'La vida secreta de las madres', el podcast de la nueva generación de madres 'millennials'
Paola Roig y Andrea Ros están a los mandos de este espacio de Podimo que contó con la presencia de las exministras Ione Belarra e Irene Montero para inaugurar la cuarta temporada.
¿Qué les pasa a las madres mientras son madres? "Mientras somos madres estamos vivas. Somos sujetos independientes con nuestros anhelos, nuestros sueños, nuestros deseos, nuestras heridas, nuestros aprendizajes. Nos pasan cosas en el trabajo, me pasan cosas con quién soy, cumplo años...", argumenta Paola Roig, psicóloga perinatal y una de las creadoras del podcast La vida secreta de las madres —en Podimo—, un espacio que se ha convertido en referente de la nueva maternidad.
Le acompaña en esta aventura Andrea Ros, actriz y divulgadora perinatal, dispuesta a compartir y aprender de crianza, pero también a animar a su comunidad a quitarse "la careta de madre para ver que debajo de esa madre hay una persona a la que le pasan cosas".
Paola y Andrea, Andrea y Paola, han sentado en su estudio a Ada Colau, a las cantantes Beth y Rigoberta Bandini, a la divulgadora sexual Noemí Casquet, a la artista María Llopis... para hablar de conciliación, agotamiento, lactancia y ansiedad. Y programa a programa, entrevista tras entrevista, llevan cuatro temporadas en activo y cuentan con una comunidad fiel que siempre tiene algo de qué hablar y debatir.
Habeis inaugurado la cuarta temporada del podcast con dos invitadas de excepción: las exministras Irene Montero e Ione Belarra.
Andrea Ros: Estaba pensado empezar con ellas. Normalmente solo tenemos una invitada y este ha sido el único programa en el que hemos tenido dos. Las contactamos porque nosotras nos dedicamos a hablar de maternidad con madres; entonces, hablar de maternidad con dos madres que están en una situación en la que no está todo el mundo, con un nivel de exposición y de odio muy, muy heavy nos interesaba mucho. Nos interesaba poder hablar con ellas sobre su experiencia de maternidad y también, inevitablemente, como personas que han estado dentro del engranaje político para nos contasen realmente cuál es la resistencia frente a las políticas públicas que cuidan la maternidad. Queríamos entender qué pasa, por qué no estamos avanzando. Y fueron muy generosas desde el primer contacto.
Precisamente, respecto a ese odio que se vuelca hacia ellas desde cualquier lugar de debate público, Ione Belarra os decía que sus hijos le habían salvado la vida en este tiempo. ¿Pensáis que a todas las madres los niños les salvan un poco la vida? ¿Hace que todo merezca la pena?
Paola Roig: Bueno, eso es muy gordo. No lo sé... Es como lo que estamos condenados a decir las madres buenas: “Al final, todo merece la pena”. No sé. Habrá casos en los que no y hay madres que hablan de arrepentirse de haber sido madres, con lo cual esa realidad existe. Pero sí creo que los niños nos ayudan mucho si los miramos a estar en el aquí y ahora. Eso sí, porque para ellos no hay pasado, no hay futuro, no hay exposición pública, no hay redes, no hay nada... Hay lo que está pasando aquí y ahora. Nos ayuda mucho hacer una toma de tierra, que es algo que también decía Paula Ribó (Rigoberta Bandini) en su capítulo: como que en momentos de gran exposición, su hijo le ayudaba a bajar a lo que de verdad es importante, que es lo pequeño.
Andrea Ros: Yo, más que decir algo tan grande como que todo merece la pena, yo sí que diría que al final los niños son una oportunidad para mirar, ¿no? Pues hay a quien le valdrá la pena y lógicamente a quien no, porque en el sistema precario en el que vivimos, la maternidad para muchas mujeres se convierte en una trampa y se convierte en una jaula muchas veces.
¿Con esa frase volvemos a entrar en esa romantización de la maternidad, del papel de madre, que la que no lo siente, pues va a cargar con esa culpa durante toda la vida?
AR: Con el tiempo, uno aprende a ver que el patriarcado opera de una forma muy concreta y cuando se le gasta un discurso encuentra otro para convertirlo en lo mismo, ¿no? Antes era no dejarnos salir de casa y ahora el discurso nos lleva al final al mismo sitio que es volver a estar sumisas a la crianza, pero de otra forma. Te lo cuento distinto y parece otra cosa, pero es la misma cosa.
De Ione e Irene, ¿habéis aprendido algo?
AR: A mí personalmente lo que me ha dado hablar con ellas es perspectiva, porque al final la ciudadanía, inevitablemente, nos ponemos muy exigentes con nuestras políticas y nuestros políticos, y en realidad no pueden hacer nada. O sea, como que te das cuenta de que el engranaje es mucho más inmenso y que estas personas a las que le responsabilizamos de cambiar el mundo se están topando contra una pared constantemente. Irene nos decía que, por el camino, cuando abrían la puerta, cuando conseguían algo, ni siquieran lo celebraban porque veían todas las puertas que quedaban.
Al final, hablar con dos personas que tienen un personaje público tan definido, no por ellas, sino por el contexto, por los medios de comunicación y demás, es interesante darte cuenta de que detrás de un personaje siempre hay una persona, y a mí eso es lo que me mueve en general en la vida.
PR: Cuando terminas el capítulo entiendes... Yo también he podido preguntarme cómo puede ser que no haya hecho nada. Cuando te sientas a hablar con ella y dedicas un rato, te das cuenta que es algo que en realidad todos sabemos, que el sistema no se cambia con una persona ni con un partido político, que hay una cosa muchísimo más profunda y estructural.
Las millennials habéis llegado a la maternidad. ¿Sentís que vuestra forma de ser madres es diferente de la de las madres de la generación anterior?
PR: Yo creo que sí. Hay muchas características de las millennials que se usan como caricaturas, pero hay una, que es el sobrepensar, el pensar mucho todo, analizar mucho todo, poner mucha conciencia a todo, que las madres millennials nos llevamos a la maternidad. Y esto tiene mucho que ver con lo que nos pasa como generación: sentirnos no suficientes, sentir que no llegamos, ser muy exigentes... No sólo pasa con la maternidad, pasa en el trabajo con el síndrome de la impostora, pasa con no sentirnos buenas hijas, con no sentirnos buenas amigas... Cuando llegamos a la maternidad, estas características, más o menos de caricatura, que tenemos como generación, salen.
AR: Yo creo que sí, que tenemos algo en común, y esto no quiere decir que las mujeres antes que nosotras no hayan sido buenas madres y madres respetuosas toda la vida. Pero socialmente nuestra generación tiende al respeto a la infancia y es algo que viene de muchas décadas atrás, no tener la infancia en el centro. Pero esto es una cuestión cultural y y estructural. Por ejemplo, hasta hace 100 años a los bebés se les operaba sin anestesia, porque se creía que no sufrían, que su cerebro no estaba sufriendo. Lo que desarrolla esto se puede ver en cómo está estructurada la sociedad, en cómo están estructuradas las ciudades, en cómo están estructurados los horarios laborales de las familias, la conciliación, los cuidados en general. Se puede ver en los niños, pero se puede ver en los ancianos o se puede ver en las personas con diversidad funcional que necesitan un tipo de cuidados distintos. Lo que no es un hombre cis blanco hetero en Europa se queda en los márgenes y yo creo que nuestra generación de madres sí que están intentando poner el foco en que un bebé ya una persona. No es un proyecto de persona si no es ya una persona.
¿Qué es ser una buena madre para vosotras? Aunque creo que huís un poco de ese concepto...
PR: Es que intentamos desvincularnos de la buena madre y la mala madre porque creemos que son conceptos que nos oprimen, que nos hacen daño, que nos vuelven rígidas y que nos evitan el disfrute. Yo reivindico mucho, que todo el mundo me lo ha oído 1.000.000.000 de veces, el concepto de 'madre suficientemente buena', que es hacer lo que se puede con lo que se tiene e intentar crecer. Intentar atender a tu criatura lo mejor que puedas. Al final tiene que ver con el sentido común, que creo que es lo que a veces perdemos las madres millennials.
AR: Hay una cosa que tenemos que entender con toda esta sobreinformación que tenemos y con toda esta cosa de ‘la madre de la teta, colecho, porteo’, esta nueva corriente que parece casi un dogma: hay que tener en cuenta que es muy difícil ser una madre negligente. Tendemos a tener miedo a traumatizar a nuestros hijos, a no llegar a cumplir con lo que se espera de una madre, ¿no? Y yo creo que este mensaje es importante que llegue a las mujeres. Es realmente difícil ser negligente como madre. Al final nuestros hijos van a estar Ok con unas cosas y no Ok con otras. Pero ser negligentes no es algo sencillo.
PR: Y que nos pasan cosas a todas y nuestros hijos vivirán con eso, igual que nosotras hemos vivido con lo que les pasaba a nuestros padres. Mi madre me dijo ‘yo sentía que os quería y que con eso estaba okey’. Yo pienso que seguramente a las generaciones anteriores les han faltado cosas, pero a nosotros nos falta recordarnos esto, que lo más importante es querer a nuestros hijos y desde ahí ir construyendo e ir pensando, pero sin tanta rigidez, sin tanta norma, sin tanto dogma.
AR: Al final, yo como madre me he dado cuenta de que cuando mejor me han ido las cosas es cuando he confiado en mi intuición, y he mirado a mi hijo y he visto lo que estaba pasando y he hecho lo que he podido, no cuando he puesto en práctica algo que he leído.
PR: La teoría no te puede encorsetar. La teoría es como una guía, como un faro que está al final, donde te gustaría llegar. Pero el camino lo andas y tú sabes si hay piedras, si hay charcos, si hay subidas... y lo tienes que ir construyendo tú. También nos infantiliza mucho esto: hay muchas mamás diciendo ‘¿y esto cómo lo hago? ¿y esto como es?. Y yo les pregunto: ‘¿Y tú qué crees?’ ¿qué necesitas?'.
Tenéis una comunidad muy fiel, ¿cuáles son los grandes temas de conversación o de debate que os piden que abordéis?
PR: Mira, justo ayer pregunté, ¿de qué queréis que hable? Lo que salía más veces repetido era la pareja. De hecho, lo hemos comprobado en el show en directo cuándo preguntamos a las mujeres temas de los que quieren que hablemos y siempre es la pareja, la corresponsabilidad, la carga mental, la sobrecarga que sentimos las mujeres... Ayer recibí un comentario que me decía: ‘¿Cómo pueden ser tan distintos mujeres y hombres? Es muy injusto’. Y luego otra me escribió: "Me he dado cuenta de que yo quería ser padre, no madre".
¿Y cómo puede ser que sigamos así?
AR: Piensa que cuando cumpliste dos años te regalaron una muñeca, un cochecito y una plancha. La estructura te lleva a pensar que cuidar es parte de tu ADN, entonces lo es. Como que sale solo, pero sale solo porque te han enseñado sea así.
PR: Entonces, quiero decir, que por más que yo sea feminista, que esté trabajando esto con mis hijos, que no les compré juguetes divididos por géneros, que no vista a mi hija de rosa, si de golpe el papá de mis hijos, sobre el que no tengo control, no se hace cargo, mis hijos, y especialmente mi hijo varón, va a crecer entendiendo que esta es la figura del padre.
Estamos sobreinformadas en un periodo de nuestra maternidad, es decir, cuando son bebés. Llegan los seis años y a partir de ahí desaparece la información, y hasta que no llega a la adolescencia con sus problemas, no tenemos esa guía con la que ir decidiendo y educando. ¿Creéis vosotras que podéis prolongar tanto el podcast como para llevarlo a los seis, a los siete, a las ocho, a los nueve años?
AR: Ningún tipo de dudas. Piensa que los podcast de hombres no se preguntan nunca si van a poder seguir teniendo material; ellos siempre tienen material. A nosotras nos ha pasado. Yo he llegado a preguntarle a Paola, ¿tú crees que podemos? ¿Hay tanta gente a la que le interese? Claro, mira los podcasts de hombres, mira El sentido de la birra, que me flipa, pero lleva 500 capítulos. Dile tú a Ricardo que ya se le acaba un chollo.
PR: Además nos lo piden, nos piden hablar de lo que pasa a partir de los cinco, de los seis, incluso de los tres De cero a tres hay mucha información, pero a partir de los tres empieza a bajar y ya luego es dramático.
Decís que nadie habla de las madres mientras son madres. Madres vamos a ser toda la vida y casi la mitad de la población es madre, ¿la maternidad tendría que estar más en el foco del debate, en todas sus facetas y versiones?
PR: Es que sosteniendo a las madres sostienen todo. Es decir, se nos llena la boca de hablar de prevención, prevención de salud mental, prevención nutricional, prevención, prevención, prevención... Es la mejor prevención con las madres que están criando, preguntarles qué necesitan; salud materna es salud de la población y esto no se acaba de entender.
AR: Ione Belarra lo decía, ‘para que el bebé esté bien, mamá tiene que estar bien, debe estar bien’. ¿Y esto es lo que siempre se pospone, no? El sistema sanitario público lo que hace es visitarte después de los 40 días postparto, hacerte una revisión con la matrona y, a partir de ese momento, ya nunca más, y con cosas tan sencillas de salud como que muchísimas madres están bajas de hierro, pero como nadie les hace un puto análisis de sangre, pues ahí están agotadas. Este sencillo ejemplo lo podemos trasladar a todo. Cuando pides una derivación a psicología perinatal te dan cita para nueve meses y nueve meses con una mujer con sintomatología de depresión posparto, pues puede derivar en algo tremendamente grave, con riesgo para la vida del bebé. Cuando conoces como se construye la salud mental es cuando te das cuenta del vacío que hay...
¿Sentareis en vuestro podcast a padres alguna vez?
AR: A mí es que, sinceramente, no me interesa.
PR: Es algo que Andrea y yo debatimos con cierta frecuencia. Yo he pensado en ello y me pasa como con la literatura, que llevo toda mi vida leyendo mayoritariamente hombres porque es lo que nos daban a leer y, cuando me di cuenta, empecé a compensar y dije 'ahora voy a leer solo mujeres por compensación'. Creo que con esto me pasa lo mismo. Es decir, han tenido tanto espacio los hombres para hablar de todo, tienen hasta series de paternidad —y no las hay de maternidad—, que cuando lleguemos a un punto en que más o menos esté compensado, pues igual invitamos a hombres, o cuando sea una cosa crucial o lo que sea, pero por ahora no vemos la necesidad.
AR: A mí escuchar sobre paternidad, personalmente, me interesa poco y como soy yo quien está aquí haciendo las preguntas, pues al final yo invito a personas que me interesan profundamente. Las conversaciones en el podcast nacen de nuestro deseo de saber, el deseo de escuchar cosas que aún no sabemos, las que creemos que son importantes.
En vuestro caso, ¿qué papel juega el sentido del humor para crear comunidad?
PR: Yo creo que es clave porque es desde donde se conecta. Y si no nos divertimos haciendo las cosas, se pierde todo. Y lo mismo con la maternidad; la maternidad tiene que poder ser divertida.
AR: Y reírse de una misma me parece sanísimo, me parece que es un drenaje tremendo, y no caer en el drama. Pues claro que me duelen algunas cosas, pero me río porque, chica, estamos todos en el mismo barco. ¿Y qué vamos a hacer entre reír y llorar? Pues prefiero reír más rato.
AR: Bueno, creo que hemos encontrado un equilibrio, el equilibrio perfecto entre la rigurosidad de la información y el entretenimiento, pero que tampoco sea solo entretenimiento.