El cabo español que durante siglos marcaba el fin del mundo
El lugar donde se creía que la tierra se fundía con el océano infinito.
A lo largo de los siglos, la humanidad ha estado marcada por mitos, rumores y creencias que trataban de dar sentido a lo desconocido. Desde la antigua idea de que la Tierra era plana hasta las profecías mayas que señalaban el 21 de diciembre de 2012 como el supuesto fin de la humanidad, numerosas leyendas han alimentado la imaginación colectiva. En esta línea, España es hogar del punto que durante siglos se ha pensado que era el fin del mundo.
Se trata del cabo de Finisterre (en gallego: Fisterra), un lugar lleno de simbolismo donde historia, naturaleza y mito se entrelazan. Durante siglos este saliente rocoso conocido como el Finis Terrae (“fin de la Tierra”) fue considerado el final del mundo conocido. Un enclave de la Costa de la Muerte, en Galicia, donde se creía que la tierra se fundía con el océano infinito, un límite más allá del cual solo quedaban las aguas desconocidas del océano Atlántico.
Esta creencia tiene su origen en la época de los romanos, una civilización fascinada por los límites de lo conocido. Para ellos este era el punto más occidental de la Tierra y, por ende, donde el mundo se terminaba. La magnitud del paisaje, con sus imponentes acantilados y su horizonte de apariencia infinita, reforzaba la idea de que este era un espacio sagrado, un umbral entre el mundo terrenal y lo desconocido.
Un lugar que roza lo místico
En la actualidad, aunque ya se hayan desmentido este tipo de rumores, Finisterre mantiene intacto su halo de misterio que tantos visitantes atrae cada año. Tanto es así que muchos peregrinos prolongan su camino después de llegar a Santiago de Compostela, recorriendo kilómetros adicionales hasta alcanzar este enclave donde, según la tradición, queman las ropas a la orilla del mar y comienzan el regreso a sus casas.
Además, en este enclave privilegiado se divisa uno de los mejores atardeceres de toda la península ibérica. Allí, el sol desaparece lentamente sobre el potente faro que desde el año 1853 guía a los navegantes en sus expediciones por las aguas del Atlántico. Contemplar este espectáculo natural, donde el sol parece apagarse en el océano infinito, es una experiencia que te dejará sin palabras y que consolida a Finisterre como uno de los destinos más mágicos y evocadores de Galicia.
No obstante, Finisterre es mucho más que un destino turístico, también es un lugar cargado de leyendas. Según la tradición, los romanos se encontraron aquí un altar ancestral dedicado al sol, conocido como Ara Solis, construido por las tribus celtas que antiguamente habitaban la región. Esta visión del astro rey hundiéndose en el mar ha sido interpretada por algunos como un posible antecedente de la hostia y el cáliz que aparecen en el escudo de Galicia.
Hoy en día, el cabo de Finisterre continúa siendo todo un símbolo: del fin y del comienzo, de lo conocido y lo desconocido. Un lugar donde lo humano y lo divino parecen tocarse y donde, a pesar del paso del tiempo, la magia del fin del mundo sigue intacta. Locales, peregrinos y curiosos de todo el mundo se acercan hasta este punto de Finisterre para poder contemplar de primera mano la inmensidad del océano.