El mito de los tres lácteos diarios se desvanece
Ni tampoco está tan directamente relacionado el calcio con la salud ósea.
Consumir lácteos se ha asociado durante años a buena salud, especialmente con los huesos fuertes. Pero en los últimos años, los estudios en nutrición los han emplazado a un papel más secundario. De hecho, las últimas guías de nutrición aseguran que se puede prácticamente prescindir de ellos y obtener el calcio de otras fuentes.
A lo largo de los años se ha popularizado el eslogan "tres lácteos al día" que ahora los nutricionistas, tal y como recoge Maldita.es, califican como una estrategia publicitaria del sector lácteo. "Los lácteos no son imprescindibles ni vamos a tener un déficit nutricional si dejamos de comerlos”, aseguró en Maldita Twitchería Ciencia la nutricionista Beatriz Robles, quien negó también sus maldades: "Tampoco son el demonio, podemos consumirlos".
Tal y como recordaba la nutricionista en el citado programa, este eslogan suele ir acompañado de un logo en los alimentos. "Se trata de una campaña publicitaria de la Organización Interprofesional Láctea (InLac), es decir, de la patronal de la industria láctea. Y es fácil confundirla con recomendaciones legítimas emitidas por entidades sanitarias o por organismos de referencia", apunta.
De hecho, tal y como apuntan en Maldita.es "es una marca comercial registrada y para que un productor pueda añadirlo en un envase" que parte de la estadística de que en España se consume menos calcio del recomendado.
"Estas [recomendaciones] son muy variables. En España, son 800 miligramos diarios. En otros países baja a 450, casi la mitad. Y no por ello se percibe más riesgo de fracturas, por lo que puede que las recomendaciones estén algo sobredimensionadas”, indicó en su entrevista Robles.
La nutricionista dejó claro que los productos lácteos no son esenciales tampoco para conseguir calcio, que se pueden consumir por ser nutricionalmente saludables, pero hay otras fuentes como las avellanas o las almendras, que incluso tienen más calcio que la leche o las sardinas, la soja o el tofu. Algo que, tal y como recogen los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, también ayuda a las personas con alergia a la proteína de la leche.