emociones; haberte enfrentado a una situación con éxito; abordar algo que llevabas tiempo sin hacer; acabar un informe; sentarte en un banco dándote el sol en la cara; una buena película; ese sueño de diez minutos tan reparador después de comer... Lo que te haga sentir mínimamente bien. Anótalo todo. Apenas te llevará unos minutos y te sentirás a gusto, con la sensación de que el día ha valido la pena. Sin duda, te meterás en la cama satisfecho y sereno.

Además, proponerse escribir el diario por la noche hará que durante el día estés más atento, buscando pequeños placeres para poder registrarlos más tarde. De este modo, tu cerebro se irá orientando hacia las cosas buenas y a los detalles agradables, convirtiéndote así en un detector de momentos felices. Si buscas lo positivo, no prestarás tanta atención a lo negativo.

Para llevar una rutina semanal puedes escribir de lunes a viernes: lunes (cosas por las que dar gracias), martes (las experiencias más maravillosas que tuve), miércoles (imagina una vida buena en el futuro), jueves (piensa en alguien importante para ti), viernes (piensa en tres cosas que han ido bien en la última semana).

Comprar experiencias (vacaciones, cursos, etc.) da más felicidad que comprar cosas

Un estudio del Journal of Consumer Psychology asegura que el 57% de las personas consultadas afirmaba haber sido más feliz con experiencias que con bienes materiales. Las vivencias generan una huella en nuestra memoria, por lo que cada vez que las recordemos podemos disfrutar de lo felices que fuimos.

Está más que comprobado que es mejor dar que recibir, y para ello basta con unos pocos euros o incluso actos de generosidad sin coste alguno.

La felicidad no reside en los bienes materiales, sino todo lo contrario: la clave está en los recuerdos almacenados, al menos a largo plazo. Es la conclusión de un estudio de la Universidad Estatal de San Francisco. Thomas Gilovich, responsable de la investigación y profesor de Psicología, afirma que "somos la suma total de nuestras experiencias", y que "nuestras mayores inversiones deberían dedicarse a crear recuerdos en base a vivencias personales", como los que se generan viajando o conociendo a gente. El investigador compara la gratificación de viajar con la de comprar cosas: "Las cosas nuevas son emocionantes al principio, pero luego nos adaptamos a ellas". No es una batalla contra el consumo: "Se pueden recompensar dos semanas difíciles con un traje nuevo y una noche de fiesta, pero nuestras mayores inversiones deben ir hacia experiencias que creen recuerdos para toda la vida".

Ser generoso

Está más que comprobado que es mejor dar que recibir, y para ello basta con unos pocos euros o incluso actos de generosidad sin coste alguno. Gastar en los demás da más felicidad que gastar en uno mismo. Algunos investigadores ofrecieron dinero a estudiantes de la University of British Columbia y les dijeron que podían gastarlo en ellos o en otras personas. Al final del día, aquellos que lo gastaron en los demás se sentían mejor que quienes lo gastaron en ellos mismos. Estamos cada vez más convencidos que el altruismo no es un lujo; no es un mero sentimiento noble que aplicamos solo cuando las cosas van bien. Es más, se ha vuelto una necesidad. La cooperación debe primar por encima de la competencia. Las personas altruistas deben trabajar juntas, y entonces tendrán ventaja sobre la gente egoísta, que sólo reclama. No en vano, la falta de generosidad está directamente relacionada con la baja autoestima, que a su vez provoca tendencias materialistas.

Sonreír ayuda a sentirse feliz

El profesor de Psicología Richard Wiseman, en su libro 59 segundos, ofrece "técnicas escondidas en publicaciones académicas que tienen apoyo empírico, y son rápidas de llevar a cabo". Por ejemplo: sonreír habitualmente (manteniendo la expresión 15-30 segundos), sentarse recto, actuar como una persona feliz... En la vida cotidiana, cuando nos sentimos felices, sonreímos; pero lo opuesto también es cierto, y hay muchos estudios que lo demuestran. Cuando te obligas a sonreír, inmediatamente te sientes más feliz. Eso sí, hay que conservar la sonrisa durante unos segundos, mantenerla ahí, y hay muchas maneras de hacerlo: puedes forzar los labios hacia arriba, caminar de forma relajada, ser más expresivo al hablar, asentir más durante las conversaciones; llevar ropa más colorida, usar palabras con una mayor carga positiva, usar menos la primera persona del singular (yo, mí, me, conmigo), hablar con más entusiasmo y estrechar la mano con firmeza.

Pasar más tiempo con los demás (familia, amigos, compañeros)

Esta demostrado que no haber pasado suficiente tiempo con los amigos y la familia es uno de los principales arrepentimientos que lamentan las personas antes de morir. Interactuar con aquellos que nos aprecian y a los que apreciamos revierte positivamente en nuestro estado de ánimo. Daniel Gilbert, profesor de Psicología de Harvard, así lo confirma: "Somos felices cuando tenemos familia y somos felices cuando tenemos amigos, y casi todas las otras cosas que creemos que nos hacen felices son, en realidad, vías para tener más amigos y más familia".

Un estudio realizado por Howard S. Friedman y Leslie R. Martin, detallado en su libro The Longevity Project, manifiesta que las relaciones con los demás son fundamentales para tener una vida larga y feliz: "El beneficio más claro de las relaciones sociales viene de ayudar a los demás. Aquellos que atendían a sus amigos y vecinos, aconsejando y cuidando de los demás, tendían a vivir más que el resto". Al relacionarse, hay más probabilidades de salir a la calle con mayor frecuencia. Shawn Achor, profesor en la Universidad de Harvard, donde imparte clase sobre Psicología Positiva, recomienda pasar tiempo al aire libre para aumentar la alegría y el buen humor: "Reservar tiempo para salir al exterior cuando hace buen día proporciona grandes ventajas; un estudio reveló que pasar veinte minutos en la calle cuando hace buen tiempo no sólo propicia el buen humor, sino que desencadena la reflexión y mejora la memoria". Así que, aunque sea simplemente para dar un paseo, reserva unos minutos al día para que te dé el aire.

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