Cuáles son los alimentos con más microplásticos y cómo afectan a tu salud
No son solo un problema para la naturaleza.
Los residuos plásticos suponen un gran problema para el medioambiente, especialmente para los mares, pero también pueden serlo desde el punto de vista de la seguridad alimentaria, puesto que los microplásticos pueden pasar a la cadena alimenticia y, de ahí, a nuestro organismo.
Los microplásticos y nanoplásticos no son otra cosa que residuos microscópicos de plástico "de tamaño inferior a 5 milímietros que derivan, en parte, de la fragmentación de los macroplásticos que llegan mayoritariamente al medio acuático y que, por su difícil degradación, permanecen en el medio ambiente durante décadas", como define la Agència Catalana de Seguretat Alimentària.
Según cita este organismo, en los últimos años se han detectado microplásticos en algunas especies animales que forman parte de nuestra dieta, pero también en otros alimentos: "Aparte del pescado y marisco, también se han identificado otras vías de entrada de microplásticos en la cadena alimentaria, como es el caso de la sal marina, la cerveza, la miel, el azúcar y el agua del grifo".
El año pasado, investigadores del grupo TecnAtox de la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona determinaron que la población española consume unos 8.100 microplásticos al año de media a través de los moluscos, siendo las ostras y los mejillones los que presentaban la mayor concentración.
En el mismo sentido, en 2018 la Organización de Consumidores y Usuarios analizó 102 alimentos de origen marino y detectó la presencia de microplásticos en 69 de ellos. La sal contenía microplásticos en el 66% de las muestras, los moluscos en el 71% y los crustáceos en el 66%.
Ya cuatro años antes la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) identificó a los microplásticos y nanoplásticos como un nuevo riesgo emergente y desde entonces se trabaja en estudiarlos y en analizar sus posibles efectos adversos para la salud.
Aún queda por avanzar en este terreno, pero algunas investigaciones apuntan a que podrían estar relacionados con algunas enfermedades inflamatorias del aparato digestivo.
A modo de prevención, la OCU ofreció cinco claves para reducir el consumo de plásticos y ayudar así a mitigar este problema:
1. Comprar a granel y, en el caso de comprar productos envasados, elegir preferentemente los que no usan plástico.
2. Olvidarse de bolsas de plástico y cambiarlas por reutilizables o por un carro, y limitar el uso de bolsas de basura.
3. Buscar alternativas duraderas y biodegradables a productos desechables como maquinillas de afeitar, bastoncitos, toallitas húmedas...
4. Utilizar una cantimplora metálica o una botella reutilizable no de plástico para el agua
5. En los textiles, opta por las fibras naturales (algodón, lino...) antes que por las sintéticas (poliéster, elastán...), salvo que procedan de plástico reciclado.