Llevo cinco meses con los hierros y no os podéis imaginar las ganas que tengo de que me los quiten. Además, me han dicho que la intervención no duele nada. El mes de junio lo seguiré pasando en silla de ruedas para que se forme bien el hueso, y en julio y agosto podré comenzar a caminar con ayuda de las muletas. No sé si va a ser fácil o difícil, pero sé que me va a dar un gustazo increíble.
Me dolerá menos al caminar, cambiaré mis hábitos, ya no tendrán que hacerme las curas diarias, tendré menos miedo a caerme y más confianza en mí mismo.
Ahora os voy a explicar como es mi día desde que me levanto hasta que me acuesto.
Empezamos el día ¡a las 6,45! porque estoy en 1º de la ESO y las clases son a las 8. Nos despertamos, me levantan de la cama a la silla y me visten para ir al colegio. Después desayunamos como cualquier niño y mi padre nos lleva a Mar y a mí en su furgoneta, que está adaptada. Si no, pedimos un taxi, también adaptado para que entre la silla de ruedas. Cuando llego al colegio, me suelo encontrar con mis amigos, que me ayudan a cargar la mochila y empujan la silla. Al colegio voy casi todas las horas, pero decidimos que las de la tarde me las saltaría porque andaba muy cansado, así que salgo a la una. Al llegar a casa como y me voy directo a una siesta. Dormir con hierros es difícil y no siempre descanso del tirón. Así, a las cuatro, cuando viene mi profe de apoyo, estoy más fresco (los estudios me están costando...). Los lunes, miércoles y viernes viene David, el fisio ―el que sale en los videos― y hacemos una hora de ejercicios. A veces me duele cuando me toca las piernas, pero eso suele ser cuando tengo las heridas infectadas. Viene también un ATS, Sergio, para curarme las heridas. ¡Las tardes acaban siendo intensas! Después ya viene la cena, veo algo la tele y me llevan a la cama. Me gustaría tener algo más de tiempo de juegos, pero pronto llegará.
Lucas