Qué es la septicemia, sus síntomas y tratamiento
Puede llegar a ser mortal.
La septicemia es una afección grave en el organismo que se produce cuando el cuerpo responde incorrectamente ante una infección. En un estado avanzado puede conducir a un choque séptico, que se manifiesta en un bajada considerable de la presión arterial y un fallo orgánico que, de ser muy grave, puede llegar a ser mortal.
Cualquier infección bacterial, viral o micóticas puede desembocar en una septicemia. Entre las más comunes se encuentran las de los pulmones -una neumonía, por ejemplo- pasando por el sistema urinario -riñón o vejiga-, el aparato digestivo, el torrente sanguíneo, lugares donde se colocan catéteres, heridas y quemaduras.
Como en muchas otras afecciones, las personas con más riesgos de complicaciones por septicemia son los mayores de 65 años, aquellos que muestren una menor respuesta inmunitaria, los que padecen enfermedades crónicas además de los que han recibido un tratamiento con antibióticos en los últimos 90 días.
Síntomas de la septicemia
Sin ser específicos -pueden variar dependiendo de la personas y más concretamente entre niños y adultos-, los síntomas de la septicemia suelen ser los siguientes:
- - Aturdimiento
- - Sudoración sin una razón justificable
- - Aumento de la frecuencia respirartoria
- - Escalofríos
- - Cambios en el estado mental
- - Aumento o disminución de la temperatura corporal
- - Molestias o dolor extremo
De afectar a las vías urinarias, es habitual que se tenga dolor al orinar mientras que si se debe a una infección de pulmones, es común presentar tos. Asimismo, también es habitual que en los análisis de sangre se presentan un número de glóbulos blanco (leucocitos) muy alto o demasiado bajo.
Tratamiento
El tratamiento de la septicemia se realiza en base a antibióticos, líquidos intravenosos, oxígeno, eliminación de las fuentes de infección y, de presentarse, con fármacos que disminuyan la presión arterial.
Los médicos suelen administrar antibióticos si se presentan síntomas compatible con la septicemia y el choque séptico, aunque no haya un diagnóstico que confirme la afección. La razón se debe a que retrasar la administración de dichos antibióticos reduce las posibilidades de supervivencia por esta complicación.