Las 5 claves de las Fallas de 2023
El corazón más valenciano se rinde al fuego de unas Fallas casi perfectas
Las Fallas de 2023 pasarán ya a la historia, tras el fuego que las ha consumido este domingo, por haber sido la mezcla casi perfecta -porque la perfección festiva no existe- de la ansiada normalidad postcovid, el buen tiempo, el mejor calendario posible y unas ganas colectivas de disfrutar al máximo.
Las llamas que han reducido a cenizas la falla municipal con el enorme corazón de madera que, como alegoría de todas las buenas sensaciones mediterráneas, familiares, naturales y gastronómicas, latía y se iluminaba en plena plaza del Ayuntamiento de Valencia han simbolizado el clímax de unas fiestas multitudinarias que han superado incluso las mejores expectativas que tenían ante sí.
La cremá de los cerca de 770 monumentos escultóricos repartidos por toda Valencia, además de las docenas de ellos que hay en localidades de toda su provincia, así como en municipios de Alicante y de Castellón, ha puesto fin esta noche a unas Fallas para las que se agotan los calificativos por parte del mundo festivo, las autoridades, los sectores económicos directos e indirectos que dependen de ellas y los cientos de miles de turistas que han venido.
Las Fallas de Valencia que acaban este domingo dejan las siguientes claves:
1.- Unas fallas multitudinarias
Se cumplieron las previsiones: han sido unas de las Fallas más multitudinarias que se recuerdan. Ya sin medidas anticovid, con los días grandes cayendo en fin de semana, con un pronóstico fiable de buen tiempo y con el lunes 20 como festivo en Madrid, el cóctel de buenos augurios se ha agitado con ritmo festivo, mucho optimismo y el cartel de "todo completo" en hoteles, bares y restaurantes. La mascletá del sábado 18 fue la de mayor afluencia en 20 años, solo un ejemplo del nivel de aglomeración en muchos de los actos masivos.
2.- El tiempo fue aliado, no enemigo
Por primera vez en años, ninguna mascletá de las 19 del calendario pirotécnico de la plaza del Ayuntamiento se ha suspendido por lluvia o viento, ningún remate de falla se ha caído o se ha visto dañado por el mal tiempo y ningún acto festivo se ha tenido que suspender por inclemencias meteorológicas. En 2023, el tiempo ha dado la vuelta al pésimo balance que dejó el año anterior, cuando causó las Fallas más lluviosas y con menos horas de sol de la historia. De hecho, el fin de semana previo a la semana grande dejó máximas de 30 grados y en la Malvarrosa parecía verano. Ni hecho a propósito.
3.- Vuelta a la normalidad prepandémica
El coronavirus suspendió las Fallas de 2020, aplazó a septiembre las de 2021 y condicionó aún las de 2022 con varias restricciones. Este año, al haber decaído todas las medidas anticovid, las Fallas han respirado con todas las ganas del mundo, viviendo y disfrutando de todos los detalles -festivos, pirotécnicos o gastronómicos- que la pandemia no le dejó hacer durante tres años. Como, por ejemplo, llorar sin mascarilla cuando se deja el ramo a los pies de la Virgen de los Desamparados en la Ofrenda, por donde este año han desfilado más de 103.000 falleras y falleros, un récord en el censo oficial.
4.- La proximidad de las elecciones
Cuatro ministros (Irene Montero, José Luis Escrivá, Ione Belarra y Diana Morant), el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y cargos nacionales de todo color político han dejado claro que unas fiestas con este tirón popular son un escenario perfecto para la precampaña electoral de autonómicas y municipales, sin olvidar las generales de final de año. Se esperaba también la visita de Pedro Sánchez el viernes 17, pero finalmente el presidente del Gobierno no vino desde la cercana Sagunto, donde participó en un acto empresarial junto al rey.
5.- Intentar mejorar la convivencia
El bando fallero de 2023 pedía que de tres a cinco de la tarde no se tirasen petardos, no solo por la siesta -casi imposible en Fallas- sino para dejar descansar a los perros, que sufren con el sinfín de explosiones de toda clase e intensidad como si estuvieran en una guerra. Se ha intentado, ahora habrá que ver si se asienta esa tregua -por ahora no sancionadora- el próximo año, al igual que se verá cómo planificar mejor la limpieza ante tanto turismo y tanta verbena y que ha dejado muchos, demasiados, testimonios gráficos de suciedad, malos olores, basura acumulada e incivismo.