Expertos alertan de las señales para jubilar la almohada y es antes de lo que crees
Para gozar de un buen sueño, hay varios factores que entran en juego; uno de ellos es el estado de la almohada.
Dormir bien es uno de los factores clave para afrontar con energía el día. Para que un sueño sea efectivo, hay muchos factores que entran en juego. El primero de ellos pasa por poder dormir todas las horas necesarias del tirón, que las sábanas estén limpias y que tanto el colchón, como el edredón y la almohada estén en buenas condiciones.
Para saberlo, hay una serie de pistas que pueden orientar a cualquier persona a la hora de saber si ha llegado el momento de pasar por alguna tienda y renovar alguno de estos elementos imprescindibles en cualquier cama. En el caso de las almohadas, estas son algunas de esas señales.
Algunas de ellas pueden resultar obvias. Como que la almohada empiece a resultar incómoda o, al amanecer, la persona que la use tenga dolores en el cuello o en la parte superior de la espalda. Otra señal es que haya cambiado de forma.
Otro indicativo de que ya ha llegado la hora de hacer un cambio de almohada pasa por la limpieza de la misma. Puede ser que, por mucho que se lave, el paso de los años le hayan dotado de un olor imposible de eliminar. En ese caso, hay que hacer un cambio. Y también si el relleno se está desmoronando o ya tiene grumos.
Cuando una almohada pierde su forma y ya no vuelve a la que tenía anteriormente, suele ocurrir porque el objeto ha ido acumulando sudor, grasa que desprende la piel u otro tipo de desechos. Si ese es también el caso, es hora de cambiarla.
Estas son algunas pruebas que apuntan a que ha llegado el momento de una renovación. Sin embargo, también hay una serie de tips para mantener la misma almohada que ya teníamos durante más tiempo.
Por ejemplo, para que no pierda la esponjosidad, se puede intentar darle un pase en la secadora como una vez al mes, pero a alta temperatura. Y para trabajar la limpieza, se puede incluir en el lavado algo de quitamanchas.