'Soy Nevenka': la reconciliación con el primer MeToo de la España que grita "se acabó"
La cinta de Icíar Bollaín sobre el caso de acoso a Nevenka Fernández llega este viernes 27 de septiembre a los cines.
Aunque Gardel decía en su más que citado tango eso de “20 años no es nada”, la sociedad española es otra en muchos sentidos. De los teléfonos Nokia 3310 al iPhone 16 y el uso generalizado de Internet, pero también en la perspectiva de género de la sociedad. El caso de acoso sexual de Nevenka Fernández que este viernes 27 de septiembre llega a la gran pantalla de la mano de Soy Nevenka, de Icíar Bollaín, sentó un precedente en el feminismo de España: fue el primer MeToo.
La denuncia de Fernández culminó en que el entonces alcalde de Ponferrada, el popular Ismael Álvarez, fuese condenado en 2002 por el Tribunal Supremo con una multa de 2.160 euros y una indemnización de 12.000 euros, pese a que la sentencia del Tribunal Superior de Castilla y León elevaba la multa a 5.780 euros. Pero el escarnio social fue muy superior.
“No me imaginaba que aquella sociedad se iba a poner de esa manera, no me imaginaba aquel grado de incomprensión. Me trataron como a las brujas que iban a la hoguera”, confesó la propia Fernández en El País Semanal. "A mí no me acosan si yo no quiero", decían las vecinas en las multitudinarias manifestaciones a favor de Álvarez.
Un rechazo social que hizo que Fernández se marchase de España porque en el país se le negaba cualquier oportunidad profesional a pesar de su brillante currículum. Ese rechazo lo muestra Bollaín en su cinta en la que se ve cómo tanto los padres de Fernández [a la que encarna la actriz Mireia Oriol] como sus amigas o las compañeras de partido le avisaban de lo “mujeriego” que era ese todopoderoso Álvarez [a quien interpreta Urko Olazabal].
El cuestionamiento de Fernández fue continuo. Por joven, por mujer, por haber entrado recomendada por un cargo del partido en el consistorio de Ponferrada y por haber mantenido una relación breve con él. Todo ello en una Ponferrada donde cualquier rumor era carne de críticas y de miradas.
La ciudad sigue siendo hostil con Nevenka ya que el ayuntamiento no llegó a contestar nunca al equipo de Bollaín para la grabación de la película. “Él es una persona que tiene mucho peso en la ciudad todavía y mucho prestigio. Hay mucha gente que considera que fue un gran alcalde y que no tienen tan claro todo, que han comprado la versión de él, que lo niega todo”, recuerda la cineasta en su entrevista con El HuffPost.
A pesar de la negativa inicial, Bollaín asegura que sí encontraron apoyo en ciertos sectores. “Es verdad que también duele estar otra vez en la crónica negativa y eso sí que lo notamos en la gente que nos ayudaba, que les daba pena volver a estar ahí. Yo les decía ‘bueno, pero Nevenka es ponferradina y es una mujer valientísima, valiosísima, es un referente y eso también es Ponferrada”, señala.
El retrato de Bollaín de esos comienzos de los dosmiles, alejados de las redes sociales, donde el control total que ejercía Álvarez sobre Nevenka pasaba por continuas llamadas, SMS o acoso directo en su domicilio y en el despacho del consistorio asfixia al espectador. La cineasta es capaz de transportar ese asedio que vive una víctima de acoso, que se ve cuestionada incluso por su propia familia, a la gran pantalla.
También consigue incomodar en las escenas más duras, de abuso sexual y de relaciones sexuales aparentemente consentidas y coaccionadas por esa “amistad” que alega continuamente el personaje de Olazabal, que en más de una ocasión le dice: “Esto funciona así, podrías llegar muy lejos si quisieras”.
El relato de Nevenka sigue estando presente en la sociedad. El machismo no ha cambiado, pero sí lo han hecho los ojos con los que se mira. En la cinta no se cuestiona a la víctima, sino que se refleja la historia de Nevenka sin victimizarla. Se plasma el poder, el carisma y las relaciones que hacían que el personaje de Olazabal saliese a la calle y recibiese los ‘buenos días’ de cada vecino. Pero que de puertas para adentro, siempre con una sonrisa en la cara de cara a la galería, tenía acorralada a una Nevenka, que como Oriol en su papel en ocasiones se ve superada por la situación.
Otro de los puntos clave de la cinta es el apoyo de sus amigas, quienes la animaron a salir de la depresión y ansiedad en la que se encontraba envuelta en su domicilio a viajar a Madrid a encontrarse con Lucas [Ricardo Gómez], su entonces amigo y actual pareja. Esa sororidad entre amigas es con la que muchas jóvenes que tienen ahora los 25 años que tenía Nevenka y que apenas tenían un año cuando saltó el caso se pueden ver identificadas.
El acoso no se ha ido, han cambiado algunas miradas. Ese acompañamiento que tuvo la víctima de la Manada, ese “se acabó” que se alzó en ámbitos como la cultura y el fútbol femenino tras el acoso sexual de Luis Rubiales a Jenni Hermoso o esos gritos que han llenado las manifestaciones del 8-M con datos históricos como en 2017 o 2018.
Con esta cinta y, especialmente, con la ovación que recibió Fernández, acompañada del reparto de la cinta y de Bollaín en su estreno el pasado sábado en el Festival de San Sebastián, España se ha reconciliado con ese primer caso mediático de acoso sexual que entonces no supo acoger ni apoyar.