Adiós a los abuelos: los motivos por los que los yayos ya no quieren saber nada de sus nietos

Adiós a los abuelos: los motivos por los que los yayos ya no quieren saber nada de sus nietos

El peso de la responsabilidad, la edad, la falta de tiempo y el miedo influyen cuando se les involucra en exceso en su cuidado.

Un pareja de abuelos con sus nietos.Morsa Images via Getty Images

Es cierto que hay casos para todos los gustos y situaciones. Pero, sin miedo a errar, podemos afirmar que la inmensa mayoría de las parejas que se plantean tener hijos cuentan con sus padres, es decir, con los abuelos de los futuros niños, a la hora de ocuparse de su cuidado. No es fácil, en la sociedad actual, compatibilizar los horarios laborales de ambos progenitores con los de los niños, pero hay situaciones que están llevando a muchos abuelos a alejarse de sus nietos. ¿Y cuándo surge el problema con ellos?

Hay varias situaciones que son las que más se repiten a la hora de desencadenar ese rechazo. Rechazo, en cursiva, porque no es que renieguen de sus nietos, les quieren con locura, lo que no les gusta es la situación a la que se han visto abocados con ellos, a menudo de una manera prácticamente impuesta por los padres de los niños, que quizás en algunas ocasiones dan por sentado que para eso están los abuelos, para echarles una mano.

En efecto, para echarles una mano, cuando están en las condiciones físicas adecuadas para hacerlo. Pero no para criarles ellos las ocho horas que se pasan ellos en el trabajo, especialmente cuando son bebés o si por alguna razón no acuden a un centro de educación infantil durante los primeros años de vida.

La primera situación con la que se encuentran muchos abuelos es que no quieren volver a vivir el tratar con las enfermedades infantiles, la preocupación constante por su salud y bienestar (de los enchufes a las esquinas de los muebles, a gestionar sus rabietas o a enseñarles buenos modales o a controlar de esfínteres). Cuando tres veces a la semana, por ejemplo (algo muy habitual) son los abuelos los que se quedan con los niños les tocan todos estos papeles.

Por otro lado está la inseguridad que muchas personas mayores sienten a la hora de quedarse solos con niños pequeños. Sobre todo, si es a menudo. Les da miedo esa responsabilidad, que les pase algo cuando están bajo su cuidado. Hay que tener en cuenta que ya no tienen los mismos reflejos, agilidad o habilidades que cuando criaron a sus propios hijos.

Otra cuestión es que el ocuparse de sus nietos les impide tener su propia vida. Es más, lo necesitan. Estén jubilados o no. Hay muchos abuelos que necesitan disponer de su propio tiempo, disfrutar de los hobbies que quizás no han podido hacer, por razones laborales, cuando eran más jóvenes, desde viajar a leer o simplemente disfrutar de pasear sin compromisos ni horarios establecidos.

Para ver y convivir con sus los nietos están los eventos familiares, las comidas de los domingos, los viajes planificados en común o las meriendas en la cafetería de toda la vida. Hay que decir que algunas personas mayores suelen decir que están muy ocupadas yendo al médico, quedando a comer con unos amigos o limpiando la casa, por ejemplo, trabajen o no, para evitar negarse abiertamente a quedarse con sus nietos.

Y este último aspecto, respecto a las obligaciones laborales, también es relevante. Cuando los abuelos aún están en edad laboral, a menudo no tienen horas libres suficientes para ocuparse, además, de sus nietos. Hay que tener en cuenta que muchas veces lo hacen porque ven a sus hijos agobiados, porque ven que no pueden permitirse pagar a una persona que le ayude unas horas con los niños y porque, en el fondo lo hacen encantados. Pero, ojo, a costa de su propio tiempo personal.

Por eso, los psicólogos aconsejan que los padres de los niños hablen abiertamente estas cuestiones sobre el cuidado de sus hijos con sus padres. Y que estén alerta si les ven demasiado cansados tras ocuparse de los niños durante el día. Hay que buscar una solución intermedia para que todos disfruten de todos. Los niños de los abuelos y viceversa. La transmisión de los valores generacionales entre abuelos y nietos es muy enriquecedora para nuestros hijos, eso tampoco debemos olvidarlo. Pero todo con una cierta medida. Y pensando en el bienestar de todos, también de los mayores.