Kate Middleton se viste de reina en la coronación de Carlos III
La princesa de Gales ha homenajeado a Isabel II y Lady Di.
No podía llevar tiara pero Kate Middleton, princesa de Gales, ha entrado a la Abadía de Westminster como una verdadera reina. La futura consorte llegado imponente con un tocado de flores colocado a modo de diadema cargado de bordados, plata y cristales que firman Jess Collett y Alexander McQueen.
Precisamente de Alexander McQueen es el vestido de seda blanco marfil con él que continúa la tradición de vestir de blanco, símbolo de pureza, en las coronaciones. La prenda, cargada de significado, lleva bordadas las flores representativas de Inglaterra, Escocia, Irlanda y Gales.
Alexander McQueen ha estado presente en los momentos más importantes de la princesa desde que entró a formar parte de la familia real y fue Sarah Burton, directora creativa de la firma británica, la encargada de diseñar su vestido de novia hace doce años.
La princesa no ha dejado nada al azar y con sus joyas ha querido hacer un homenaje a la reina Isabel II y a su suegra, Diana de Gales. La mujer del príncipe Guillermo ha lucido un collar de diamantes bautizado como Festoon, que fue un regalo del rey Jorge VI a su hija, la entonces princesa Isabel. La antigua monarca lo llevó en cientos de ocasiones durante su reinado y era uno de sus favoritos.
El guiño a Lady Di lo ha hecho con unos pendientes de diamantes y perlas que la fallecida princesa lucía habitualmente. Se trata de una pieza de joyería elaborada por la firma Collingwood, una de las favoritas de la familia Spencer, que se los regaló a Diana de Gales.
Por encima del vestido de McQueen, la princesa de Gales ha portado la túnica de la Real Orden Victoriana, de la que forma parte por deseo de la fallecida Isabel II.
Kate ha entrado en la Abadía de Westminster detrás de los nuevos reyes, con el príncipe Guillermo y sus dos hijos pequeños, Carlota y Luis. Precisamente la princesa ha querido tener un detalle con su hija, que ha lucido una tiara florar a juego con la de su madre, aunque algo menos voluminosa. Carlota, de ocho años, también ha vestido de blanco, con una pequeña capa y unas merceditas.