Ni machista ni ¿feminista?
Peligroso. Injusto. Tanto que hasta duele. Que sean justamente las mujeres las que renieguen de esta madre coraje que es el feminismo. Esta madre que nos ha adoptado a todas, nos ha lavado la cara y nos ha mandado a estudiar, a formarnos. Que nos ha dado herramientas, nos ha enseñado a decir que no. Que somos iguales.
¿Quién quiere ser feminista? Horror. Es tan malo como ser lesbiana. Las feministas son feas, raras, resentidas, se quejan por todo y odian a los hombres. No, gracias. Es demasiado antiestético.
Y si a alguien le queda alguna duda, por esto de la deuda histórica hacia aquellas que han dado su vida para que consigamos derechos, no tiene más que leer las declaraciones de algunas mujeres hermosas, exitosas, famosas y millonarias. Como la cantante y ex primera dama francesa, Carla Bruni, quien aseguró a Vogue que en su generación no hay necesidad de ser feminista, que ella es burguesa, que le gusta la vida en familia y adora tener un marido. Como si fueran mundos opuestos.
A finales de noviembre, cuando Katy Perry recogió el premio Mujer del Año que le entregó la revista Billboard, no encontró nada mejor que decir: "No soy feminista, pero creo en la fuerza de las mujeres". Lady Gaga es otra cantante que dice no considerarse feminista, y su razón es que adora a los hombres y la cultura masculina de cerveza, bares y coches.
A favor de la mujer pero desmarcándose del feminismo se encuentran otras como Demi Moore, Taylor Swift, Maribel Verdú y Juliette Binoche, quien asegura que el debate es aburrido y es una forma estereotipada de pensar.
Peligroso. Injusto. Tanto que hasta duele. Que sean justamente las mujeres las que renieguen de esta madre coraje que es el feminismo, de esta señora de piel gruesa con dolores en la cadera de tanto andar, y que sigue caminando. Esta madre que nos ha adoptado a todas, sin distinción, que nos ha lavado la cara y nos ha mandado a estudiar, a formarnos. Que nos ha dado herramientas, nos ha enseñado a decir que no, y nos ha susurrado con firmeza al oído que podemos hacerlo todo. Que somos iguales. Cría cuervos.
Peligroso. Injusto. La facilidad con la que muchas mujeres lesbianas y heterosexuales afirman en la actualidad que no son machistas, faltaría más, pero que tampoco son feministas, como si se tratara de la misma ideología vestida con diferentes ropas. Como si se tratara de un pensamiento intolerante que por un lado lleva pantalón y por el otro vestido.
El machismo es una lacra social que el diccionario de la Real Académica define como "Actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres". El feminismo es el "movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres". Igualdad, no superioridad. Tampoco prepotencia.
Hoy no declararse feminista es una irresponsabilidad con el entorno, con nuestro pasado, nuestras oportunidades y, sobre todo, una irresponsabilidad con nosotras mismas.
El que hombres y mujeres tengamos las mismas oportunidades de acceder al Iphone 5 y elegir representantes NO ES IGUALDAD REAL. Vivimos en una sociedad donde las acciones de violencia a la mujer tienen distintos tamaños y se manifiesta desde focos dispares y múltiples. Una sociedad donde un sacerdote puede publicar que la violencia machista es culpa de las mujeres, que cada día están más arrogantes y autosuficientes; donde sólo gracias a la presión internacional cuatro países accedieron a enviar representantes femeninas a los Juegos Olímpicos 2012. Donde en muchos casos los hombres ganan más que las mujeres por realizar los mismos trabajos, donde dos tercios de la población analfabeta es femenina, donde el 90% de las fuentes y expertos citados en los medios de comunicación son hombres, donde millones de mujeres son vendidas, violadas, quemadas, explotadas y asesinadas cada año.
Pero no, ¿quién quiere ser feminista? Es más fácil caminar por inercia que reconocer el poder, el amor y la fuerza de esa madre que nos ha dado todo para que yo pueda estar escribiendo esto. Y tú puedas estar leyendo.