No son imaginaciones: un estudio revela qué le pasa a nuestro cerebro con el calor extremo
Y cómo se compara con el frío.
Las olas de calor extremas serán cada vez más frecuentes si no se revierte la crisis climática, algo a lo que es necesario adaptarse ya que tienen efectos negativos sobre la salud de las personas. Además, un reciente estudio ha demostrado cómo el calor extremo afecta directamente sobre el comportamiento y la manera de relacionarnos.
Entre diciembre de 2022 y febrero de 2023 se puso en marcha el proyecto Deep Climate, impulsado por Christian Clot y el Instituto de Adaptación Humana, que analizó la conducta de veinte personas en diferentes climas.
Todos los participantes pasaron períodos de 40 días en un bosque de Guyana, en Laponia (Suecia y Finlandia) y en un desierto en Arabia Saudí. "Una de las primeras lecciones que podemos extraer de estas expediciones es cómo el exceso de calor, mucho más que el frío extremo, altera las relaciones sociales en grupo", resumió Clot como conclusión principal tras el experimento.
Para soportar el calor sofocante del desierto saudí, con 36 grados a primera hora de la mañana, se explicó a los participantes que tenían que sentarse, resguardarse bajo la sombra y dejar cualquier actividad que estén haciendo al mediodía para hacer frente a las altas temperaturas.
Clot explica que el primer día de la expedición todos los participantes se sentaron juntos, mientras que cuando fueron pasando los días se separaron y formaron varios grupos diferentes. Podría pensarse que es una cuestión de afinidad, pero no, el impulsor del proyecto explica que en Laponia, con temperaturas muy por debajo de los cero grados, todo el grupo permaneció junto durante los 40 días.
"El mecanismo de esta exclusión está controlado por nuestro cerebro, que se utiliza por encima de lo normal para regular la temperatura del cuerpo. En estas condiciones extremas, nuestro cerebro toma decisiones”, explica Clot, que asegura que el cerebro se degrada a la hora de hacer ciertas funciones no esenciales como las interacciones sociales. "Nos encontramos distanciándonos de los demás porque nuestras neuronas ya no están tan alerta para apoyarlos", añade el impulsor del proyecto.
Esta no es la primera vez que un estudio alerta de los cambios que puede provocar el calor en la actividad cerebral ya que, como recoge Le Parisien, la Universidad de Harvard, demostró un estudio que el rendimiento académico empeoraba cuando se superan los 32 grados.
En esta línea, según una investigación de la Universidad de Boston, los estudiantes que prepararon sus exámenes con aire acondicionado en casa durante una ola de calor sacaron mejores notas que los no.