Felipe VI, diez años de reinado y un quebradero de cabeza: el rey Juan Carlos

Felipe VI, diez años de reinado y un quebradero de cabeza: el rey Juan Carlos

El monarca cumple una década al frente la Corona marcada por los escándalos del emérito y su desgastada relación. 

Felipe VI y el rey Juan Carlos en un acto en junio de 2018Getty Images

“Una nueva generación reclama con justa causa el papel protagonista”. Cuando el rey Juan Carlos abdicó hace diez años después de la crisis de Botsuana y rodeado de cada vez más escándalos, la casa real trató de empezar una nueva etapa con una nueva generación personificada no solo en Felipe VI, sino también en Leonor, a la que no se fotografía con su abuelo desde 2018.

En esta década de Felipe y Letizia como reyes —el 19 de junio, 10º aniversario de su proclamación, lo celebrarán con diversos actos—, el actual monarca ha intentado marcar distancias con la figura del emérito a medida que su imagen se iba deteriorando cada vez más. Una distancia que terminó siendo física y que culminó con la mudanza de Juan Carlos I a Abu Dabi en plena pandemia, después de que el rey renunciara a su herencia y retirara la asignación oficial a su padre.

El emérito ha sido en la última década un auténtico quebradero de cabeza para Zarzuela, pero en los últimos meses varios expertos han apuntado a un posible acercamiento entre padre e hijo que culminaría con una supuesta vuelta a España de Juan Carlos I, de 86 años y aquejado de varios problemas de salud. Los pasos se van dando muy poco a poco, ya que el emérito no ejerce ninguna función pública y no participó en actos destacados como la jura de la Constitución de la princesa Leonor, a la que se ha intentado desvincular lo máximo posible de la figura de su abuelo.

“Ha habido una evolución a la hora de tratar el tema en la casa real. Si nos remontamos al histórico, en ningún momento se dijo que hubiera ni la más remota posibilidad de que el que es ahora rey emérito pudiese abdicar. Creo que es una evidencia que desde la caída en Botsuana hubo un antes y un después, que la imagen del emérito se deterioró de una manera brutal y a partir de ahí se empezaron a abrir diversos escenarios”, explica Ferran Lalueza, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC y experto en comunicación institucional y de crisis, sobre cómo abordó Zarzuela en un primer momento la situación.

“El traspaso de poderes, que en realidad era borrón y cuenta nueva, empezamos de nuevo porque lo que tenemos está tan quemado que no se retocar de ninguna manera, se hizo bien. El problema es que justo después de eso comenzaron a emerger escándalos uno detrás de otro"
Ferran Lalueza

Para el experto, la propia abdicación fue una medida para salvar la corona. “Suponía un cambio muy grande sobre lo que había hecho hasta ese momento la casa real y ese primer momento de cambio se gestionó con poco acierto. Ahora parece que sí, que no, ahora desmentimos... Eso acaba erosionando la credibilidad. En temas de esta gravedad tienes que ser consecuente y no puedes tener a un país pendiente de si me voy o me quedo. Entre el 2012 y el 2014 no se hicieron las cosas bien y cuando acabó con la abdicación, creo que fue una decisión necesaria”, defiende Lalueza.

Padre e hijo, en el acto para imponer la banda de capitán general a Felipe VIGetty Images

El profesor cree que fue una medida “drástica” que se articuló bien, pero que pronto fue insuficiente. “La escenificación del traspaso de poderes, que en realidad era borrón y cuenta nueva, empezamos de nuevo porque lo que tenemos está tan quemado que no se retocar de ninguna manera, se hizo bien. El problema es que justo después de eso comenzaron a emerger escándalos uno detrás de otro, algunos con implicaciones judiciales, ya no digo éticas o morales, sino legales muy serias y muy graves. Creo que ahí realmente la estrategia que se aplicó desde la casa real seguramente era la única que se podía aplicar que era la del cortafuegos, que ya se había hecho con la infanta Cristina al reducir lo que es estrictamente la familia real”, recuerda Lalueza.

Diana Rubio, doctora en comunicación, politóloga y experta en protocolo, imagen y etiqueta, cree que en los primeros años tras la abdicación, Felipe VI “siempre estaba a la sombra de su padre y ha sido una sombra muy alargada por todos los escándalos que han ido saliendo con el tiempo”, algo que no siempre se manejó bien. “Es cierto que la comunicación de crisis de casa real cuando se empezaron a destapar los asuntos del rey Juan Carlos no fue la mejor, todos lo podemos decir”, asegura la politóloga y experta en imagen. Posteriormente, recuerda Rubio, desde Zarzuela “han intentado dar muestras de transparencia para demostrar que la casa real está en una nueva era, con respeto por la legislación”.

“Felipe VI siempre estaba a la sombra de su padre y ha sido una sombra muy alargada por todos los escándalos que han ido saliendo con el tiempo"
Diana Rubio

Antes de que el rey Juan Carlos dejara España se tomaron otras decisiones para intentar reducir al máximo la visibilidad del antiguo monarca. En primavera de 2019 se retiró de la vida pública y en en marzo de 2020, en plena pandemia, Felipe VI renunció a su herencia y a la de su hija Leonor, todavía menor, y retiró al emérito la asignación anual que recibía hasta ese momento.

“Intentaban acotar los daños y marcar distancias lo máximo posible, pero los escándalos siguieron creciendo de manera alarmante y no bastaba con alejarle de la función pública, había que marcar una distancia física, geográfica. Al final, mientras el rey emérito estuviera utilizando instalaciones de Patrimonio Nacional por mucho que no tuviera una función pública era muy evidente que se estaba beneficiando de su rango”, asegura Lalueza.

Tierra de por medio

Esa distancia geográfica llegó en agosto de 2020, cuando el rey emérito anunció a través de una carta que había decidido trasladar su residencia fiscal a Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos), donde fijaría su residencia permanente en 2022. La decisión evidenció que la situación era insostenible y que la relación entre padre e hijo estaba totalmente fracturada.

“El tema de los escándalos del emérito, aunque todo el mundo lo sabía por lo bajini, en corrillos, cuando saltó ni ellos mismos supieron manejarlo. Han necesitado tiempo para digerirlo y que el rey Juan Carlos se haya ido a otro país, aunque ahora lo estemos viendo más en España, les dio un poco de tiempo para digerir todo lo que provocó el rey Juan Carlos”, reflexiona Rubio, que cree que actualmente Felipe VI “lo está haciendo bien”.

“Al principio se equivocaron porque permanecieron en silencio, no decían nada y la sociedad requería explicaciones"
Diana Rubio

La politóloga cree que “al principio se equivocaron porque permanecieron en silencio, no decían nada y la sociedad requería explicaciones”, mientras que Lalueza cree que “el cortafuegos fue muy drástico pero que no había otra” dada la situación que afrontaba Zarzuela. “El nivel de escándalo era tan alto que era necesario algo mucho más drástico y el autoexilio forzoso ayudó a establecer esa cortina de hierro entre la casa real actual y los que la habían precedido”, asegura.

“El nivel de escándalo era tan alto que era necesario algo mucho más drástico y el autoexilio forzoso ayudó a establecer esa cortina de hierro entre la casa real actual y los que la habían precedido"
Ferran Lalueza

El docente recuerda que esa separación, además de institucional, es familiar y que desde casa real han aprovechado para jugar “una doble carta” con esta nueva realidad. “Por un lado se suponía que el rey emérito y el actual habían tenido siempre una relación excelente y entonces se jugó un poco la carta de la lástima, de ‘mira qué pena que padre e hijo se han distanciado’, que es un poco tocar la fibra sensible al personal para en el futuro contribuir a pasar página. Pero por otro lado el rey asume su labor con máxima profesionalidad y para él eso está por encima de cualquier otra cosa, incluso de las relaciones más próximas como la de su padre. Es un mensaje de ‘este rey no está para tonterías, se lo toma en serio’. Esos mensajes refuerzan la institución, son convenientes”, defiende Lalueza.

¿Preparando el terreno para la vuelta?

Juan Carlos I volvió por primera vez a España en mayo de 2022 en medio de una enorme expectación, dándose un baño de masas en las regatas de Sanxenxo y respondiendo “¿explicaciones de qué?” cuando la prensa le preguntó si tenía algo que decir sobre sus causas judiciales, el cobro de comisiones o las cuentas en Suiza. En ese mismo viaje aprovechó para reunirse brevemente en Zarzuela con su hijo, pero no trascendieron imágenes del encuentro.

Desde entonces el emérito ha vuelto en varias ocasiones a España, cada vez con más frecuencia y menos expectación, como este mismo fin de semana. El antiguo monarca aterrizó este miércoles en Vigo después de hacerse un chequeo médico en Vitoria y está pasando unos días de nuevo en Sanxenxo, en casa de su amigo Pedro Campos, que se ha convertido en su anfitrión habitual.

Estos viajes cada vez más recurrentes son lo que Lalueza denomina “una nueva fase” de la relación entre el emérito y la casa real actual y que “se está preparando el terreno para un eventual regreso”. “La primera vez que vino a Sanxenxo fue un escándalo, pero ahora que si viene a un entierro, a una boda, que si vuelve a Sanxenxo... Se está normalizando, desde mi punto de vista se está blanqueando”, defiende el profesor.

“Esto coincide en un momento en el que las causas judiciales se han ido cerrando y eso ha ido facilitando ese posible regreso. Dentro de su estrategia lo han hecho bien porque lo están normalizando. Antes había un debate social sobre si estaba bien que volviera o no volviera, pero las últimas veces ya nadie ha planteado si está bien o no”, destaca Lalueza.

“Las primeras veces eran una última hora continúa, ahora se está diluyendo un poco eso e irán dando pasos. No podemos tampoco obviar el factor de la edad”
Diana Rubio

Ese regreso o una mayor frecuencia en sus viajes a España es algo que Rubio también da por sentado, especialmente por la avanzada edad del emérito “Siento ser pájaro de mal agüero, pero el rey Juan Carlos está muy mayor. Imagino que querrá estar más tiempo aquí y la situación va a hacer que cada vez esté más por España”, relata la experta, que también destaca cómo la expectación ante sus visitas ha ido decayendo. “Las primeras veces eran una última hora continúa, ahora se está diluyendo un poco eso e irán dando pasos. No podemos tampoco obviar el factor de la edad”, insiste Rubio.

Felipe y Juan Carlos han coincidido en varias ocasiones en España en las últimas semanas, pero la verdadera prueba gráfica del acercamiento llegó en febrero de este año en Windsor, en la misa homenaje a Constantino de Grecia, hermano de la reina Sofía. Además de sentarse juntos como ya hicieran en el funeral de Isabel II —donde se tomó la primera imagen de los cuatro reyes juntos desde que el emérito se mudó a Abu Dabi—, padre e hijo salieron de la capilla agarrados del brazo. Así permanecieron un buen rato en las puertas del templo siendo fotografiados sin esconderse.

  Juan Carlos I y Felipe VI en el funeral de Constantino de Grecia en febrero de 2024.GTRES

“Lo hicieron de manera consciente. Hay muy pocas cosas, diría que casi ninguna, en el marco de una familia real que no sean estudiadas previamente y cuidadosamente planificadas para crear el efecto que quiere generar. Esos detalles no son gratuitos, sino que responden a una intencionalidad muy clara. Y en este caso creo que la intención es ir allanando el terreno para un eventual retorno”, asegura Lalueza, que cree que ese regreso no se puede improvisar.

Por su parte Rubio matiza que “había que pensar en cómo la sociedad iba a reaccionar a esa primera vez en la que los reyes iban a estar juntos de nuevo en público” después de la tensión de los últimos años. “Muy poco a poco han ido introduciendo esas imágenes de padre e hijo pero yo que creo que todavía la sociedad no termina de olvidar algunas de las cuestiones en las que el rey Juan Carlos es protagonista por su mala praxis”, advierte.

Protección a la figura de Leonor

A pesar de que el rey emérito ha vuelto a coincidir en público con Felipe y Letizia no lo ha hecho la princesa Leonor. Juan Carlos I ni siquiera estuvo en el Congreso durante la jura de la Constitución de la heredera, una decisión que hizo que tampoco estuvieran la reina Sofía y sus abuelos maternos, y solo asistió a la celebración familiar en El Pardo, de la que no trascendieron imágenes.

La última imagen del emérito y Leonor, en diciembre de 2018Europa Press via Getty Images

Si la casa real ha intentado marcar la distancia entre el reinado de Juan Carlos y el de Felipe, el cuidado por desvincular a Leonor de cualquier escándalo ha sido todavía mayor. “A pesar de que el rey actual ha sido muy contundente con esa separación, al final el histórico es el histórico, no puede cambiar el pasado. Hay infinidad de imágenes de los dos juntos y forman parte de la historia, eso no lo pueden borrar, entonces sí que hay un especial cuidado, una intencionalidad de que la heredera del trono no acumule ese histórico de coincidencia”, opina Ferran Lalueza.

"La voluntad de preservar a la nueva generación de cualquier elemento que pueda ser considerado contaminante es una decisión bastante contundente y firme"
Ferran Lalueza

“Creo que el rey Felipe se está encargado de separarlo, de demostrar que esta es una nueva etapa. Leonor pues ya ha tenido algunos matices donde hemos visto que ella se mira y se refleja en su padre, no en su abuelo y que esa etapa de compararla con el abuelo ha pasado”, defiende por su parte Rubio, que cree que ahora mismo es “imposible” una fotografía de las tres generaciones. “Ellos tienen la filosofía de ‘que no hablen, no les demos temas de conversación’. Ellos quieren que se hable del rey y de la princesa de Asturias”, añade.

Además, Lalueza cree que “si se está preparando el terreno” para que el emérito pase más tiempo en España tendrán que plantearse la relación con Leonor. “Si se tira por este camino en algún momento tendrán que plantearse algo puntual entre la nieta y el abuelo para cerrar el círculo, pero creo que estamos muy lejos del momento en el que eso se llegara a producir”, vaticina el experto. Eso sí, Lalueza recuerda que la máxima de Zarzuela estos últimos años ha sido que la imagen de la heredera fuera impoluta: “Puede no llegarse a producir porque la voluntad de preservar a la nueva generación de cualquier elemento que pueda ser considerado contaminante es una decisión bastante contundente y firme”.