Armenia y Eslovenia destacan en una segunda semifinal de Eurovisión sin favoritos
Dinamarca, Rumanía y Grecia reciben el justo castigo de la eliminación tras presentar candidaturas pobres, intrascendentes y de hasta dudoso gusto
La armenia Brunette y el grupo esloveno Joker Out han rescatado este jueves de la mediocridad y la irrelevancia la segunda semifinal Eurovisión 2023, una de las galas más pobres que se recuerdan del festival en los últimos años. Con la ausencia completa de favoritos (la sueca Loreen y el finlandés Käärijä, líderes en las casas de apuestas, actuaron en la semifinal del martes), muchos de los dieciséis aspirantes de la última criba antes de la final presentaron propuestas caducadas, vacías - en algunas casos hasta zafias - e indignas de lograr el pase a la final. Para desgracia del espectador, varias lo consiguieron.
En un festival que se considera de vanguardia, y por el que han pasado nombres de la relevancia como Céline Dion, ABBA, Franco Battiato o Dulce Pontes, resulta desalentador observar el nivel vocal de algunos de los participantes de este año, como el danés Reiley o el griego Victor Vernicos, así como la vulgar puesta en escena del rumano Theodor Andrei. Una suma de despropósitos que se fueron sucediendo a lo largo de una noche con, eso sí, algunos honrosos destellos de brillantez.
La fiebre del tiktok ha llegado para quedarse en Eurovisión. Si el británico Sam Ryder fue descubierto por la BBC en esta red social para, a la postre, quedar en segunda posición en el festival, este año la audiencia danesa se dejó engatusar por el joven Reiley y sus diez millones de seguidores. En este caso, la mezcla no surtió el mismo efecto y el danés ofreció uno de los peores directos de la noche. Sólo la colorida puesta en escena, muy acorde a la generación Heartstoppers, y la candidez de su imagen, salvaron la propuesta.
Algo muy positivo si se compara con la oda al mal gusto del rumano Theodor Andrei. Vestido con un chillón traje rosa y calcetines de Bob Esponja, el joven intentaba defender una propuesta eminentemente amateur con cierta garra vocal. Pero era imposible: las imágenes de mujeres semidesnudas en charcos que parecen sangre y.... desbarataban cualquier opción de clasificación. El Hola mi bebebé de WRS el año pasado era caviar comparado con lo que la televisión rumana ha ofrecido este año en Liverpool.
La misma suerte corrió el jovencísimo Víctor Vernicos, de sólo 16 años, representando a Grecia. El intérprete, muy nervioso, estuvo vocalmente irregular a lo largo de toda su actuación y no supo encumbrar una canción como What the say, muy convencional en su estilo pero que en otra voz hubiera funcionado mucho mejor. La eliminación de Victor es especialmente dolorosa para el país heleno, ya que se produce después de que una de las cantantes acusara a la televisión pública griega de haber amañado la elección interna. El asunto llegó, incluso, a ser dirimido por la justicia del país.
Frente a esta tormenta de calamidad y catástrofe, países como Armenia o Estonia supusieron toda una bocanada de aire fresco. La armenia Brunette hizo una actuación sobresaliente de su Future Lover, un tema feminista y reivindicativo con toques de R&B y rap. La puesta en escena, una explosión de color con proyecciones en una plataforma que se confundían con el vestuario de la intérprete, fue un audaz y certero juego de iluminación. Mientras, la banda eslovena Joker Out enamoró a la audiencia con su particular estilo "shagadelic rock'n'roll", que ellos mismos han definido. Un chute de buen rollo que la audiencia supo valorar de formar positiva.
También esperada fue la clasificación del dúo austriaco Teya y Salena con la inclasificable Who the Hell Is Edgar?, una suerte de crítica a la industria musical bajo una apariencia burlona y con la posesión del espíritu del novelista Edgar Allan Poe como elemento habitual de la escenografía. Con su propuesta, las dos chicas hablan sobre su frustración con el negocio de la música e incluso las dificultades a las que se enfrentan las mujeres como compositoras o artistas. Dicha reivindicación, peculiar y al borde de lo extravagante, contó con el apoyo del público.
Al igual que en la primera semifinal, la diversidad de estilos también fue premiada. El rock australiano de la banda Voyager, el folk con toques étnicos de Albina y familia (madre, padre y hermanos haciéndole los coros), y el espíritu del voguing y los ballrooms encarnados en el belga Gustaph, superaron sin problemas la criba de las semifinales. A ellos se unirá el australiano (pero representante de Chipre) Andrew Lambrou con su medio tiempo Break a broken heart, la polaca Blanka con el tema pop Solo y el Stay de la lituana Monika Linkytė, repetidora en el concurso tras haber participado ya en 2015.
Con los diez clasificados de este jueves se completa la lista de países que competirán este sábado por el micrófono de cristal. La española Blanca Paloma, que actuará en el primer bloque de final, ha tenido unos minutos sobre el escenario para presentar su Eaea y contar por qué llama a sus fans pichones. Unos seguidores que esperan, este año sí, el anhelado triunfo de España en Eurovisión.