La sequía, la última gota que colma el vaso de la ruina del campo: "Esto cambia cada día, pero a peor"
Agricultores, ganaderos, representantes de organizaciones y meteorólogos explican los efectos y las previsibles consecuencias del drama meteorológico que devasta a todo el país.
El campo colecciona desgracias: se quema, se ahoga, se seca, se arruina. Y, con él, su gente, la que con su trabajo da de comer a las ciudades y a sus millones de habitantes. No llueve, no hay manera de aliviar un drama que comenzó hace ya demasiado tiempo y que lleva a miles de agricultores y ganaderos a mirar jornada tras jornada al cielo con desesperación, porque "esto cada día cambia, pero a peor".
Ni una gota de agua ni una pizca de optimismo se dejan ver por España a estas horas. Diferentes voces del sector primario confiesan a El HuffPost algo más que sus miedos. Si no llega la lluvia, lo que hoy es preocupante mañana será directamente ruina. La fotografía es prácticamente idéntica a lo largo y ancho del país, como transmiten los testimonios de agricultores, ganaderos, responsables sectoriales y hasta meteorólogos.
"Lo peor es que no es un problema del campo ni de este tiempo. Viene de lejos, puede agravarse en el futuro y nos va a tocar a todos", comienza explicando Irene Nonay, una joven agricultora de Navarra. "Hay quien puede ver esto como algo ajeno, pero si creen que no les va a tocar, se equivocan", añade Luis Lascorz, ganadero y agricultor ecológico en Ainsa (Huesca).
A esta población del prepirineo aragonés podría beneficiarle su ubicación, pero ni así. El porcentaje de ocupación de los embalses está en mínimos históricos, con porcentajes "para echarse a llorar". Algún agricultor confiesa que ya lo ha hecho.
Lo que se puede perder
Antes incluso de formular las primeras preguntas, los trabajadores ya lanzan una ristra de cultivos que corren serio riesgo de desaparecer por un tiempo. La lista es demasiado larga: maíz, almendros, arboles frutales, arroz, brócoli... Cada cual va añadiendo un nuevo producto, en función de los hábitos de cada territorio.
Cristobal Cano es el secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) de Andalucía. De vuelta de la enésima reunión en Madrid (y las que quedan, empezando por la del próximo miércoles 19 entre el Gobierno y varias asociaciones), explica que "cultivos como arroz, algodón y maíz se van a ver tan limitados como que en muchos casos ni se van a poder sembrar". "Además, prevemos problemas con el tomate, el ajo o la cebolla; en algunas zonas ya se está descartando la siembra de girasol y los cereales de invierno (cebada, trigo...) ya advierten síntomas de inviabilidad a futuro si no llueve en 15-20 días y el campo se hidrata. ¿Sigo?", se le oye con voz afectada mientras admite su desánimo.
Esta enumeración tiene continuidad en la otra 'pata' del sector primario, el ganado. Desde su ganadería vacuna, Luis confiesa que "si no hay hierba ahora para preparar los pastos, la decisión en verano será mandar animales al matadero. Ya pasó en 2022 y si nada cambia, en 2023 tocará hacerlo otra vez".
"Es que si no hay cambios, quizás una solución forzosa sea la reducción de una parte de la cabaña ganadera... Creo que los ganaderos se van a ver obligados a llevar sus animales al matadero de forma generalizada", añade Ramón Sarroca responsable de la Federación de Cooperativas Agrarias de Cataluña (FCAC). "Piensa que dependemos de forrajes y cereales y el suministro se nos ha hundido entre el cambio climático y la guerra: la situación de Ucrania la sabemos todos, otros países potencialmente exportadores como Rumanía o Polonia sufren una crisis similar a la nuestra y en España no tenemos un plan alternativo. No, no se auguran buenos años".
¿Corremos riesgo de sufrir restricciones generalizadas?
Como en casi todo, cada territorio es un mundo. En la posibilidad de sufrir uno de los efectos más severos de la pertinaz sequía, también, aunque las voces consultadas mantienen la calma para no caer en "alarmismos". Cataluña es un buen ejemplo de diferentes escenarios posibles en una misma región.
El presidente de la FCAC considera que en las grandes áreas urbanas no se va a cortar el agua para consumo humano, aunque sí podrían vivirse "restricciones menores", como "llevar una presión menor en las tuberías o limitar el riego de jardines o parques".
En las zonas rurales más cercanas a las cuencas y por tanto con más fáciles recursos hídricos directamente "no habrá mayores problemas" para abastecimiento humano y ganadero. Sin embargo, se vuelve más pesimista al valorar la situación de zonas rurales más aisladas. "Ahí sí adelanto problemas... cuáles no lo podemos saber".
Andalucía, pese a ser una de las regiones más afectadas por la sequía, si no la que más, plantea un horizonte más despejado. El secretario general de UPA en la comunidad pide evitar alertas innecesarias porque "las autoridades siempre ponen por delante las garantías para el consumo humano y ahora mismo las reservas están garantizadas al 100% para un año y medio o dos años". "Primero llegarían por sectores, a la agricultura, a la ganadería y mucho después tocaría al consumo humano, pero ahora mismo eso no va a pasar", remata.
La meteorología da la puntilla: el verano pinta aún peor
A estas alturas no hace falta ni advertir del spoiler. La situación es crítica y, mirando un poco más allá de estas semanas, no parece cambiar. Los patrones y las simulaciones que manejan los meteorólogos muestran un panorama tanto o más seco que el actual, con la amenaza del verano y sus cada vez más recurrentes olas de calor.
Mar Gómez, doctora en Físicas y especialista del portal eltiempo.es, explica a El HuffPost que "vivimos el periodo de sequía más grave desde 1970 en muchos puntos de España". Y pese a lo que pueda sonar ahora no es algo reciente. "Tras numerosos estudios podemos concluir que este fenómeno de sequía comienza en 2014, pero desde 2022 se ha agudizado".
"Toca Andalucía, Extremadura, Cataluña, Castilla-La Mancha... bueno, toca casi todo el país", prosigue la meteoróloga y rostro habitual de diversos medios. "Hay zonas de Toledo, Ciudad Real o Teruel con más de 100 días sin lluvia". Tres largos meses sin sentir una verdadera lluvia. Y lo que viene no es mejor. "A muy corto plazo no hay previsión de lluvia para las próximas semanas, más allá de unas pocas precipitaciones por un frente que llega desgastado y tocará algo en el norte". Poco o nada para lo que necesita una tierra que apenas tendrá un levísimo respiro.
El verano es la gran pregunta y lo que vemos no es bueno: "Esperamos una estación muy cálida, lo cual no hará sino empeorar la crisis actual", prosigue Mar Gómez. Precisamente de cara a ese periodo ha elaborado un informe publicado por eltiempo.es. En él se advierte de que el verano será "abrasador"; con temperaturas "muy por encima" de lo normal y lluvias tan escasas o incluso más de lo que ya vienen siendo.
Son proyecciones a medio plazo, no son verdades absolutas, pero dibujan un paisaje de ruina que no hace sino desanimar más al sector.
Recomendaciones, medidas y... la "nada"
"El problema es que si hay una crisis se puede arreglar o al menos se puede protestar para reclamar una mejora, pero la lluvia si no cae, no cae, a esa no le puedes protestar nada", confiesa entre el humor y el desahogo Luis desde su explotación a los pies del Pirineo. Los entrevistados cuentan que las soluciones planteadas "desde arriba" son pocas "o ninguna", según el territorio... y muchas veces no llegan ni a medidas.
"De momento sólo nos dan recomendaciones, dejar parcelas sin sembrar, evitar cultivos que exijan mucha agua... y claro, con una situación así y la falta de soluciones estamos en un punto en el que no sé si voy a poder plantar mis cultivos o no", expone Irene, cuyo ejemplo sirvió para romper barreras en el campo, como contó Alfredo Pascual en este reportaje en El HuffPost.
Algo más duro es Luis, para quien "la administración ha pasado a ser únicamente burocracia y supervisión europea": "Ese servicio de asesoramiento de extensión agraria que había hace mucho, los más viejos lo recordarán, ya no existe. Nosotros estamos bien organizados a nivel de cooperativas y mercado, pero desde arriba no hay nada".
A mitad de camino entre la crítica y la comprensión, el presidente de la principal entidad agropecuaria catalana asume que "en situaciones extremas como esta yo también entiendo que es muy difícil contrarrestar todo con ayudas públicas". "Sí, se pueden poner parches y algunos lo están intentando, pero si se arruina todo el olivar andaluz, ¿cómo solventas eso con ayudas?". Y sentencia: "Esta crisis debería servir para que todos, gobierno y sociedad, se diesen cuenta de qué es la industria agroalimentaria, porque dinero hay mucho y para lo que quieren, más aún, pero vamos a ver cómo se puede repartir".
Desde Andalucía, el responsable de UPA, Cristóbal Cano considera que "la administración tiene que crear infraestructuras para tener recursos hídricos, empezando por modernizar regadíos y siguiendo por construir nuevas presas o terminar las que se proyectaron y nunca vieron la luz". Pero por encima de estos conceptos enfatiza otro: "Hacer un reparto más justo y social del agua". "Debemos apostar por cultivos más adaptados a la situación climática, que respondan a criterios sociales y respondan a un mayor retorno económico".
Pone un ejemplo para explicar sus palabras. "El olivar superintensivo en la cuenca del Guadalquivir exige el triple de recursos que el olivar tradicional y mientras el de siempre tiene un retorno social enorme, el superintensivo no. Hay que reflexionar sobre el medio de producción que queremos en la situación actual".
¿Subirán (más) los precios?
La lógica de la oferta y la demanda hace pensar que, si baja la producción del campo, los precios suban en toda la cadena. "Pero es que esa lógica no opera en el mercado del campo; aquí manda mucho más la especulación que la oferta y demanda", explica de nuevo Cristóbal Cano. "No es descartable que los precios suban ante la reducción de producción, pero ni mucho menos es algo fijo, ya sabemos que no siempre hay un efecto lineal dada la especulación", añade.
Pese a los cientos de kilómetros que separan sus hogares, Ramón Sarroca opina de un modo "muy similar" a su colega andaluz. Para este agricultor ilerdense, los precios ya están "excesivamente elevados" hoy y si se incrementan más "estaríamos rozando lo criminal".
"Me cuesta vincular la precariedad de producto con el incremento de precios, porque estos no están relacionados con la oferta y demanda, sino por la especulación. Las subidas son constantes y lineales y no tienen nada que ver con el precio de estos productos en origen", añade el responsable de la FCAC, con evidente disgusto.
Disgusto, desánimo, tristeza, miedo... los sentimientos afloran mientras el campo sigue resecándose de camino al desastre.