Diego González Rivas: "Es fundamental en la vida encontrar en lo malo la parte buena"
Entrevista con el prestigioso cirujano, que publica 'Curando el mundo', en el que relata sus operaciones alrededor del mundo.

Decir que Diego González Rivas es una eminencia mundial no es exagerar. Este cirujano gallego, al que muchos han puesto cara por sus intervenciones en programas como La Revuelta, en las que acerca sus técnicas pioneras al público general, ha operado a más de 10.000 pacientes en 138 países.
En 2010 se convirtió en el primer cirujano del mundo en operar cáncer de pulmón a través de una única incisión de tres centímetros y en 2021 alcanzó el hito de operar un tumor pulmonar de forma totalmente robótica con una sola incisión.
Con el afán de mejorar y extender esta técnica, este doctor que de niño soñaba con aliviar el sufrimiento de los demás, forma a cirujanos de todo el mundo y, a través de una Fundación que lleva su nombre ha desarrollado la primera unidad móvil del mundo equipada para realizar cirugía mínimamente invasiva en países en vías de desarrollo.
Todas estas experiencias, que lo han llevado desde China a Gaza, a Turkmenistán, pasando por ejemplo por Ucrania, Sierra Leona, Congo o Pakistán, las ha recogido en Curando el mundo. Diario de un cirujano nómada (Plaza y Janés), del que se ha anunciado una segunda edición tan sólo un día después de su lanzamiento.
"Creo que no es un libro de medicina ni de cirugía. Es un libro sobre la vida", afirma González Rivas en conversación telefónica con El HuffPost minutos antes de meterse a un quirófano en Lisboa. "Cuenta, yo creo cosas que a la gente le va a hacer reflexionar", agrega.
"Es bueno que se sepa que uno cuando vive en el primer mundo, pues parece que todo es muy bonito, pero que en la medicina, más allá de nuestra área hay muchísimas dificultades y mucha gente que lo pasa muy mal. Son cosas que no te puedes ni imaginar. Simplemente, a lo mejor por no tener una sutura o no tener una grapadora pues a lo mejor no se puede operar. Y gente que no tiene acceso a poder pagarse eso se muere", incide.
De naturaleza optimista, no deja de recalcar que la medicina en estos lugares "puede ejercerse con la ayuda de todos, colaborando, ayudando, viajando, enseñando a las personas yendo allí". "Yo animo a todos los médicos a que intenten hacer labores humanitarias. Está muy bien ganar dinero, pero otra parte tiene que ser también altruista Creo que es parte del espíritu del médico", subraya.
¿Tiene usted el trabajo más bonito del mundo?
Yo considero que sí. Para mí, ayudar a los demás es lo más bonito que hay. Una de las cosas que más que más me agrada en mi profesión, que más valoro, es que puedo ayudar a los demás haciendo lo que más me gusta, que es operar y viajar. Combinar estas dos cosas creo que es maravilloso.
¿Qué es la cirugía uniportal, para quien nunca haya oído hablar de esto?
En este caso, la cirugía uniportal, hablamos del tórax, que es lo que yo desarrollé, Es operar el tórax a través de una sola incisión. En vez de abrirlo, como en la cirugía clásica tradicional, que es la toracotomía (separar las costillas), lo que hacemos es una incisión pequeñita de 3-4 centímetros, ahora incluso de 3, a veces un poquito más pequeña, y metemos instrumental por ahí y la cámara todo junto y podemos extirpar los tumores de una forma lo menos invasiva posible, reducir la agresión a lo menor.
El paciente se va antes para casa, tiene menos dolor, tiene una recuperación mejor y menos repercusión inmunológica, es decir, el paciente está más fuerte. Eso es muy importante, sobre todo en tórax, porque la cirugía pulmonar es la más dolorosa de todas.
Y cuando inventó esta técnica, le prohibieron aplicarla. ¿Qué argumentos le dieron y cómo sorteó aquello?
Bueno, esto es lo normal, ¿no? Yo era joven, una persona inquieta, recién especializado, entonces la gente que hace cirugías tradicionales lo vio como una amenaza. Es que toda innovación, toda técnica nueva, siempre genera una restricción en la comunidad científica, es algo inherente a la historia de la medicina. Al principio hay una reticencia porque, bueno, hay gente que lo ve como una amenaza a sus técnicas tradicionales y a la que tiene, a su prestigio. Viene algo novedoso y como que les trastoca la forma de tratar a los pacientes.

Mi propio jefe no lo vio bien, y otros colegas tampoco, entonces intentaron bloquearlo. Hubo que luchar contra los elementos, pero siempre digo que eso al final fue positivo. Yo le estoy agradecido en el fondo, porque gracias a ellos lo hice. Gracias a las personas que me dijeron que no, lo hice. Generaron en mí un estímulo y una motivación para yo poder seguir adelante, desarrollar la técnica y motivarme más para demostrar que eso era válido. Generó en mí ese sentimiento, esa actitud de decir ‘esto funciona, creo en ello y no me voy a dejar vencer por esto'.
Escuchándole y leyendo el libro da la sensación de que intenta siempre ver el lado bueno de las cosas o que es optimista por naturaleza.
Sí, yo siempre intento ver el lado bueno de las cosas. Creo que es fundamental en la vida encontrar en lo malo la parte buena, porque si ya tenemos lo malo, ¿de qué nos vale lamentarnos? ¿De qué me vale estar triste con algo malo? No, seguro que en lo malo hay algo bueno y siempre busco esa parte. Por eso siempre intento ver los obstáculos como oportunidades y no como problemas.
De pequeño grababa chistes para aliviar la tristeza de sus mayores. ¿Lo hace hoy en día con sus pacientes? ¿Intenta a través del humor conectar con ellos?
Sí, sí, me gusta mucho bromear con ellos, intentar ser cariñoso, agradable. No me gusta que haya esa pena de lo que le ha pasado. Siempre le doy una esperanza, una salida.
Creo que el paciente necesita ese apoyo, ese cariño, esa cercanía, calidez. Lo que necesita es una persona, no un técnico simplemente, porque el acto técnico es una parte del tratamiento. Pero tanto o más importante es la parte humana y el abrazo, las palabras y la cercanía con el paciente. Intento siempre ser muy cercano, bromear con ellos. Quitar el hierro al asunto, que ya tienen bastante como para que seamos serios y lleguemos manteniendo esas distancias. Cuando eres cercano, bromeas con ellos y tienes una actitud muy de amigo, el paciente se siente mucho más tranquilo y confía mucho más en ti.
Y también le tocará decir muchas veces que no o “No tengo una solución para usted”. Esto tiene que ser duro.
Eso es duro y esto me pasa muchas veces. Yo opero los casos difíciles, porque cuando viajo por el mundo, mis casos son todos difíciles. Son complejos técnicamente, entonces estoy acostumbrado a esto. Pero ¿qué pasa? Que hay muchos pacientes que me escriben pensando que yo voy a operar todo. Y claro, lamentablemente, si recibo 50 mails al día de pacientes, pues a lo mejor el 90% no son operables.
Pero yo también tengo que ceñirme a los principios oncológicos. No puedo acceder a operarlos si no cumplen los criterios. Sin embargo, algunos de esos pacientes que recibo, a lo mejor han sido rechazados en otros centros, porque técnicamente es difícil o no se atreven los cirujanos a abordarlo.
Ahí es cuando puedo aportar mi experiencia para abordar ese caso. Pero, lamentablemente, a la mayor parte de los pacientes que me escriben tengo que decirles que no, que no se pueden operar. No porque no pueda operarlos, sino porque no seríamos capaces de darle un beneficio operándolos.
Con tanto trabajo y una vida tan nómada con tantos aviones y hoteles, ¿usted llega a sentirse solo?
No, nunca me siento solo. Afortunadamente, ya que estoy acostumbrado a esta vida, me encanta incluso esta sensación de libertad y de estar solo, pero estoy en contacto con gente todo el día. Tengo amigos en muchos sitios del mundo, tengo mi familia, tengo los pacientes que hablo con ellos todos los días, me escriben, me gusta que me cuenten cómo van.
Los pacientes que he operado, por ejemplo, ayer o antes de ayer, pues he hablado y me van contando cómo van. Me gusta que me cuenten qué tal están, las sensaciones que tienen. No tengo tiempo a aburrirme.
Estoy continuamente haciendo cosas. No tengo tiempo a pensar que estoy solo. No tengo esa sensación. Quizás si bajara el ritmo y tuviera una vida más relajada, a lo mejor ahí sí que podría sentirme solo. Tendría más tiempo libre y claro, si estoy en un país solo, imagínate, no tengo actividad, pues a lo mejor en algún momento te puedes sentir solo. Pero como estoy todo el tiempo haciendo cosas y con la pasión y con esa actitud motivacional, no tengo tiempo a tener esa sensación de estar solo.
Muchos le conocen como el cirujano de La Revuelta. ¿Le gusta que le llamen así? ¿Qué tal lleva esta faceta televisiva?
Bueno, de momento no he operado a nadie de La Revuelta.
A Broncano sí [de hiperhidrosis en la pandemia].
¡Es verdad, sí, a Broncano! Cuando operé a Broncano, al principio era el cirujano de Broncano. Pero bueno, también salí en El Hormiguero.
Divulgar la ciencia es importante...
Es muy importante. A mí me gusta divulgarla, desde siempre. Yo creo que fui de los primeros que creó un canal de YouTube mostrando mis cirugías cuando nadie lo hacía. Fue algo muy revolucionario. El primer canal de cirugía terapéutica del mundo lo creé yo. Nadie compartía los vídeos antes.
Ha operado en muchísimos lugares, en el libro habla de muchos de ellos. Dedica un capítulo entero a Gaza, que es muy impactante. Si le pidiera describir aquello con unas pocas palabras, ¿cuáles elegiría?
Fue inquietante. Fue emotivo. Fue algo único. Es una sensación de estar en un sitio que sabes que en cualquier momento cae una bomba. Que sabes que en cualquier momento entras y no puedes salir. De hecho, tuve muchos problemas para salir. Pero yo me exponía a eso. Sabía que si entraba allí... Porque justo fue cuando se estaba preparando la invasión. Recuerdo los drones que volaban de noche y los oía. Y recuerdo que había mucha tensión con todo lo que iba a pasar.
Había una cierta sensación de inquietud, pero al mismo tiempo una gratificación de poder ir allí a ayudar. Llevaban mucho tiempo queriendo invitarme a Gaza, pero yo no encontraba tiempo y fue justo en la pandemia cuando pude. Pero claro, Gaza cerrada por la pandemia, el conflicto ahí... Pues eso, mucha tensión
El hospital donde yo operé es el de Al-Shifa, que ahora está en ruinas, porque bombardearon. Y algunos colegas con los que yo operé allí murieron.
¿Y hay algún país del mundo al que quiera ir y aún no haya podido?
Sí, Siria, por ejemplo. Llevamos tiempo preparándolo, pero de momento no hemos podido por problemas políticos y la situación en el país. Pero me han llamado muchas veces para ir, pero no hemos encontrado el momento.
¿A corto plazo, cuáles son sus próximos destinos?
Me voy mañana a Shanghái, voy a estar dos semanas. Luego voy a ir a Suzhou, luego voy a ir a Mudanjiang, que es el norte de China, de ahí me voy a Guangzhou... de Guangzhou me voy a Lanzhou, de Lanzhou me voy a Shanghái de nuevo y de Shanghái me voy a Costa de Marfil. Esto sólo hasta el 5 de abril.

Justo se cumplen ahora cinco años de la pandemia. ¿Qué lección personal se lleva de aquello?
Que uno, ante las adversidades, siempre puede encontrar una salida. La pandemia me sirvió para reinventarme, para pensar en otras cosas, para relajarme, para pasar más tiempo con mi familia y para desarrollar la robótica en mi portal, que fue de casualidad, como se cuenta del libro.
Cuando llegó la pandemia lo vi como todo muy oscuro, de repente se acaba el mundo para mí: todos mis proyectos internacionales se cancelaban, se cierra a China de repente... yo veía todo negro. Pero bueno, tuve tiempo para descansar y para pensar y esas tres semanas que tuve en casa, en A Coruña, donde tenía el Da Vinci XI, pues me dio tiempo para estudiar el robot, para leerme el manual de instrucciones, como quien dice, cambiar la geometría del robot e inventar la robótica uniportal. Y también para hacer más cirugía de hiperhidrosis, para mejorar la técnica y operar a Broncano y empezar a operar muchos más pacientes. Un montón de cosas surgieron con la pandemia. Y establecí colaboraciones con Bucarest para establecer la robótica.
Tuve que adaptarme, busqué la parte buena en la que podía yo reinventarme. Esa es la conclusión que saco, que uno nunca tiene que rendirse y tiene que seguir luchando y aunque vea todo negro, pues hay que buscar los caminos. Si no hay caminos, crearlos.
¿Qué futuro dibuja la inteligencia artificial en su campo?
Es algo que va asociado con la robótica que viene ya pegando fuertísimo. Está muy implementada la medicina ya, en la cirugía sobre todo para la detección precoz de tumores, para sistemas de imagen, para muchísimas cosas. Creo que la Inteligencia Artificial ha llegado para quedarse y lo que viene va a ser tremendo.
Los quirófanos en China que tenemos, que son los más avanzados del mundo, muchos de ellos ya tienen IA. Tú entras y ya te detecta si tienes mascarilla o no; hablas en el quirófano y te baja las pantallas; te conecta con el patólogo por voz; lavándote las manos salen como unos hologramas y te dicen cómo tienes que hacerlo bien y te van puntuando y si lo haces mal te penalizan... unas cosas tremendas. El futuro de la cirugía está asociado con la robótica, sobre todo la robótica uniportal, es decir, robots con un solo brazo.
Por lo que ve en su día a día en la mesa de operaciones ¿qué consejo de salud daría para todo el mundo?
Que se cuiden lo más que puedan. Que intenten llevar una vida lo más sana posible, cuidar la alimentación, que hagan ejercicio de forma regular. Yo, de hecho, intento hacer ejercicio todos los días porque creo que es la clave de la salud no solo física, sino mental. Y eso es fundamental. El cuidarse no solo por fuera, sino también por dentro.