Esta es la cantidad de metros de microplástico que ingieres al año si te encantan los mejillones y las ostras
Se debe a la alimentación de estos moluscos influida por la contaminación ambiental.
Los mejillones y las ostras son una fuente importante de proteína y, aunque en muchos casos, no son accesibles para todos los bolsillos. Sí que están presentes en la dieta, en muchos casos en formatos de conserva.
Estos moluscos bivalvos más allá de sus beneficios, están contaminados de microplásticos que se vierten al mar. Eso ha demostrado un estudio del Centro de Tecnología Ambiental Alimentaria y Toxicológica de la Universidad Rovira i Virgili que apunta a que un mejillón cultivado en Cataluña contiene hasta nueve microplásticos en su interior.
Además, señalan que un consumidor habitual de mejillones, ostras o coquinas podría ingerir seis metros de fibras sintéticas cada año. Los investigadores han encontrado estos restos especialmente en mejillones y ostras rizadas, que son animales que obtienen su comida filtrando el agua, recogiendo por tanto todas las impurezas.
A pesar de estos datos, apuntan que con los procesos de depuración que se sigue en estos moluscos, la presencia de microplásticos se reduce a la mitad. A pesar de esto, tal y como ha advertido el investigador Joaquim Rovira en RAC1, sigue siendo "alarmante". "Lo preocupante del estudio es que nos estamos comiendo nuestras propias camisetas", enfatiza en referencia al origen de los microplásticos, principalmente partículas de ropa sintética que llega al mar.
Este estudio sigue a uno elaborado por la Universidad de Bayreuth (Alemania) en 2020 en el que hallaron hasta nueve tipos de microplásticos en las cuatro especies de mejillones y almejas más vendidas en los supermercados de 12 países. Esa investigación establecía que un gramo de carne de mejillón contenía entre 0,13 y 2,45 partículas microplásticas. Además, destacaron que el mejillón del Atlántico Norte y Pacífico Sur fueron las más contaminadas.
El CSIC alertó en 2022 que la ingesta de microplásticos reducía la diversidad bacteriana de la microbiota del colon, produciendo un desequilibro de los microorganismos presentes. Además, el estudio mostró que estos microplásticos "pueden sufrir biotransformaciones a lo largo del tracto gastrointestinal y llegar al colon con una forma estructuralmente diferente a la original" provocando daños en el tracto y en otros órganos.