Cómo llega la familia real británica a la coronación de Carlos III
En el día grande del nuevo monarca habrá una gran ausencia: Meghan Markle.
Ocho meses han pasado ya desde el fallecimiento de Isabel II y en ese tiempo su hijo, Carlos III ha ido dando sus primeros pasos como monarca dejando claro que tiene un estilo muy diferente al de su difunta madre. El nuevo rey de los británicos tiene el listón muy alto y no ha conseguido alcanzar los niveles de popularidad de la longeva soberana ni tampoco de heredero, el príncipe Guillermo.
Carlos III será coronado este sábado en la Abadía de Westminster en una ceremonia más sencilla que la de Isabel II, aunque sin renunciar a la pompa característica de la casa real británica. Todos los ojos estarán puestos sobre él, que en estos meses ya ha dejado alguna que otra metedura de pata y ha tenido que lidiar con la tensa situación familiar provocada por la mala relación con su hijo menor, el príncipe Harry.
A pesar de que decenas de analistas han intentado dilucidar cómo será el reinado de Carlos III, abanderado de la lucha contra la crisis climática y empeñado en dar espacio a todas las creencias religiosas en Reino Unido, la mayor parte es todavía una incógnita. El nuevo monarca llega a su gran día ante una expectación máxima que no sólo le afecta a él, sino al resto de miembros de monarquía, ya que todos son necesarios para que la maquinaria funcione correctamente y la institución se mantenga.
Camilla, reina con todas las letras
La otra, la rottweiler, la bruja malvada... Camilla entró a formar parte de la vida de los británicos como la causante del divorcio entre Carlos de Inglaterra y Lady Di. La mujer que destrozó el cuento de hadas que nunca fue tal. Tres décadas después, Parker-Bowles está a punto de dar un paso más como reina cuando sea coronada junto a Carlos III este sábado.
A pesar de que se barajó durante años que fuera princesa consorte una vez subiera al trono, fue la propia Isabel II antes de fallecer la que manifestó su intención de que fuera reina consorte. “Cuando, en la plenitud de los tiempos, mi hijo Carlos se convierta en rey, sé que le daréis a él y a su esposa Camilla el mismo apoyo que me habéis dado a mí. Y es mi sincero deseo que, cuando llegue ese momento, Camilla sea conocida como reina consorte mientras continúa su propio servicio leal”, declaró la monarca en una carta el día que se cumplían sus setenta años de reinado.
Sin embargo, la coronación será un antes y un después para Camilla, que tendrá un papel todavía más relevante y pasará de ser reina consorte, como se la ha conocido desde el fallecimiento de Isabel II, a reina a secas. Así lo confirmó la invitación a la coronación, que se refería al nuevo monarca y a su mujer como rey Carlos y reina Camilla, sin rastro de consorte.
Desde su matrimonio con el entonces príncipe Carlos, Parker-Bowles aceptó su rol dentro La Firma sin demasiadas estridencias, primero en compromisos acompañando a Carlos y, después, ganando más peso en solitario. Entre las causas a las que ha mostrado apoyo están las organizaciones que prestan ayuda a las víctimas de violencia de género o el bienestar animal. La BBC destaca su interés en la literatura ya que la consorte ha hablado en varias ocasiones de cómo la lectura marcó su infancia, poniendo en valor la literatura para los más pequeños.
En 2021, Camilla se salió de la línea habitual de la familia real y abordó los asesinatos de Sarah Everard y Sabina Nessa, dos crímenes de violencia machista que conmocionaron Londres y a la sociedad británica. En su discurso, pidió a los hombres implicarse en la erradicación de la violencia de género. Ahora, como reina, le tocará continuar ese trabajo con discreción.
Guillermo y Kate dan un paso al frente
Los nuevos príncipes de Gales, más populares a día de hoy que el propio Carlos III, tendrán que dar un paso al frente en esta nueva etapa como hederedos al trono británico. La familia lleva un año viviendo en Adelaide Cottage, en Windsor, con el objetivo de que sus tres hijos, Jorge, Carlota y Luis, tengan una infancia lo más normal posible alejados del bullicio de Londres y los tabloides.
Sin embargo, el salto en la línea de sucesión hace que el príncipe Guillermo tenga que asumir más responsabilidades de las que tenía hasta ahora, ya que dedicaba gran parte de su tiempo a la educación de sus hijos. Algo parecido le sucede a Kate Middleton, que fue una de las royals con menos actos oficiales en 2022, y tendrá que cambiar a partir de ahora. Además, el príncipe Jorge se irá incorporando paulatinamente a la vida pública como segundo en la línea de sucesión al trono británico.
La popularidad de Guillermo y Kate, para muchos las auténticas joyas de la corona, no se ha resentido después de las tensiones entre el matrimonio y Meghan y Harry. El príncipe de Gales ha salido especialmente mal parado tras el documental y las memorias del duque de Sussex, pero para los británicos es el hijo menor de Lady Di quien tiene la culpa de la situación y él y la duquesa de Sussex son los royals menos queridos junto con el príncipe Andrés.
A pesar de que en los últimos meses se han enfrentado a fuertes rumores de crisis derivados de una supuesta infidelidad de Guillermo de Inglaterra, el matrimonio ha hecho caso omiso a los rumores y ha continuado con su agenda oficial luciendo una sonrisa de oreja a oreja.
Harry y Meghan, tú a Londres y yo a California
Las relaciones entre los duques de Sussex y la familia real británica siguen siendo gélidas, y más tras la emisión del documental de la pareja en Netflix y la publicación de las memorias del príncipe Harry. El hijo menor de Carlos III estará en la Abadía de Westminster para presenciar la entronización de su padre aunque en un segundo plano y sin ningún tipo de protagonismo.
No estarán en Londres ni Meghan Markle ni los dos hijos del matrimonio, Archie y Lilibet, que se quedarán en California. La fecha de la coronación coincide con el cuarto cumpleaños del primer hijo de los Sussex y los tabloides ya insinúan con una posible contraprogramación de Markle, que en los últimos meses ha mantenido un perfil bajo, desde el otro lado del océano.
Según han ido informando los medios británicos a lo largo de estos meses, el príncipe Harry no ha hablado con su familia ni se atisba la reconciliación a medio plazo. El duque de Sussex estuvo en Londres en marzo para participar en un juicio contra la corporación propietaria del Daily Mail y no vio a su padre porque, supuestamente, el nuevo monarca estaba demasiado ocupado.
También ha trascendido que Meghan y Harry bautizaron a su hija Lilibet en California sin la presencia de Carlos III o los príncipes de Gales, que estaban invitados a la celebración. Se espera que este nuevo viaje el de príncipe Harry al Reino Unido sea breve y que no se produzcan conversaciones trascendentes para el futuro de su relación con el resto de la familia.
Andrés, la sombra más incómoda
Y luego está la oveja negra, la sombra más incómoda de la coronación: Andrés. Príncipe, duque de York, hermano del rey, quien un día fue tercero en la línea sucesoria y hoy es un apestado a quien es mejor apartar, con quien no se quiere compartir ni una foto. Andrés acudirá al evento como espectador, en la tribuna de los familiares de Carlos, pero nada más. En el momento del Homenaje de Sangre Real, el tributo que los varones de la familia deben rendir al nuevo monarca, solamente Guillermo acompañará a su padre, relegando así a Harry y, también, a Andrés.
A sus 63 años, ya no es nadie en la Casa. Todos sus títulos reales y militares (había sido hasta piloto en la Guerra de las Malvinas) le han sido retirados por su vida licenciosa, que nunca sabremos si cayó también en lo delictivo, porque La Firma, con la reina al frente, se encargó bien de cortocircuitar el trabajo de la justicia. Y es que Andrés, el hijo preferido de Isabel II, se vio envuelto en la trama del magnate Jeffrey Epstein, uno de sus mejores amigos, que se suicidó en agosto de 2019 en Estados Unidos tras ser acusado de explotación sexual de menores. Al menos 23.
Entre los explotadores de las niñas estaba el príncipe, según el relato de una de las adolescentes supuestamente abusadas. En 2020, la estadounidense Virginia Giuffre presentó una demanda civil contra Andrés en un tribunal de Florida, afirmando que fue forzada a tener relaciones sexuales con él en Londres, Nueva York y Miami, entre 1999 y 2002, siendo menor. "Él sabe perfectamente lo que ha hecho", repetía la joven. Dice que fue "prestada" al hermano del monarca en varias ocasiones más.
La muerte de Epstein llevó al cierre penal del caso, abierto tras mucho esfuerzo, pero las declarantes siguen peleando y tratan de sacar a la luz nuevos nombres de presuntos implicados, para que al menos paguen los que siguen vivos e hicieron daño. Por eso Giuffre insistió en su denuncia, hasta que a principios del año pasado llegó a un millonario acuerdo económico extrajudicial con el príncipe, que se estima que alcanzó los 15 millones de euros para evitar un vergonzoso proceso para la familia real, que hundió su popularidad casi como en los años horribles de los 90. El príncipe no ha sido, pues, procesado penalmente y sigue negando las acusaciones.
Hay otra chica, Johanna Sjoberg, que aseguró que posó con el príncipe en 2001, mientras con una mano tocaba su pecho desnudo y con la otra, el de Virginia. Sus abogados dijeron que tenían material de la chica desnuda con Andrés, estando en el apartamento de Epstein en Manhattan. Esta denuncia no ha llegado a cuajar en los tribunales, por ahora.
Isabel II, aunque lo protegió todo lo que pudo, lo despojó al fin de sus premios, supuestamente bajo la presión del actual monarca y del heredero Guillermo, que según la prensa británica es quien más se opone a que retome cualquier tipo de actividad representativa. Lleva casi cuatro años sin pintar nada y si es noticia es precisamente por sus acuerdos judiciales o porque le griten en la calle: fue el único momento oneroso del funeral de su madre, en septiembre, cuando un ciudadano le gritó al pasar que era un "viejo enfermo".
Cuando pase la coronación, Andrés ya no será más llamado "alteza real" ni podrá usar su casa de siempre, Royal Lodge; su hermano lo mandará a la más discreta y lejana residencia de Frogmore Cottage. Su asignación económica se verá también recortada. Nada que ver con su popularidad cuando posaba con Sarah Ferguson y sus hijas, Beatriz y Eugenia, como una familia divertida, relajada, menos remirada y juzgada que la de Carlos.
Discretos, pero eficientes: los duques de Edimburgo y la princesa Ana
Hasta hace solo unos meses, Eduardo, el hijo menor de Isabel II, y su mujer Sofía ostentaban el cargo de Condes de Wessex, una condecoración menor a la de otros miembros de la familia real. Eso cambió el pasado mes de marzo cuando Carlos III decidió seguir los deseos de su padre y otorgar a su hermano el título de duque de Edimburgo, que había sido devuelto a la corona tras el fallecimiento del marido de la reina.
Los nuevos duque y duquesa de Edimburgo asumirán más responsabilidades y heredarán tareas que desempeñaba el consorte de Isabel II, pero eso no quiere decir que hasta ahora no pusieran empeño en su trabajo como miembros de La Firma. De hecho, Eduardo y Sofía se han ido ganando poco a poco a los británicos gracias a su discreción y a su paso al frente tras la salida de Meghan y Harry de la casa real.
Todavía es una incógnita el papel que tendrán Eduardo y Sofía en el reinado de Carlos III pero se espera que el nuevo monarca cuente con ellos como parte del núcleo duro de la monarquía. Tampoco faltará en este nuevo esquema la princesa Ana, que en los últimos años se ha posicionado como la royal más trabajadora, sumando el mayor número de compromisos oficiales en un año.
Ana, que compitió en los Juegos Olímpicos como amazona, fue la persona que acompañó el féretro de Isabel II desde Balmoral (Escocia) hasta Londres cuando falleció el pasado septiembre y siempre se la ha considerado una de las grandes confidentes de su hermano Carlos por lo que es probable que siga siendo parte fundamental de la monarquía pese a los planes del nuevo monarca de reducirla.
En una entrevista con una cadena canadiense hace unos días, la princesa reconoció que no le gusta demasiado la idea y que desde que se empezó a hablar de esa nueva versión de la monarquía han pasado muchas cosas y varias personas han abandonado la institución. Decida lo que decida su hermano, prescindir de ella sería perder al miembro de la familia real mejor valorado por los británicos por detrás de Isabel II.
La princesa Ana tendrá un papel especial en la procesión posterior a la coronación de Carlos III ya que será lo que se conoce como Palo de Oro y desfilará a caballo con su uniforme militar justo detrás del carruaje en el que viajen los reyes tras ser coronados en la Abadía de Westminster. Es la primera mujer en la historia en hacerlo.
Lo que dicen las encuestas
Las encuestas demuestran que la familia llega a la coronación desgastada. No hundida, pero sí tocada. Hay miembros de la Casa que bajan la nota media de la institución hasta niveles preocupantes, por eso uno de los objetivos (y retos) de Carlos es el de apartarse de esos elementos lo más posible, hacer vida aparte y mirar adelante.
Los datos de YouGov, la firma demoscópica de referencia en Reino Unido, constatan que la monarquía, en general, es popular, aunque con profundas divisiones generacionales. Hasta un 62% de los ciudadanos de Reino Unido quieren que se mantenga el sistema actual, pero hay dos cifras que obligan a Carlos y los suyos a tentarse la ropa: que esa cifra era 13 puntos mayor hace sólo una década y que sólo el 36% de los jóvenes elige esta respuesta, mientras que el 40% quiere un jefe de Estado elegido en las urnas. O sea, que pierden apoyos a chorros, que los datos están "significativamente por debajo de los niveles anteriores", en palabras de los analistas de la firma.
El 58% de los encuestados aún califican a la corona como "buena para el país", pero en 2012 llegaban al 73%, y otro 54% entiende que la relación calidad-precio es buena, lo que da y lo que se lleva. Sin embargo, uno de cada tres ya cree que no lo es, que les cuesta más que les aporta, porcentaje que baja al 37% entre los jóvenes y sube al 70% entre los ancianos. Sólo el 45% de los británicos dice sentirse orgulloso de su monarquía.
Miembro a miembro, las diferencias son notables. El rey Carlos tiene una popularidad del 59%, misma cifra de personas que creen que está haciendo un buen trabajo en estos primeros meses de reinado. Llegó a tener un 70% cuando su madre murió, pero los apoyos ya se han estabilizado. Entre los miembros de la familia, aprueban a juicio de los ciudadanos -además del monarca- la reina Camilla (48% frente a 39%), el príncipe Guillermo (72-20), la princesa de Gales (71-17), el príncipe Eduardo (56-24) y, sobre todo, la princesa Ana, la más respetada, con un 72% de popularidad, como su sobrino el heredero, pero con menos animadversión, un 15% apenas.
En la cola, los problemáticos. Harry y Meghan suspenden con un 29 y un 24% de popularidad, respectivamente (o con un 63 y 65% de rechazo, si se lee por el lado contrario), mientras que cierra la lista familiar el príncipe Andrés, apestado y apartado tras sus denuncias de abusos a menores. Sólo es popular para el 10% de los ciudadanos, pero lo castiga un aplastante 82%.