El general español que se enfrentó a las tropas de Napoléon y que murió olvidado y arruinado
Estuvo 83 años prestando servicio militar.
Francisco Javier Castaños es recordado como el héroe de la célebre Batalla de Bailén durante la Guerra de Independencia contra Napoleón. Su muerte fue profundamente lamentada por toda la sociedad española del momento.
A lo largo de su extenso servicio militar recibió innumerables condecoraciones. Sin embargo, a pesar de su fama y honor, Castaños murió en la pobreza, lejos de los lujos propios de una figura de su rango.
Su carrera militar, todavía inigualable, duró 83 años. Con tan solo 10 años, el rey Carlos III le otorgó el rango de capitán de infantería. A lo largo de su vida, el General participó en múltiples conflictos bélicos y consolidó su leyenda al liderar la primera gran derrota de Napoleón en la Batalla de Bailén, en 1808.
Esa victoria en Bailén fue un punto de inflexión en la historia de España y en la lucha contra el dominio francés. El ejército de Castaños, formado en su mayoría por milicianos inexpertos, consiguió derrotar a las tropas francesas, consideradas invencibles en aquel momento. Esta batalla no solo consolidó su reputación militar, sino que también marcó el principio del fin del imperio napoleónico.
Su testamento publicado por la prensa
A pesar de su indudable éxito y del reconocimiento público que recibió durante décadas, sus últimos años fueron de todo menos gloriosos. Su testamento, revelado por la prensa tras su muerte, mostró el lado más humilde y trágico del general. Castaños reconocía abiertamente su pobreza y su deseo de evitar gastos innecesarios en su funeral.
Su fortuna personal no superaba los 47 duros, una cantidad ínfima para alguien de su prestigio. En su testamento, expresó su preferencia por un funeral sencillo, dedicando su fortuna, por mínima que fuese, a limosnas para las familias necesitadas.
La prensa de la época destacó cómo Castaños había dedicado su vida no solo al servicio de su país, sino también a la beneficencia, distribuyendo su sueldo como capitán general entre los más necesitados. Según el diario La Gaceta , el general había consagrado sus bienes a la caridad, ayudando a más de cien familias.
Un funeral sencillo
Aunque bajo el mandato de Isabel II, se celebró un funeral de Estado para honrar su memoria, las peticiones de Castaños para su entierro fueron notablemente humildes. Ordenó ser enterrado con su uniforme más viejo, en el suelo de un cementerio modesto, sin lujos ni inscripciones ostentosas en su lápida.
La vida de Francisco Javier Castaños fue una mezcla de gloria militar y sacrificio personal. Aunque sus hazañas en el campo de batalla le aseguraron un lugar en la historia de España, sus últimos años en la pobreza y su dedicación a los necesitados muestran la nobleza de un hombre que, a pesar de todo, no buscó el lujo ni la riqueza.