Isabel Coixet: "Creo que es posible entender a personas que están muy alejadas de nosotros"

Isabel Coixet: "Creo que es posible entender a personas que están muy alejadas de nosotros"

La cineasta ha estrenado su largometraje 'Un amor', basado en la novela de Sara Mesa.

Isabel Coixet tras la entrevista.Patricia Donohoe

En el cine de Isabel Coixet, los personajes tienen más capas de las que pueda parecer a simple vista. Y si a eso se le suma un universo como es el creado por Sara Mesa en Un amor, la combinación es una cinta que incomoda y tensa al espectador. La cineasta barcelonesa ha estrenado este 10 de noviembre su adaptación de la novela de Mesa, protagonizada por Laia Costa y Hovik Keuchkerian, que ya presento en el Festival de San Sebastián.

Con esta cinta, que ha logrado que sus dos interpretaciones principales estén nominadas a los premios Forqué, Coixet ha conectado especialmente con Nat (Laia Costa), su protagonista que se traslada al pueblo de La Escapa y que vivirá las contradicciones y el juicio colectivo del resto de vecinos del pueblo mientras inicia una relación obsesiva tras un trato sexual con Andreas, 'el alemán' (Hovik Keuchkerian). 

Sin embargo, tal y como cuenta a El HuffPost, esta no fue su primera conexión con las historias de Mesa. "Soy una gran fan de Sara, me parece una fantástica escritora, que tiene algo muy único, original y potente. Me gustó mucho la novela, evidentemente. Y sentí, aunque en Cara de Pan también había cosas de mi infancia que me recordaban al libro, en esta una identificación muy grande con el personaje de Nat", explica.

Esa identificación de la cineasta, ganadora de nada menos que ocho premios Goya, pasa por esa observación del otro. "Con cómo lidiar con gente que todo el rato te está dando consejos sobre lo que tienes que hacer, que te juzga, que no te deja respirar, que no te deja vivir", detalla. Pero también con las decisiones de la protagonista, que acepta acostarse con Andreas a cambio de arreglarle el techo y acaba envuelta en una relación obsesiva: "Lo más normal en la vida. Creo que la vida también es eso y el que no se equivoca nunca, en realidad no existe".

Precisamente esa exploración por el deseo femenino y esas decisiones más o menos adecuadas hace que la cinta genere cierta incomodidad. De hecho, la propia Mesa califica a Nat como "uno de los personajes más odiados de la literatura". Algo que Coixet corrobora, tanto en el libro como en su cinta.

  Isabel Coixet durante su charla con 'El HuffPost'.Patricia Donohoe

"Noto que hay gente que no la entiende, entonces pienso que tienen un problema, la verdad. Como me identifico, me es muy fácil entenderla. Pero sé que Laia, que es un personaje alejado de su personalidad, la entiende perfectamente", señala. "Creo que es posible entender a personas que están muy alejados de nosotros", añade.

La cineasta, que afirma también entender a otros personajes de la novela, nota que en cada encuentro que se ha hecho con la cinta, hay dos grupos de personas: "Están las personas que sienten un adhesión absoluta con ella y lo que le pasa y cómo reacciona y la gente que no entiende cosas". "Siempre digo que no entender hace la mente perezosa", zanja.

En la cinta, los papeles secundarios envolventes a Nat no son solo el resto de vecinos, también el propio pueblo o Sieso, el perro que le regala el casero al llegar y que se convierte en fundamental en la trama. 

"Creo que, tanto en la novela de Sara como en la película, el pueblo es un trasunto de la sociedad, no es algo significativo", apunta. "Creo que las cosas que le pasan a Nat podrían pasarle en una ciudad, lo que pasa que en una ciudad está todo difuminado y en un lugar aislado no hay otra cosa, no hay discreción. Pero no creo que sea una película sobre eso, se menciona pero no es sobre ello", añade y destaca que la ubicación en lo rural es más bien un "mensaje de claridad" frente a lo que empaña la agitación en las urbes. 

"El que no se equivoca nunca, en realidad no existe"

La cinta, que apunta a ser una de las que se cuelen en los próximos premios Goya, también quiere sumergir al espectador en un paisaje agreste, pero a la vez con vida interior. Para ello, se trasladaron a La Rioja, donde las montañas "llenas de buitres" del ficticio El Glauco encandilaron a la directora antes incluso de rodar. 

"Hice varias fotos de ellas, se me quedaron en mí y cuando fuimos a rodar, pensé que si encontrábamos una casa ahí al pie de las montañas y podíamos reproducir un poco lo que cuenta la película lo grabábamos allí", señala.

Su personaje tiene también su apoyo o, más bien su reflejo, en Sieso. "Creo que es otra dimensión, el perro es ella también. Para mí la casa y el perro son ella y siempre lo he sentido en ese sentido, como una prolongación", explica. 

  Isabel Coixet durante su charla con 'El HuffPost'.Patricia Donohoe

Con respecto al animal, que en realidad se llama Flor y tiene su propio hueco en los créditos de la cinta junto a los protagonistas, es un perro que fue maltratado y que ahora vive con una familia. 

"Con ellos perfectamente, que nadie se vaya a preocupar", apostilla Coixet. "Es la historia de que es un perro que va a su bola, que no hace caso a nadie y que puede ser muy cariñoso. Tenía esa cosa de absorber los sentimientos, sufría mucho los estados de ánimo de Nat y claro, Laia era Laia y Nat y el perro la miraba como diciendo '¿ahora tú quién eres?'. Era muy impresionante la verdad", añade.

"Muchas mujeres nos hemos dado cuenta cuando hemos empezado una historia con alguien de decir 'pero bueno, ¿qué estoy haciendo?', incluso sin el trato"

Precisamente, la escena en la que la Guardia Civil se lleva al can hacia el final del largometraje fue una de las que más le costó grabar tanto a ella como al equipo. "Quizás fue la más dura de todas porque además recuerdo que las personas que participan en la película que eran auténticos guardias civiles, los pobres estaban muy afectados por lo que iban a hacer. Todos estábamos muy pendientes, Laia también", señala. 

"Cuando ella dice que el perro está temblando, realmente estaba temblando. En ese momento, me planteé si estaba haciendo pasar un mal momento al perro y realmente eso sí que me iba a afectar", explica.

Sin embargo, las escenas de sexo, con gran peso en la cinta, especialmente la del "trato" de Nat con Andreas, no le han parecido tan difíciles a la directora, a pesar de no contar con coordinador de intimidad. "Creo que un director tiene que estar presente, tiene que ser consciente de lo que le pide a sus actores, de las situaciones que se pueden dar y creo que si hay un clima de confianza y claridad... No me parecen escenas particularmente difíciles. Es verdad que he rodado muchas escenas de ese tipo y no me han generado problemas", sentencia. "El sexo es parte de la vida. Hay tantos tipos de sexo y de representación...", añade.

Además, destaca que es bastante real y fiel a la realidad esa disociación de Costa: "Me parecía que ese desdoblamiento de ella en la escena era necesario. Ella en el medio de ese trato se da cuenta de qué coño está haciendo. Pero creo que muchas mujeres nos hemos dado cuenta cuando hemos empezado una historia con alguien de decir 'pero bueno, ¿qué estoy haciendo?', incluso sin el trato".

El genocidio armenio y los intérpretes para refugiafos, el telón de fondo

Aunque los conflictos que plantea la novela de Mesa no tienen a simple vista un cariz internacional, Coixet ha introducido licencias para que la profesión de la protagonista tenga más peso como es que fuera traductora de una organización para la aceptación de refugiados, mientras que en el libro se limita a una traducción editorial.

"Sé, porque lo conozco y he estado en sesiones de La Haya de traducciones de testimonios de personas que aspiran al estatuto de refugiado, que eso es particularmente doloroso y estresante para la persona que sabe cualquier palabra, cualquier peso de la palabra puede hacer que a una persona la admitan o no como refugiada. Puede determinar su destino", señala. "A mí me parece algo que significa bastante por qué ella decide apartarse de todo", apunta.

"Es particularmente doloroso y estresante para la persona que sabe cualquier palabra, cualquier peso de la palabra puede hacer que a una persona la admitan o no como refugiada"

El otro cambio era en relación al alemán, que en la novela es de ascendencia turca y pasa a ser de ascendencia armenia como el propio Hovik Keuchkerian. Según la directora fue una decisión de ambos en base al genocidio armenio por parte del gobierno de los Jóvenes Turcos en el Imperio otomano entre 1915 y 1923. Un tema que ya había abordado en La vida secreta de las palabras (2005) y del que dice que "es una de las partes de la historia que siempre me han tocado especialmente". 

"Es un genocidio del que no se habla. Pero hay tantos genocidios de los que no se habla. Desde los indígenas o aborígenes de Australia, por no hablar de otros. Pero este fue como borrado de la historia como de un plumazo", explica.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es