La otra opción, o cuando la vida te enseña que hay que aprovecharla
A mí, el cáncer de mama me dejó estar al margen, me sacó de la rutina en la que todos estamos sin parar de quejarnos..., y me permitió respirar, observar, oír a mi cuerpo, pararme a ver las cosas lentamente..., sentirlo todo mucho más. Y viendo los toros desde la barrera aprendí mucho. Muchísimo.
El lunes fue el Día Mundial contra el Cáncer de Mama, y ya no os contaré cómo fue la vida mientras tanto, como hice el año pasado, sino que os hablaré de la vida después del cáncer, y en este punto os contaré cómo siempre tengo presente la otra opción.
He vuelto, como canta El Barrio en su último disco.... El cáncer ha desaparecido y me han dado una segunda oportunidad. De nuevo trabajo tras dos años de baja, mi aspecto con ropa no hace a nadie imaginar por lo que he pasado, vuelvo a luchar por cumplir mi sueño de ser madre..., ya no me preguntan cada día cómo estoy, ni me traen comida y flores a casa, ni tengo gente siempre alrededor. He vuelto a esa pequeña selva que considero que es nuestra vida.
Y cuando me enfrento de nuevo a la vida me doy cuenta de que soy más vulnerable que antes..., y de entrada me veo más pequeñita..., pero luego me acuerdo de los talentos, como en aquella parábola de la Biblia...de los dos años que me han regalado para ser diferente, para ver la vida desde el otro lado, para pensar siempre en la otra opción.
Durante el tiempo de mi tratamiento no entendía cómo alguien delante de mí podía quejarse del trabajo. Yo pensaba "tienes trabajo", y siempre quería hablarles de la otra opción, la opción de no tenerlo, de estar en un hospital o simplemente en paro.... O cuando alguien se quejaba de los quehaceres de su casa, de sus niños. La vida me ha permitido sentir que todo eso se valora el día que te dicen la palabra que nadie quiere escuchar, "cáncer", ahí todo cambia de color.
Desgraciadamente, deberíamos aprender estas lecciones sin pasar por una experiencia así. Sin embargo, estamos hartos de ver testimonios de personas que disfrutan de la vida en sus seis últimos meses de vida, o despedidas de esas que te dicen agárrate a la vida, que es muy corta ,y eso de que se vive una vez.
A mí, el cáncer de mama me dejó estar al margen, me sacó de la rutina en la que todos estamos sin parar de quejarnos..., y me permitió respirar, observar, oír a mi cuerpo, pararme a ver las cosas lentamente..., sentirlo todo mucho más. Y viendo los toros desde la barrera aprendí mucho. Muchísimo. Aprendí a diferenciar las cosas, aprendí a esperar, uff cuánto cuesta esperar y disfrutar de esa espera..., aprendí que todos tenemos nuestra pequeña guerra y vivimos en nuestra propia selva, y por eso actuamos de una determinada manera.
Aprendí que ser no es lo mismo que estar.Yo estaba malita, calva, gorda, perdí mis pechos, pero eso no es lo que yo soy. Y eso trato de aplicarlo a la vida y a los demás, como se está en un momento determinado no es como uno es de verdad. Hay que relativizar. Todo depende del momento que estemos viviendo, de eso dependerá cómo actuaremos y cómo lo interpretaremos todo.
Ahora tengo material para luchar en mi selva. Ahora tengo la posibilidad de acordarme de que podría estar enchufada a la quimio, o metida en alguna máquina del hospital, ¡que es peor! Y pienso que yo soñaba con este momento. Que cada persona que estaba en una terrible reunión del trabajo, o discutiendo con su hijo, o en un atasco en su coche con su música favorita puesta, para mí era un gran afortunado. Y yo solo quería tener eso: ser parte de la vida que por un momento sentí que se me escapaba de las manos.
Hoy, a pesar de llevar unos meses recuperada y sin tratamiento, trabajando y tras haber terminado con las operaciones de reconstrucción, siento que aún me estoy levantando.... La vida me dio un empujón y estaba en el suelo..., pero ya poco a poco empiezo a estar en pie. Y tengo la suerte de ver las cosas diferentes.
Tendemos a pensar que nos merecemos más, que nos tiene que ir mejor, pero no nos paramos a pensar en que todo puede ser peor..., y esto no es conformismo, es ver la vida un poco desde arriba, salir de nuestra rutina, de nuestro minimundo y sacar la cabeza y respirar y desde arriba ver las cosas desde el agradecimiento de poder estar aquí, porque estando aquí puedes disfrutar de todo lo que tienes, y también tienes la libertad para cambiar tu vida si no te gusta.
Estos días he celebrado el tercer Día Mundial del Cáncer de Mama como paciente, porque como nos contó la semana pasada en una charla la doctora Ana Casas, siempre seremos pacientes, porque el cáncer no podemos decir que se cura, el cáncer se controla, y aunque oír eso me resultó muy duro, le he sacado lo bueno y me ha servido para valorar más aún el tiempo que en mi vida lo tengamos controlado, ¡que estoy segura que será los próximos 50 años! Jajajaja.
Hay que celebrar la vida, desde la suerte de poder enfrentarnos a nuestra selva diaria, y teniendo a la vista siempre la otra opción, la de no estar aquí, la de no tener nada de esto. ¡Feliz día a tod@s!