Luis García Montero: "Una fundación llamada Francisco Franco legitima un golpe de Estado"

Luis García Montero: "Una fundación llamada Francisco Franco legitima un golpe de Estado"

Entrevista con el presidente del Instituto Cervantes con motivo de los 100 años de Cadena SER y el legado que ha dejado la emisora en la Caja de las Letras.

El poeta y director del Instituto Cervantes, Luis García Montero.Sergi González Bueno

La radio ha formado parte de la vida del poeta y director del Instituto Cervantes, Luis García Montero desde que era "un muchacho". Desde los debates políticos de la Transición que seguía su época universitaria al Carrusel deportivo donde seguía los partidos de fútbol, con especial cariño a su equipo de cabecera, el Real Madrid.

Entre las ondas, si hay una emisora que ha calado en su memoria, esa es la Cadena SER, la cadena decana de la radio española que este 2024 celebra su centenario. 

Precisamente, con motivo de estos 100 años, el pasado jueves se dejó parte del legado de la radio —desde la partitura de su sinfonía al equipo técnico con el que se cubrió el golpe de Estado del 23-F— en la cámara acorazada de la Caja de las Letras, en el Instituto Cervantes.

Para Montero, la radio es una parte esencial de la democracia y de la cultura: "La radio está como eje periodístico muy en el fondo de la cultura". Una democracia que, tal y como comenta a El HuffPost, tiene que mirar a otras "con más madurez" como Alemania, de la que se ha tomado nota en decisiones recientes como la del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, de eliminar y prohibir la Fundación Francisco Franco.

¿Cree que el desarrollo de nuevos formatos a raíz de la radio, como los podcast, puede servir para desarrollar nuevos lenguajes?

Creo que sí, a mí me parece que la radio está muy pegada a la vida. Al celebrar los 100 años de la puesta en marcha de Radio Barcelona y después de Unión Radio aquí en Madrid, estamos celebrando 100 años de la historia de España y la sociedad española. A mí me parece que para lo que significa la cultura y, más en concreto, un idioma, el protagonismo de las voces es fundamental. Cómo se habla tiene que ver con la historia que se vive. En ese sentido, las acentuaciones, los tonos, los estados de ánimo tienen que ver con la voz y, por eso, la radio está como eje periodístico muy en el fondo de la cultura.

Creo que el periodismo es muy importante en una sociedad democrática, pero la radio además es voz viva que se pega a los estados de ánimo y cuando se transforma la radio responde a las transformaciones de la sociedad, que van desde los informativos, las noticias, los programas o a las nuevas posibilidades, como los podcast. Estoy muy acostumbrado a que amigos y amigas vayan a caminar o hacer deporte y vayan con sus auriculares oyendo un podcast que tenga que ver con sus propios intereses. Es una manera de extender la información pudiendo profundizar en cosas de interés. En eso la cultura siempre sale ganando porque hay mucho podcast de interés cultural a la hora de recordar un episodio concreto de la historia, un autor concreto o cualquier cosa que tenga que ver con la sociedad.

¿Qué momento histórico tiene asociado con la radio en su memoria?

Recuerdo como estudiante, en los años 1975 y 1976 con fuerzas para estudiar por la noche oyendo la radio, en el programa de la noche de Cadena SER, Hora 25, con los debates, las informaciones políticas que entonces eran el tejido que más nos interesaba en la transición hacia la democracia desde la dictadura como militante en las fuerzas que luchaban por la democracia. 

Tengo también muy en la memoria los viajes en coche entre mi ciudad Granada y Madrid oyendo la radio y viendo cómo los kilómetros se acompañaban de noticias y si se trataba del sábado o domingo, en esa radio estaba el deporte, siguiendo el fútbol, lo cual siempre es un entretenimiento, el Carrusel deportivo, fundado por Bobby Deglané en los años 50, que ahí no llego yo, pero a partir de los años 60 sí que tengo recuerdos de ir en el coche de mi padre siendo un muchacho.

"Leeremos buenas novelas también hechas por las máquinas, pero yo creo que lo que nos jugamos, y es grave, es otra cosa"

Hablando de la relación entre la cultura y la democracia, ¿es la decisión del ministerio de Cultura de eliminar la Fundación Francisco Franco un paso adelante?

En ese sentido tenemos mucho que aprender de sociedades democráticas maduras como es el caso de Alemania, que esté ahí. No es concebible que en Alemania haya una fundación que se dedique a exaltar la figura de Hitler sin tener enseguida una prohibición de carácter democrático o político. Una fundación llamada Francisco Franco legitima un golpe de Estado, una dictadura llena de crímenes y una memoria manipulada de la historia. De manera que yo creo que tiene que ver con la libertad, con la democracia y con la cultura decir que no se puede jugar con esas manipulaciones históricas.

Ahora que se habla tanto de la Inteligencia Artificial, de Chat GPT, ¿nos está atrofiando la forma de desarrollar el lenguaje o la creatividad?

Creo que no. Pero más que desarrollar el lenguaje me preocupan otras cosas, cuando a mí me dicen “una máquina puede hacer una novela o un poema”, siempre digo “pues si tienen calidad, bienvenido sea”. Leeremos buenas novelas también hechas por las máquinas, pero yo creo que lo que nos jugamos, y es grave, es otra cosa.

A la hora de leer y de comunicarnos es muy importante el contexto. La comunicación es alguien que habla, alguien que escucha y el contexto en el que se produce la comunicación. Vivimos en una sociedad en la que lo que te dice una máquina parece una verdad sagrada. Si le preguntas al GPS por dónde se va a Soria, te dice por dónde y hay un estudio de las carreteras. Pero a la hora de opinar o la hora de crear, no es bueno mantener con la máquina la misma relación que tienes con un GPS porque un GPS puede engañarte, pero no es grave. Pero si oyes a una máquina de rodillas creyendo que te dice la verdad, eso es lo que significa el pensamiento, el ensayo, la novela o la poesía, que creo que nos pervierte por dentro. 

No es que utilicen bien o mal una palabra, es que como persona te definen como un siervo de una verdad que recibes sin poder ejercer la conciencia crítica del conflicto que hay en las palabras.

Fernando Lázaro Carreter, un maestro que admiro mucho, tenía una columna que se llamaba El dardo en la palabra, que hablaba de cómo utilizábamos bien o mal una palabra y cómo se rompía la gramática. Ahora el problema es que sabemos que las palabras tienen muchas cosas por dentro y crean sesgos, que pueden ser de tipo racista, machista... Si esos sesgos se extienden en una dinámica en la que eres siervo de lo que dicen y te crees de forma literal lo que oyes, acabas envuelto en una atmósfera racista, machista, supremacista que puede hacernos daño como personas en nuestra conciencia crítica. Eso sí me preocupa.

"Ahora el problema es que sabemos que las palabras tienen muchas cosas por dentro y crean sesgos, que pueden ser de tipo racista, machista..."
  La Ser aporta su legado a la Caja de las Letras en un acto en el que participan el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero (i), el director de la cadena, Ignacio Soto (4i), su directora de contenidos, Montserrat Domínguez (5d), y los periodistas Javier del Pino (4d) y Aimar Bretos (3i), entre otros, este jueves en Madrid.EFE / J P Gandul

¿Cree que ese escenario sería posible o es optimista a que tengamos criterio?

Creo que los ciudadanos debemos ser conscientes de que a lo largo de la historia todos los avances tecnológicos tienen su aprovechamiento y también su peligro. El avance de la ciencia y la técnica es maravillosa: te puede servir para que en un hospital te detecten una enfermedad, pero también para que crear bombas atómicas que destruyan una ciudad en dos minutos. Más que criminalizar la técnica, los responsables siempre somos los seres humanos. Me dan más miedo los seres humanos que las máquinas. 

"Me parece que los seres humanos lo que necesitamos es responsabilizarnos que la técnica y la ciencia trabaje para la dignidad humana y no para la humillación de los seres humanos"

Por ejemplo, yo en clase explico literatura del siglo XIX y la transformación industrial tecnológica del XIX tuvo cosas muy positivas. Uno lee las novelas de Galdós y se da cuenta hasta qué punto el tradicionalismo estaba anclado en muchas zonas de España y llegó la industria y puso un concepto del tiempo mucho más rápido y el tradicionalismo fue sustituido por un pensamiento mucho más ágil y mucho más cercano a la realidad. Pero por otra parte, la revolución industrial hizo que mucha gente se fuera a las ciudades a ganarse la vida trabajando en fábricas y que los dueños de las fábricas se aprovechasen para pagar muy poco salario y, de pronto, las ciudades se llenaron de bolsas de pobreza como las que recordaba Dickens también en sus novelas. De mucha gente trabajando de día a noche con muy poco dinero y ciudades masificadas donde no había comunicación alguna. Un fenómeno puede tener muchísima utilidad o ser muy negativo. 

Me parece que los seres humanos lo que necesitamos es responsabilizarnos que la técnica y la ciencia trabaje para la dignidad humana y no para la humillación de los seres humanos.

Estamos viendo que en las plataformas digitales se nos han creado a todos un fichero. Voy a buscar en Google “Jaén” y me sale que allí está ahora en Quesada, la Fundación Miguel Hernández, o me sale la programación cultural de la Diputación de Jaén. Otra persona, a lo mejor pone “Jaén” y lo que le sale es una lista de casas de putas. Estamos fichados y hemos visto que esa información se vende y se use en campañas electorales. La tecnología es más fiable que los seres humanos que la inventan y que de pronto consiguen no utilizarlas para hacer el bien, sino el mal. Creo que en ese sentido la transformación digital es una responsabilidad y no conviene cerrar los ojos porque aporta mucho en muchos sentidos, pero tener los ojos abiertos signifique evitar que sirva para provocar manipulaciones, sesgos y todo lo que deteriora los valores democráticos.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es