El pueblo huraño donde sus 200 habitantes viven en el mismo edificio y nadie quiere salir
En su interior tienen una oficina de correos, una tienda de comestibles y hasta un videoclub.
Conviviendo con las bajas temperaturas, las aguas gélidas, la nieve, el hielo y apiñados en el mismo edificio. Así es cómo viven los vecinos de Whittier, un pueblo localizado en el sur de Alaska. Aunque el inmueble en cuestión no tiene pocas dimensiones: está compuesto por tres módulos de 14 plantas de alto.
En él viven alrededor de 220 habitantes, según El Confidencial, y en su interior, los vecinos tienen "todo" lo que precisan. Así lo cuenta en una entrevista una de las mujeres que habitan en él, Erika Thompson, que ejerce de maestra. En la planta baja, por ejemplo, tienen una oficina de correos, una tienda de comestibles y hasta un videoclub.
La escuela, sin embargo, no se encuentra en el edificio. Para llegar hasta ella tienen que atravesar un túnel subterráneo que conecta la infraestructura con el colegio. Y el patio donde los pequeños salen al recreo también es de interior. Pero, para darle un toque más natural, el suelo de esa sala tiene arena.
Erika también cuenta en la misma entrevista para el medio Indie Alaska que es vecina de sus propios alumnos. Asegura que, para ellos, ir al colegio es como ir con su madre. "Me llaman mamá", ha indicado. Sin embargo, reconoce que "durante el primer y segundo año" desde que empezara a trabajar "me costó separar" la idea de que era la maestra de los niños.
El origen de este escenario se remonta a la II Guerra Mundial. Fue en 1943 cuando el ejército estadounidense decidió construir una base militar enlazada con Anchorage, una ciudad localizada también en Alaska. Y, para poder alojar a las familias se erigieron las Torres Begich, que es como a día de hoy se conoce al edificio en el que viven los habitantes de Whittier. La base cerró en la década de los 60, pero la vida en Whittier continuó.