Los desconocidos fiordos noruegos de España
Un destino desconocido fuera del turismo de masas.
En el corazón de España se esconde un tesoro natural prácticamente desconocido para el mundo: los fiordos leoneses, un espectacular paisaje que parecen haber transportado desde la lejana Noruega. Este asombroso enclave se encuentra en la provincia de León, en el Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre, en la vertiente sur de la Cordillera Cantábrica.
A diferencia de los fiordos escandinavos, los leoneses no gozan de la fama mundial que merecen. A pesar de su belleza, este paisaje son prácticamente desconocidos fuera de la localidad de Riaño, donde se ubican, lo que los convierte en un destino fuera de las garras del turismo de masas.
Lo que hace aún más especial a este lugar es el hecho de que detrás de su apariencia natural se esconde la mano del hombre, aunque solo un poco. En 1987, se llevó a cabo la construcción del gran embalse de Riaño, lo que resultó en la desaparición de ocho pueblos: Salio, Pedrosa del Rey, Anciles, la Puerta, Huelde, Éscaro, Burón y una parte de Vegacerneja. El ambicioso proyecto, polémico en su momento, también se llevó por delante construcciones como el puente romano de Valdearaña y el puente medieval de Pedrosa del Rey, del siglo XVI.
La experiencia de adentrarse en los fiordos leoneses es inolvidable, según el portal de viajes Uppers. Una de las actividades más atractivas que se puede realizar es un crucero o paseo en barco por la zona, donde se pueden disfrutar de hermosas panorámicas mientras se descubre la historia que rodea a este enclave singular.
Además de la navegación, también se pueden descubrir los hórreos, construcciones típicas de otras regiones de España como Galicia y Asturias que se usan para guardar el grano lejos de los rodeores y que son parte del patrimonio histórico de los fiordos leoneses, con más de 140 documentados y que resisten el paso del tiempo.
La zona también alberga un museo etnográfico y la ermita de Nuestra Señora del Rosario, un antiguo templo románico de gran interés artístico que fue cuidadosamente trasladado desde su ubicación original hasta Riaño para preservar este valioso legado. El Silencio de las Campanas, un emotivo monumento que rinde homenaje a las iglesias de los pueblos desaparecidos en el valle debido a la construcción del embalse, es un lugar que invita a conectar con la memoria colectiva de un pueblo que sacrificó parte de su territorio.