Los vecinos españoles tienen una playa que cuando baja la marea se pone a 40 grados y casi nadie la conoce
Las aguas de sus manantiales ya eran conocidos en el siglo XVIII.
Portugal esconde playas paradisiacas, muchas de ellas desconocidas para los españoles. Más allá de la zona más turística del Algarve, los más de 830 kilómetros de costa del país vecino, esconden inmensos arenales, impresionantes acantilados e incluso playas con aguas termales.
Buen ejemplo de ello es la playa de Ponta da Ferraira, en la isla de São Miguel en el archipiélago de las Azores, cuyas aguas pueden superar los 40ºC. Estas piscinas termales naturales están integradas en el Monumento Natural Regional de Pico das Camarinhas y Ponta da Ferraria por lo que su enclave lo hace también un lugar excepcional.
"El pseudocráter de Ferraria se formó hace mucho tiempo cuando la lava caliente fluyó sobre el mar, provocando explosiones de vapor. Este fenómeno vulcanológico entre la existencia de dos fuentes termales es el motor de la temperatura del océano", señalan en la web turística de Azores, Futurismo.
El agua del manantial llega a salir a unos 61ºC y al desembocar en el Atlántico, a unos 20ºC, alcanza una temperatura de 40ºC de media Además, las playas cercanas a los baños termales se mezclan y alcanzan entre los 20ºC y 25ºC.
Aunque para muchos sean desconocidos, los baños de Ferraria datan de mediados del siglo XX, pero las cualidades de sus aguas ya fueron mencionadas cuatro siglos antes por Gaspar Frutuoso en la obra Saudades da Terra.
Para llegar a la isla de São Miguel desde España, las únicas opciones son vuelos desde Madrid o Barcelona con escala en Lisboa u Oporto o bien, si se desea ir en coche o tren a alguna de estas capitales portuguesas que cuentan con vuelos regulares al archipiélago.