Máximo Huerta: "Estamos en un tiempo muy gris y lleno de miedos, y de complejos y de pudor"

Máximo Huerta: "Estamos en un tiempo muy gris y lleno de miedos, y de complejos y de pudor"

El presentador y escritor acaba de publicar su décima novela, 'París despertaba tarde'.

El escritor Máximo Huerta acaba de lanzar su última novela 'París despertaba tarde'.JAVIER OCANA

En una de las vidrieras que adorna la capilla de San Ignacio de Loyola en la basílica del Sacré-Coeur de París, dos expresivas falleras, con sus coloridos trajes y sus rodetes, forman parte del séquito que se arrodilla ante el pantocrátor —entre los que también hay un indio americano—. El porqué y el cómo de la presencia de esas dos mujeres ahí se convirtió en una obsesión para Máximo Huerta hace ya algún tiempo. Sus investigaciones le llevaron hasta un taller de sedas de Moncada (Valencia) donde fabricaron las telas de esos vestidos que luego fueron reproducidos en vídrios de colores por la firma francesa Casa Maumejean —también responsables de la vidrieras de la Catedral de Sevilla o del Casino de Madrid—.

Explica el escritor que ese descubrimiento es el germen de su décima novela, París despertaba tarde, con la que Huerta nos vuelve a pasear por la capital francesa para disfrutar de los 'felices años 20' en la ciudad que fue el epicentro mundial de la cultura, la diversión y de los movimientos sociales en el periodo de entreguerras. 

"Yo creo que con esta novela culmina una obsesión, la de la de los años 20 del pasado siglo", explica el autor. Asegura que ha dedicados años y años a trabajar en este libro tras el que hay mucho trabajo de documentación, de estudio, de investigación y de campo pateando los cafés, los restaurantes y los sitios de referencia de aquella década. 

Recorrer los escenarios del libro es trazar un tour turístico alternativo por París que nos lleva del barrio de Montmartre al barrio de Montparnasse; de la mítica Place du Tertre a la rue Campagne-Première, por donde desfilaban las chicas esperando que pintores o escultores —como Kisling, Modigliani o Man Ray— las eligieran pasa posar ante ellos; de Chez Julien, el bistrot que es refugio de las protagonistas de la novela, hasta el Café Le Dome, lugar de encuentro de escritores, pintores o filósofos y escenario de largas noches de fiesta y diversión.

"Me parecen años deslumbrantes, ingeniosos, insolentes, porque es parte fundamental de la historia, porque es una revolución cultural y porque es un paréntesis entre guerras en el que lo único que querían era olvidar y lo vivieron con una intensidad inaudita. Y a mí eso me gusta mucho, ese frenesí, brindando y saliendo a bailar....", expone Huerta sobre su atracción por ese momento de la historia de París. "Después de la Gran Guerra, no están para homenajes, ni para desfiles, ni para exponer esculturas al soldado desconocido bajo el Arco del Triunfo, que también lo hicieron. Pero tienen ganas de salir, de olvidar. Es que eran demasiado jóvenes para una guerra. Sólo tenían 18 años y yo, ahora desde los 50, digo ¿cómo no van a querer olvidar? Pues salieron a bailar", relata.

¿Crees que así reacciona todo el mundo? Quiero decir, ¿esa es la reacción de los jóvenes después de un gran sufrimiento?

En ese momento, en todas las familias había habido mucho drama. Había un muerto por casa, casi 1.700.000 muertos. Se dan todos los ingredientes para que estalle el jolgorio, para que digan ‘mira, no estoy’. De hecho, yo me fijo en la juventud de ahora y también les pasa. Les estamos hablando de muchas cosas por la televisión, por el periódico, por las radios y están anestesiados porque a uno no puedes pintarle el futuro negro siempre si no le das una salida.

En este caso, el azar, las circunstancias y las ganas de vivir hicieron que sucediera esa maravilla tan trepidante de los años veinte.

¿Pero ellos no estaban anestesiados? A partir de ahí surgieron movimientos culturales, políticos, la moda...

Más que nunca. No ha vuelto a haber una ciudad tan cosmopolita en la historia, en diez cortos años y con una intensidad bárbara. Nunca se ha dado tantos de ingredientes para tumbar valores del siglo XIX, para emanciparse, para bailarse, para ir de fiesta, para crear.... París fue refugio de italianos, de rusos, de polacos, de americanos, de españoles... París era un islote de libertad. Mientras estaba Mussolini por un lado calentando motores, Hitler en Alemania, los americanos con esa hora de moralidad y de Ku Klux Klan, la Unión Soviética... Entonces, de pronto París es una isla en la que los negros son bienvenidos con el swing de los Estados Unidos. Por eso se dan esas pandillas tan maravillosas de uno italiano, uno polaco, un español o un judío bretón, Modigliani, Marc Jacob, Picasso, los más grandes pintores de la época... Eran es conscientes de que estaban viviendo un momento excepcional y conscientes de que iba a terminar. Y esto es muy de Kiki —se refiere a Kiki de Montparnasse, una de las protagonistas de la novela—. Todos lo vivieron todo como si fuera la última fiesta. No se piensa en mañana, no se piensa qué pasará pasado mañana. Se piensa ahora; ahora que tenemos esto, vamos a salir.

El escritor ante la fachada del Sacre Coeur de París.JAVIER OCANA

Kiki de Montparnasse, personaje real, es una de las protagonistas de la novela, ¿qué te atrapa de ella?

Pues es que, frente a Juana de Arco, que es la que ponía la parte oficial en ese momento, los franceses eligieron otra diosa venida de la Borgoña, pobre, que limpiaba botellas, que se llamaba Kiki y que era amiga de todos los artistas. Ellos encumbraron a otra reina, Kiki de Montparnasse, que representa el espíritu de aquellos años, de aquellos vividores, de aquellas ganas de hacer arte, de disfrutar y de enamorarse de los artistas.

¿Pero la encumbran desde un punto de vista machista?

No, no. Kiki es dueña de ella misma. Posiblemente es la primera mujer empoderada que hace lo que le da la gana. Llegando a lo máximo y estando con quien ella quiere. Ella decía ‘yo quiero liarme con artistas porque me gusta y ya está’. Es una mujer que decide lo que quiere hacer hasta las últimas consecuencias.

Una parte importante de la novela está dedicada a las Olimpiadas de París de 1924. Este año también se celebran en París. ¿Está hecho con toda la intención?

Era una obsesión y quería llegar a esta fecha con el libro. Yo no soy deportista, pero yo he querido llegar a estas olimpiadas entrenado. Y seguramente todas, todas mis novelas están hechas para escribir esta. Porque ya hace mucho tiempo que quería escribir esta historia, pero se me han colado otras en medio. Esta, por la cantidad de nombres, momentos, bares, artistas, cuadros, deportistas... era una obsesión que he culminado.

España participó en esas olimpiadas con 100 deportistas... Participó la tenista Lili Álvarez, la primera deportista española en unos Juegos Olímpicos.

Cuando describes lo que pasaba en las calles de París por los Juegos Olímpicos, ¿es real, es veraz?

Sí, la ceremonia, la villa olímpica —en la que no dejaban entrar a las mujeres porque textualmente eran la tentación—... Bueno, llamar ciudad olímpica a unos barracones es un poco osado, pero era la primera vez que había ciudad olímpica. También hubo eslogan, logotipo, una ceremonia de inauguración con palco de autoridades y suelta de palomas, y desfile de comitivas de los países. Es tal cual ahora, pero en blanco y negro. Ahí se sentaron las bases de los Juegos Olímpicos modernos. Y mira ahora, cien años después.

Kiki comparte protagonismo con Alice, pero es todo lo contrario que la ‘feliz’ Kiki...

Alice representa a todas las mujeres humildes que se sacaron las castañas del fuego en un tiempo duro. Ella es una mujer que trata de salir de la miseria, que los padres ya no están, que tiene dos hermanos y podría ser una mujer cualquiera después de la guerra. Saca adelante su negocio y le pone su nombre, algo muy difícil en un tiempo en el que ni siquiera podían votar. Y además es una mujer con culpa, con arrepentimiento, que ha sido modelo para los pintores. Cuando vas a un museo y ves cuadros de mujeres anónimas, ella representa a esas mujeres anónimas que fueron esenciales en este tiempo y es un homenaje.

La moda también juega un papel muy importante en la historia...

Lo que sé de moda lo aprendí estudiando y la moda de los años 20 es clave, no va en paralelo a lo que está pasando, es clave. Es la liberación de la mujer, porque se han ido los hombres a la guerra y se les tiene que apañar solas, y coincide que hay un montón de modistos humildes y modistas que de pronto cambian la silueta. Llevan ropa deportiva ancha, cómoda y se cortan el pelo, se quitan el corsé. La moda explica muy bien que se está viviendo. La moda es indispensable. En este tiempo no habría sucedido lo mismo con un corsé ni con un moño largo lleno de agujas.

¿No es una novela de amor, verdad?

Es una novela histórica, de época, porque refleja todo y todo es real. Y en cualquier caso, es una novela que habla de la amistad y del poder de unas mujeres frente a un clima hostil.

En los agradecimientos dices que este ha sido un tiempo de heridas en el que has vivido muchas cosas importantes. Dejaste tu vida a un lado para instalarte en Buñol y cuidar de tu madre. ¿Has curado esas heridas?

Ay, sí, pues mira, yo nunca hago agradecimientos. Creo que es la primera... Nunca hago agradecimientos porque nadie los lee, pero en esta ocasión los necesitaba porque sí que este ha sido un tiempo largo de heridas y de metamorfosis, de tumbar paredes para reformarme. Y entonces esta novela me ha servido de máquina del tiempo y de catarsis estupenda para meterme en unos años en los que, a pesar de las circunstancias y de las heridas de verdad de una guerra, también son capaces de sobreponerse.

¿Te contagiaba cuando escribías de esa alegría de vivir?

Mucho... Yo creo que me he empadronado en la novela por disfrute.

¿Cuánto te salva la cultura, cuánto te salva el arte?

Bueno, pues me salva una canción puesta en el momento oportuno. Me salva ir a una expo o irme a un restaurante a comer, porque la gastronomía también es cultura. Todo lo que me sienta bien, viene de la cultura. Pero a todos: ponerte una peli, leer un libro, abandonarlo, escuchar una canción, ver una obra de teatro, que vayas otra vez al cine, que te guste la película, que leas otra novela... O sea, creo que todo eso es lo que te alimenta y de lo que luego te acuerdas. De eso y de las parejas.

Estás metido de lleno en la promoción. ¿Cómo llevas esta parte, ese capítulo imprescindible de cada novela?

Estoy muy feliz con la novela, muy contento, posiblemente más que nunca. Me acuerdo de que con la anterior —Adiós, pequeño— era más duro porque era muy introspectiva, pero con esta es la alegría de vivir. Y quiero transmitir esta alegría: ponernos a todos frente al espejo y decir ‘mira qué alegría de vivir que había en medio de semejante drama’.

Quiero mostrar que estamos en un tiempo muy gris y lleno de miedos y de complejos y de pudor. 

¿Poca libertad y poco libertinaje?

De poca diversión, diría yo. Obviamente los logros que se han conseguido ahora son indiscutibles, pero la capacidad de sobreponerse y de darle la vuelta a la tortilla en los años 20, y ser espejo, refugio, paraíso para todos, es de aplauso.

El primer lugar en el que vas a presentar París despertaba tarde es la Librería de Doña Leo. ¿Qué ha significado esa librería para ti?

Pues es el gran acierto de mi vida. Mira que me he equivocado en cosas, pero este ha sido un gran acierto, me da muchas alegrías, cada día una, sin lugar a dudas. En un pueblo en el que no había librería —había papelerías que vendían algunos libro—, haciendo frente a las cadenas importantes que hay y a las noticias tristes de librerías que cierran porque no va la gente, me siento como un revolucionario abriendo una librería en un entorno rural que ha dinamizado la vida cultural del pueblo. Parece la oficina de turismo y me gusta que Buñol (Valencia) se convierta en un lugar de visita por una librería, no por un restaurante de cinco estrellas, ni por un castillo, sino que sea por libros, me parece algo inaudito, maravilloso.

Máximo HuertaJAVIER OCANA

¿Son París y tu librería, tus lugares del mundo?

Pues mira, no lo había pensado, pero sí, lo son. Me has puesto frente a la pared. Sí, la librería aquí, en Buñol, y París. Y tan parecidos. La librería está inspirada en una que hay en París, que se llama La Belle Hortense, muy bonita, con un color muy parecido, y que sirven vinos.

Dices que tu librería es la segunda más bonita de España. ¿Cuál es la primera entonces?

La Mistral, en Madrid. No quiero quitarle mérito a mi amiga Andrea.

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Mila Fernández es redactora de LIFE en 'El HuffPost' y editora de branded content. Antes, fue redactora de estilo de vida y gente en revistas femeninas —AR, LOVE y SMODA—, dirigió la revista Turismo Rural y trabajó delante del micro en Radio España. Puedes contactar con ella en mila.fernandez@huffpost.es