Estos son los pasos para evitar una intoxicación alimentaria con los helados
Con unas simples pautas se pueden mantener las condiciones óptimas para consumirlos sin riesgos.
Son uno de los manjares estrella del verano como pocos en plena era de la ebullición global. En un agosto en el que se espera que algunas ciudades españolas alcancen los 44 grados de temperatura e incluso un poco más, los helados son un aliado perfecto para hacer un parón y refrescar el cuerpo. Sin embargo, estos alimentos también pueden ponerse malos y ser el origen de una intoxicación alimentaria. Por contra, con unos sencillos pasos se puede evitar ese extremo.
Beatriz Robles, dietista y nutricionista, explicó a Maldita, medio especializado en verificaciones, que los helados también tienen "fecha de consumo preferente", que es aquella que se utiliza con los alimentos que no son especialmente perecederos. Sin embargo, esa fecha de consumo preferente es la que se considera mejor para poder disfrutar de los sabores, texturas o nutrientes, entre otras propiedades.
Sin embargo, aunque no es algo tan radical como la fecha de caducidad, que sí señala el momento en el que un alimento se pone malo, todos tienen un límite en el cual se estropean hasta el punto en el que no son aptos para consumir con seguridad. Y los helados no son una excepción.
Conviene recordar, apunta Robles, que el frío no llega a matar a los microorganismos, sino que solo ralentiza su actividad, por lo que no hay que relajarse y pensar que un helado no va a causarnos ningún mal solo por estar en el congelador. Las intoxicaciones alimentarias pueden ocasionar, como hacen la mayoría de las veces, cuadros de síntomas leves que incluyen diarreas, vómitos y malestar general, pero también pueden precisar de asistencia médica profesional para curarse.
Los microorganismos se propagan y reproducen cuando hay agua en estado más o menos líquido, por lo que el momento más peligroso es cuando sacamos las tarrinas del congelador, consumimos una parte, y después los volvemos a refrigerar, ya que el tiempo que han estado a temperatura ambiente hace que las bacterias y microbios se propaguen rápidamente.
Además, no todos los helados son igual de vulnerables. Aquellos que tienen fruta o trozos de chocolate o están hechos a base de crema son más complicados de conservar, ya que esos trozos son objetivo prioritario de los microorganismos. Entonces, llegados a este punto, ¿cómo podemos evitar estas circunstancias?
La prevención empieza en el supermercado. Conviene evitar comprarlos nada más llegar a la compra, ya que de esa manera estará expuesto a las temperaturas del ambiente durante más tiempo. Además, conviene no descongelar, por ejemplo, una tarrina entera, sino solamente aquella parte del helado que se vaya a consumir y el resto dejarlo metido en el congelador para que pase el menor tiempo posible fuera del mismo.