La guerra más larga de la historia la protagonizaron un pueblo de Huéscar y el reino de Dinamarca por un despiste
Ha sido objeto de estudios, documentales e incluso de un cómic.
Una “guerra” que duró 172 años y que nunca dejó muertos, heridos ni siquiera encuentros bélicos porque ambos bandos se olvidaron de ella. Así es la historia entre un pequeño pueblo de Granada, Huéscar, y Dinamarca.
Este curioso enfrentamiento se remonta a la época de la Guerra de Independencia Española. En noviembre de 1809, la Junta Central Suprema, organismo que resistía la ocupación napoleónica en España, decidió romper las relaciones con Francia y sus aliados, entre ellos, Dinamarca.
Movido por su espíritu patriótico, el cabildo de Huéscar, encabezado por su corregidor Juan de Murcia, se adelantó a cualquier otro municipio y declaró formalmente la guerra a Dinamarca. Para tal fin, invitaba a los vecinos a "atacar a las fuerzas danesas en cualquier parte que se hallen" en defensa de España.
Un despiste de 172 años
Sin embargo, una vez finalizada la Guerra de Independencia en 1814, la diplomacia y el poder político central olvidaron incluir a Huéscar en los tratados de paz firmados con las demás naciones, por lo que la declaración de guerra permaneció activa en los archivos locales.
Así transcurrieron décadas, y luego un siglo, sin que nadie recordara la disputa oficial entre la pequeña localidad y el estado danés. El conflicto permaneció en las sombras hasta que en 1981 el historiador Vicente González Barberán redescubrió la declaración de guerra en un documento municipal.
Al revelarse el olvido, la noticia no solo acaparó la atención de la prensa española sino también la de medios daneses, cautivados por lo cómico de la situación. Fue el propio Jorge Jensen, corresponsal de Radio Nacional de Dinamarca, quien divulgó este particular hecho que rápidamente se convirtió en una gran historia.
Un punto y final
Como la declaración de guerra tenía carácter oficial, Huéscar organizó un evento formal para firmar la paz, celebrando el 11 de noviembre de 1981 una ceremonia simbólica a la altura de su particular historia. Al evento asistió el embajador de Dinamarca en Madrid, Mongens Wandel-Petersen, así como centenares de daneses.
Los extranjeros viajaron desde la península de Jutlandia para cerrar, entre fiesta y risas, el curioso capítulo de esta guerra con Huéscar. Vestidos con cascos y disfraces de vikingos, los visitantes daneses fueron recibidos con humor, acompañados de carteles que les advertían: “Atención, entráis en territorio enemigo”.
En la actualidad
Lejos de enemistarse, Huéscar y Kölding, una ciudad danesa, establecieron una relación fraternal y en la actualidad están hermanadas. La historia de este peculiar conflicto ha sido objeto de estudios, documentales y recientemente se convirtió en un cómic, Hay que arreglar lo de Dinamarca de Román López-Cabrera y Marina Armengol.
La que es ya conocida como “la guerra más larga de la historia” se ha convertido en un vínculo amistoso y una anécdota entrañable que sigue recordando, con humor, el poder del olvido en la historia.