Sale a la luz la escalofriante cifra de jabalíes cazados en España desde 1985
Se trata de una de las prácticas más extendidas en el mundo rural y en el campo español. Los jabalíes se incluyen en ese grupo de animales que, si bien son considerados por la mayoría como patrimonio nacional, su mera presencia también implica algunos inconvenientes cuya única solución es la de cazarlos.
Evidentemente todo debe ceñirse a unos principios y cálculos en base a los cuales, las poblaciones de determinados animales que crecen de manera desproporcionada y pueden tener un impacto negativo ya sea por la sobrepoblación, expansión de enfermedades, impacto negativo en el medio en el que viven, etc, tengan que ser controladas.
Y hasta el momento, la mejor alternativa para ejercer este control no es otro que la caza. Eso sí, controlada. Actualmente se estima en unos cuatro millones los jabalíes presentes en nuestro país. Establecidos en hábitats de todo tipo al ser animales especialmente adaptables, no requieren de un contexto concreto para crecer y desarrollarse.
Un aumento de jabalíes cazados de más de un 1.200%
Desde el Instituto Nacional de Estadística (INE) han publicado los datos de jabalíes que han sido cazados desde hace casi 40 años, en 1985 hasta el 2021. Según esos datos, la cifra -escalofriante- asciende a más de seis millones, lo que supondría una media de algo más de 170.000 cazados anualmente.
Pero la realidad no es la misma que reflejan los datos. Esto quiere decir que la caza, ya sea bien por batidas, monterías, a través de la utilización de perros o en espera, ha ido aumentando exponencialmente desde el primer año analizado. De hecho, en 1985 se cazaron unos 32.000 jabalíes, mientras que en 2021 se acabó con 434.000 ejemplares, un 1.200% más.
Esto se explica teniendo en cuenta que la caza, más allá de ser un elemento equilibrador de poblaciones, también ofrece distintos beneficios particulares: económicos y sociales, por lo que un ejercicio de caza desmedida, fruto de la avaricia o ambición que solo demanda 'más y más', puede ser igual de peligrosa para el ecosistema y la especie que dejarlos campar a sus anchas.
Para ello existe una normativa que todos los cazadores deben cumplir: cupos, época, leyes, etc., además de respetar las condiciones de salubridad, higiene y seguridad que se demandan. Esto solo se consigue si los cazadores actúan de forma coordinada con las autoridades, para evitar que enfermedades como la tuberculosis, la triquinosis o la enfermedad de Aujeszky -entre otras-, puedan ser transmitidas a otras especies como los perros e incluso a personas.