El 'fenómeno SIBO': una enfermedad de 'moda' con eficaces y peligrosos diagnósticos en redes
El sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado genera síntomas, como hinchazón o pérdida de peso, que habrá que tratar con antibióticos y un cambio en la dieta.
En los últimos meses, las redes sociales se han llenado de casos de sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado, más conocido como SIBO, por sus siglas en inglés (Small Intestine Bacterial Overgrowth). Los vídeos que están compartiendo usuarias — porque la gran mayoría son mujeres— en TikTok muestran el día a día de una persona que convive con este diagnóstico, cuánto han tardado en darse cuenta de que padecían la enfermedad o de cómo les ha cambiado sus vidas.
Ahora bien, ¿qué es el SIBO? Como su propia denominación indica, es un aumento excesivo de las bacterias en el intestino delgado que da lugar a una amplia amalgama de síntomas. "Lo primero que me pasó fue que se me hinchó un montón la tripa", apunta Cristina Valdivieso. "De hecho, me hice un test de embarazo pensando que estaba embarazada", ha añadido. Sin embargo, esa no era la causa de su distensión abdominal.
"Empecé a perder kilos, perdí como dos kilos, me quitó el apetito, tenía dolores de cabeza, insomnio...", recuerda. "También había veces que estaba estreñida, tenía diarrea, tenía un montón de gases... Y ya llegó un punto que comía y me daban náuseas. Entonces, evidentemente, algo no estaba bien", asegura. Estos son algunos de los síntomas que se asocian a esta patología, otros son las digestiones pesadas o la pérdida de apetito.
¿Cómo se diagnostica?
Uno de los puntos que suscita más incógnita entre la población en cuanto a la 'enfermedad de moda' es su diagnóstico. Los falsos positivos y los falsos negativos. Por ahora, la manera de detectarlo es mediante un test de aliento. La prueba pasa por suministrar al paciente una mezcla que incorpora lactitol. Y, en un período de tres horas y media, se va recogiendo el aire que el paciente va a ir espirando en unos tubos cada 30 minutos.
En un principio, por el modo en el que está planteada la prueba, a Cristina desde el laboratorio encargado de estudiar sus resultados le indicaron que había dado negativo. "Pero no, me dijo la médica que era positivo. Lo que pasa que, por el estreñimiento o por los síntomas que tenía, se podía retrasar un poco el positivo", puntualiza. En este sentido, la nutricionista Clara Zurano ha apuntado a este medio que se trata de un tema que "está estudiándose mucho" y las pruebas "pueden dar un poco de error".
Sin embargo, hay otro tipo de prueba diagnóstica: el aspirado intestinal. Esta consiste en hacer una endoscopia al paciente y un cultivo. De esta manera, comprobar si la persona padece o no de SIBO. Lo "ideal" sería poder realizar este examen a aquellos que tengan factores predisponentes para desarrollar este sobrecrecimiento bacteriano, ha explicado a Huffpost el médico especialista que nos ha guiado para hacer este reportaje. Aunque esta prueba también está cuestionada, dada la complejidad y precisión que requiere el elaborar un buen aspirado.
Predisposición al desarrollo de la patología
Las causas por las que una persona puede llegar a desarrollar SIBO son variadas. Hay una serie de trastornos, intervenciones o enfermedades que pueden jugar en contra y ser uno de esos factores predisponentes para desarrollar este sobrecrecimiento bacteriano a los que se refería el médico. En concreto, son causas que provocan que el tránsito intestinal sea más lento y ahí se forme ese sobrecrecimiento bacteriano.
Se puede dar, por ejemplo, en pacientes con enfermedad de Crohn, que han tenido que ser sometidos a recesiones ileocecales –la válvula ileocecal impide el paso de bacterias desde el intestino grueso al intestino delgado–. También les puede pasar a las personas que padecen una diabetes y tienen un enaltecimiento del vaciamiento gástrico o a pacientes con una cantidad baja de ácido clorítico.
Pero, en definitiva, no hay una lista de enfermedades concretas que puedan derivar en un sobrecrecimiento bacteriano; sino que se deben de dar una serie de factores para que ello ocurra, como alguno de los que ya hemos mencionado. De hecho, de acuerdo al especialista consultado, resulta "muy improbable" que una persona sana; es decir, que no padezca patologías como las que hemos comentado; pueda llegar a desarrollar SIBO.
¿Qué tratamiento hay que seguir?
Una vez se sabe con certeza que una persona padece SIBO, el tratamiento es diferente, en función de las circunstancias individuales de cada uno. Pero este consta tanto de una parte estrictamente médica, como de una nutricional. Por norma general, se receta un ciclo de antibióticos no resolvible durante 7-14 días, dependiendo de los síntomas del paciente. En el caso de Cristina, por ejemplo, el número de días asciende a 21.
"A mí, mi doctora me dobló la dosis, por los niveles que tenía", ha detallado. Y su tratamiento ha tenido que ejecutarlo de manera salteada. "He estado tomando una semana antibiótico y he descansado tres" y así hasta completar el ciclo que, en su caso, ya está llegando a su fin. "Es verdad que ha habido algunos síntomas que han remitido, pero el estreñimiento sigue estando ahí, la distensión abdominal sigue ahí y hay alimentos que antes me sentaban bien –como las legumbres—, que ahora me sientan mal", relata.
Y es que otra parte de esta terapia pasa por cambiar la dieta. De la misma manera que ocurría con los ciclos de antibióticos, las indicaciones nutricionales que deberá seguir cada paciente también variarán en función de la persona. "Habrá personas que tengan más un tipo de bacterias y otras que tengan otras más desarrolladas", explica la nutricionista. Por lo tanto, cada uno presentará unos síntomas "y, en función de eso, hay que ver qué alimenta a esas bacterias", detalla Zurano.
Por lo tanto, en la esfera nutricional, hay que atender a "cuáles son los alimentos que tomamos y que sirven a esas bacterias para multiplicarse. Y, además, ya de paso, en ese proceso de fermentación, crear las sustancias que son las que realmente producen los síntomas", continúa la experta. De tal manera que, evitando que las bacterias produzcan dichas sustancias, el paciente podrá dejar de sufrir los síntomas.
Una dieta baja en FODMAPs
Por norma general, los alimentos que tienen este efecto en las bacterias son los oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables, más comúnmente conocidos como los FODMAPs (denominados así por sus siglas en inglés). La fructosa, por ejemplo, es un monosacárido que se encuentra en muchas frutas y verduras. "Pero hay algunas que tienen más cantidad que otras. Entonces, las que tienen más cantidad de fructosa deberían limitarse", precisa la nutricionista Zurano.
Un tipo de disacárido es la lactosa. Pero ello "no significa que haya que quitarse todos los lácteos, sino reducir el consumo de lactosa, tomarlos bajos en lactosa", ha insistido, para, a continuación, subrayar que esto se deberá hacer "siempre durante el tiempo que te diga tu especialista".
¿Y después?
Una vez se haya realizado todo este proceso, se debe estudiar si los síntomas persisten o no. En el caso de Cristina, algunos sí han cesado, pero otros, continúan. "Llevo casi un año con esto y no tiene pinta de que se vaya a ir", se lastima, "y ya he hecho la dieta, me he tomado el antibiótico, he hecho todo y no se ha ido. Seguramente, tendré que volver a hacer la dieta". Sin embargo, cree que los cambios van a tener que ir más allá de la alimentación.
"El objetivo, realmente, es cambiar el estilo de vida", explica. "La mitad de las cosas que comemos en el supermercado son malísimas, porque llevan un montón de conservantes, no son nada naturales. Mi médica me explicó que a mi estómago no le va bien y, al final, ha acabado provocando lo de las bacterias", detalla Cristina.
Algo similar indica la nutricionista. Según Zurano, una vez se haya eliminado el sobrecrecimiento de bacterias, el siguiente objetivo es lograr que no vuelvan a crecer. "Eso se hace restringiendo esos alimentos que les sirven a ellas durante un tiempo", indica. Y, con el tiempo, "irlos tomando poco a poco". Sin embargo, "muchos de ellos están incluidos en comidas que no son saludables para nadie", detalla la experta. Por lo tanto, con llevar una dieta más sana "ya le suele valer a la gente", concluye.
Más mujeres que hombres
Uno de los datos que más llama la atención acerca del SIBO es la diferencia de diagnóstico entre hombres y mujeres. Y es que, de acuerdo a la revista Vogue, hay más féminas que varones que sufren esta patología. Por ahora, se desconoce el motivo exacto. Pero hay factores hormonales que pueden influir.
Así lo detalla la farmacéutica y especialista en nutrición clínica, Salena Sainz a la misma publicación. "Las fluctuaciones hormonales que padecen las mujeres durante el ciclo menstrual podrían afectar" al sobrecrecimiento de bacterias, puesto que los cambios que sufre el organismo "pueden alterar la motilidad intestinal", indica.
Y lo mismo ocurre con el consumo de píldoras anticonceptivas por la vía oral. Asimismo, las mujeres tienden a mostrar una "mayor sensibilidad visceral", facilitando que sean "más susceptibles a problemas gastrointestinales".
Una enfermedad "de moda"
En los últimos meses, los medios de comunicación se han empezado a hacer eso de esta patología, aunque esté lejos de ser muy novedosa, y ha pasado a estar en boca de todos. Esto puede deberse a que, de un tiempo a esta parte, se ha empezado a saber más acerca del SIBO y, por lo tanto, su detección se ha tornado más eficaz. Al menos, más que antes.
Además, en redes sociales la cantidad de testimonios que se están compartiendo últimamente también ha crecido exponencialmente. Ello está sucediendo, especialmente, en TikTok. Las usuarias –porque la mayoría son mujeres– están compartiendo distintos vídeos acerca de este tema. En ellos, muestran cuáles son sus síntomas, cómo les están funcionando la dieta y/o los antibióticos o cómo se realizan las pruebas de SIBO en casa. Y es que hay páginas en Internet que venden estos test.
Son iguales que los que realizan los médicos y que ya hemos explicado anteriormente, pero, de esta manera, en vez de pasar las tres horas que dura la prueba en un centro sanitario, los pacientes pueden permanecer en sus casas. Después, lo enviarán de vuelta al laboratorio pertinente para que lo analice y determine si la persona padece o no de SIBO.
En cualquier caso, toda esta sobreinformación, lejos de ayudar, podría surtir el efecto contrario. Así lo ha expresado el médico que nos ha asesorado a la hora de elaborar este reportaje. A su juicio, este tipo de contenido puede preocupar a la población, cuando en pacientes sanos, carentes de esos factores predisponentes, es poco probable que desarrollen el SIBO.