30 vidas entre rejas por la (in)justicia rusa
No hay motivos para dejarles en prisión preventiva. No hay riesgo de fuga. En Greenpeace siempre afrontamos las consecuencias legales. Tampoco hay riesgo de destrucción de pruebas. La justicia rusa sigue sin entender que los cargos de piratería ya son lo suficientemente desproporcionados.
El pasado sábado, miles de personas pidieron, en 220 ciudades de todo el mundo, la libertad de los 30 miembros de Greenpeace que permanecen detenidos en la prisión de Murmansk (Rusia) tras hacer una acción de protesta pacífica en el Ártico. Fue un buen momento para recuperar la esperanza. Sobre todo cuando el equipo que trabajaba sin descanso en Murmansk nos avisó de que se adelantaban al martes 8 de octubre las vistas orales de los detenidos. El Tribunal podía concederles la libertad condicional.
Pero el martes ha llegado y la esperanza de que puedan salir de la cárcel se ha desvanecido. A la primera activista en pasar hoy por los tribunales, Ekaterina, médica del barco, se le ha denegado la libertad bajo fianza y seguirá en la cárcel hasta el 24 de noviembre. Y de confirmarse el cargo desproporcionado del que se le acusa, "piratería", podría pasar entre 5 y 15 años en una prisión rusa. Y el mismo camino parece que van a seguir sus compañeros, desde el capitán hasta los marineros, pasando por el fotógrafo y cámara que trabajaban a bordo en el momento de la detención. Tienen nombres, nacionalidades, familias y vidas que están ahora paradas y entre rejas: Anthony, Alexandra, Alexandre, Ana Paula, Andrey, Anne Mie, Camila, Colin, Cristian, David, Dima, Ekaterina, Faiza, Denis, Francesco, Frank, Gizhem, Iain, Jonathan, Kieron, Mannes, Marco, Hernán, Paul, Peter, Philip, Roman, Sini. Ruslan y Tomasz.
No hay motivos para dejarles en prisión preventiva. No hay riesgo de fuga. En Greenpeace siempre afrontamos las consecuencias legales. Tampoco hay riesgo de destrucción de pruebas. Estos son los argumentos a los que se aferran para dejarles en prisión. La justicia rusa sigue sin entender que los cargos de piratería ya son lo suficientemente desproporcionados como para, además, dejarles dos meses en prisión preventiva.
Este lunes hemos anunciado que vamos a presentar quejas por la violación de los derechos de los 30 detenidos. Así relataba las condiciones de los 30 detenidos su abogado Sergei Golubok: "En algunas celdas hace mucho frío y hay cámaras de vídeo grabando todo el día. No todos los detenidos tienen suficiente acceso a agua potable".
Nuestro arcoiris identificativo luce menos hoy, pero sigue firme nuestra frase preferida: "No se puede hundir un arcoiris". Encajaremos la injusta noticia y seguiremos luchando hasta que el último de nuestros 30 amigos salgan de la cárcel de Murmansk.
- Información actualizada sobre la situación de los 30 activistas de Greenpeace encarcelados.