La ciencia se fija en España para encontrar la bacteria 'anticancerígena'

La ciencia se fija en España para encontrar la bacteria 'anticancerígena'

Lejos de configurarse como arenales improductivos, estos parajes desérticos esconden microorganismos capaces de resistir a las extremas condiciones de aridez. 

Vista desde el cielo de las Bárdenas Reales, en NavarraPOL ALBARRÁN VÍA Getty Images

Hay lugares en España que están tachados de secarrales improductivos, pero las apariencias engañan. En la actualidad, la ciencia ha encontrado nuevos valores en escenarios como las Bárdenas Reales (Navarra), o el desierto de los Monegros (Aragón).

Pero también en el sur, también resulta impresionante el paisaje lunar de Mahoya (Murcia) o los barrancos de Gorafe (Granada), que albergan decenas de dólmenes.

Un grupo de científicos está convencido de que el interior de estos 'secarrales' alberga un auténtico tesoro biológico oculto. Para descubrir si es así, acaban de iniciar el proyecto AntiBioDesert, que en los próximos años analizará la vida microbiana de estos cuatro espacios desérticos. 

El razonamiento es simple: si las características de estos ecosistemas son únicas, probablemente, también albergarán bacterias y otros microorganismos singulares, pero nadie los ha buscado hasta ahora. 

Esta idea surge a partir de un proyecto desarrollado en los desiertos del Sáhara y de Atacama (Chile), que obtuvo grandes resultados. “Buscábamos microorganismos adaptados a condiciones extremas para su uso en agricultura”, explica Lorena Carro, profesora de la Universidad de Salamanca a El Confidencial

Según la docente, en todos los ambientes existen bacterias y hongos beneficiosos para las plantas, que se asocian con ellas y hacen que afronten mejor el ataque de patógenos o un ambiente adverso, como la sequía o la temperatura. Algo que puede servir también para producir fármacos para los seres humanos. 

Las condiciones extremas a las que se enfrentan estos microorganismos “podrían tener una resistencia intrínseca, ya que han estado evolucionando para adaptarse”, explica Carro. 

El primer problema al que se enfrentó el grupo de investigadores fue la localización de estas especies de bacterias, así que se decantaron por observar al género Astragalus, que incluye 2.000 especies de hierbas y arbustos.

Estas leguminosas crecen tanto en zonas desérticas como en lugares templados, así que resultaba ideal para comparar ambientes tan diferentes como el Sáhara, Atacama y Salamanca. 

Así, los científicos analizaron qué microorganismos estaban específicamente asociados a la raíz y al interior de las plantas del desierto. "Entendemos que, si la planta los selecciona, es porque le están aportando algo", comenta la experta.

Los estudios están mostrando que algunas de las bacterias encontradas son promotoras del crecimiento de las plantas y que las protegen frente a diferentes tipos de estrés, como la falta de agua, la salinidad o las temperaturas extremas. 

Estos microorganismos producen compuestos llamados metabolitos, que son los responsables de esos efectos, y aunque el proyecto aún no ha finalizado, "ya tenemos una colección de 2.200 microorganismos de desierto y los hemos comparado con las bases de datos para ver que tienen funciones específicas".

En este momento, los investigadores evalúan diferentes tipos de cultivo en los que se puedan aplicar como "bioinoculantes". Además, destacan el caso de una bacteria endófita (llamada así porque vive en el interior de las plantas) que protege la colza: "Tiene un potencial muy alto, inhibe los patógenos y favorece el crecimiento", afirma Carro.

Pistas para sobrevivir en Marte

A pocos centímetros bajo la superficie del desierto de Atacama, cepas de bacterias, hongos y otros microbios se han adaptado para resistir la fuerte aridez, la dañina radiación ultravioleta y la salinidad extrema.

El descubrimiento, publicado en febrero 2018 en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences, demuestra las increíbles habilidades de la vida en la Tierra para prosperar en lugares sorprendentes. 

Así, el hallazgo proporciona pistas de como hipotéticas formas de vida podrían resistir la dureza de Marte después de que la superficie del planeta se secara hace miles de millones de años. Dentro de estos suelos aparentemente yermos, la vida podría estar esperando una oportunidad para resurgir.