Mucho más que el 'love is love': por qué las luchas en el Orgullo LGTBI deberían ser más que "amor"
Este eslogan es utilizado por instituciones y marcas para reivindicar el Orgullo LGTBI.
Llega el mes de junio y todo se llena de banderas arcoiris. Las calles, los establecimientos y las marcas proyectan la bandera del colectivo LGTBI en cualquier parte. Sobre ella, suele predominar un eslogan, el de love is love (amor es amor) o cualquier suerte de esta variante como la que se utilizó para promocionar el World Pride en Madrid en 2017: "Ames a quien ames, Madrid te quiere".
A pesar de que a la mayoría de la gente estos eslóganes les parecen una muestra de igualdad, inclusión y apertura al colectivo, lo cierto es que más allá del "amor", los derechos de las personas LGTBI en España no están del todo asegurados. Aunque se han dado avances en los últimos años con la Ley LGTBI, más conocida como Ley Trans, la derecha y la ultraderecha amenazan con derogarla cuando lleguen al poder y en localidades como Náquera (Valencia) PP y Vox han pactado prohibir que la bandera ondease en los edificios oficiales.
Eso sin tener en cuenta otras noticias aún más graves como la muerte de Samuel Luiz a gritos de 'maricón' en el verano de 2021 o la paliza que recibieron una pareja de madres lesbianas hace poco más de un mes en el Parque Warner de Madrid.
Desde el colectivo LGTBI las reivindicaciones van mucho más allá de un eslogan que hable solo del amor, presumiblemente en pareja.
"Lo del love is love es como una manera de entrar en ciertos sectores y conseguir un poco de aceptación de cierta gente, pero me parece que ya su función ha terminado", apunta Bake Gómez, cocreadora del podcast Maldito Bollodrama, quien recuerda que ha servido para introducir a parte reaccionaria "con un eslogan que diga que da igual de quién te enamoras, es amor es ya está, Dios es amor y quiere a todo el mundo porque nos ama...".
Lo mismo piensa el activista e investigador trans Benjamin Cristian, que apunta a que además de ser "demasiado blando" deja "demasiadas realidades fuera". "Es un mensaje que se da desde sitios en los que pone Orgullo Gay [y no LGTBI] normalmente", recalca.
Una idea de amor romántico y monógamo
Esta idea de amor que se esconde en este discurso está dirigida bajo los cánones románticos y patriarcales, es decir, una pareja monógama y, en muchos casos, con unos roles preestablecidos. "La gente no quiere solo amar libremente, que también, quieren acostarse con alguien libremente o mostrar su forma de expresión de género de forma libre", se queja Benjamin, que apunta a que se trata de un eslogan "vago e irrealista" con las reivindicaciones actuales.
"Al final es coger un poco el estereotipo de romance bonito que sale en la televisión y en lugar de que chico conoce chica o chica conoce chico, vamos a decir chico conoce chico y lo vamos a vender así. Pero luego toda la representación sigue el mismo discurso que dice cosas como que en esta relación quién es el hombre y quién es la mujer", se queja.
Laura Terciado, cocreadora del podcast Maldito Bollodrama, ve también una "infantilización al colectivo LGTBI". "Se nos quiere tranquilitos, mansos con la sociedad. No solo visibilizarnos de esta manera, también convencernos que nuestra lucha no puede ser una lucha, que tiene que ser una reivindicación tranquila. Dejadnos, por favor, cabrearnos y salir a la calle a quemar las putas cosas", reivindica.
Además, las creadoras del podcast ponen de manifiesto la libertad sexual más allá de una pareja romántica. "Parece que si no amas, si te acuestas con mucha gente o no tienes pareja parece que no eres válida. Eres una guarra, una pervertida, es decir, todo esos factores sexuales malos con los que nos intenta asociar la derecha de forma histórica. Que si somos transmisores de enfermedades, que si la viruela del mono, que si el sida... ", se queja Terciado, quien apunta a cierta incoherencia en el discurso de las derechas.
"Ese argumento es muy falaz porque dicen 'tenéis que comportaros así', pero luego no lo llaméis matrimonio, luego no podéis adoptar, luego no sois una familia... Basta ya, lo que quieren es que estemos calladas", señala.
Terciado y Gómez coinciden en que gran parte del fallo de este eslogan es que dejan fuera a otras realidades sexuales. "Dejan fuera muchas no monogamias y muchas relaciones que las parejas heterosexuales hacen también. Ese es el problema, que muchas veces tratan de diferenciarnos, pero a la vez que nos normalizan", señala Terciado.
Esto no sucede solo en este tipo de eslóganes sino también en los productos audiovisuales o en las ficciones sobre el colectivo que se vuelven comerciales. En todas ellas se presenta a una pareja monógama que sigue la estructura romántica tradicional. Basta con ver series como Smiley o películas como The Happiest Season.
Por el contrario, el activista LGTBI José Mola, autor de Memorias de Shangay: 30 años de historia LGTBIQ+ en España, cree que los eslóganes no son dañinos en sí. "Depende de la cabecita de cada uno o cada una, porque una cosa es tu identidad y lo que te guste y otra las ideas del amor monógamo romántico, que tanto daño y tantas frustraciones generan a muchas personas. Es muy distinto", señala y recuerda que esto no tiene que ver con la diversidad, sino con cumplir un patrón heterosexual.
"Depende de cada uno adónde se lo quiera llevar, yo quiero y amo a mi madre, a mis amigos... pero de diferente manera. Puede tener el amor distinto significado en distintas épocas de la vida en las que un amigo te da un abrazo", recalca. Para él, la palabra no ofende, sino que lo hace el contexto que haya detrás: "A mí amar me parece bonito y no me parece que solo ames a tu novio/a, maride o lo que sea, sino a cualquier persona que quieras".
La inexistencia trans y del deseo sexual
El principal problema que presenta este tipo de reclamos o lemas basados en el amor es, entre otros muchos, que dejan de lado a las personas trans o no binarias, que a veces se incluyen dentro de la T o la I, los colectivos más invisibilizados.
"Al final se está dejando muchas realidades fuera. Si hablamos de lo que es LGB también se está reduciendo la existencia de personas que no son heterosexuales al amor", señala Benjamin, quien recuerda que "las agresiones al colectivo LGTBI no es por enamorarse es por la existencia y, sobre todo, la existencia dentro del espacio público". "Estamos quitándole peso a todas las reivindicaciones que hay detrás", enfatiza.
Mola defiende que para ser homosexual tiene que haber una parte afectiva, que forma parte de la identidad en sí misma. "No tiene que ser solo sexual, es enamorarte de una persona y tal. La sexualidad es una práctica", recalca. "Yo si mañana me acuesto con una mujer no voy a ser bisexual y si un hombre que se denomina hetero tiene sexo conmigo mañana no tiene por qué ser bi", detalla.
Del mismo modo, la romantización del amor trae asociados otros factores, como la eliminación del deseo sexual, especialmente entre mujeres. "Parece que somos entes que amamos, amamos y cuidamos, que somos seres de luz y seres de amor. Las mujeres también tenemos deseos sexuales, fantasías sexuales y eso hay que visibilizarlo. Esto también da lugar a que a las lesbianas se nos infantilice con 'ay, sois amigas, os dais besitos' y no", se queja Gómez.
Una frase presente en todas las campañas de pinkwashing
El love is love se encuentra en marcas, escaparates, campañas de todo tipo que desde que comienza el mes de junio copan todos los comercios y empresas. Estas sean inclusivas o no. A este blanqueamiento y esta imagen de supuesta modernidad se la conoce como pinkwashing, un término similar al purplewashing con el feminismo o greenwashing con la causa ecologista.
"La economía puede ser una herramienta de transformación social, igual que el turismo. Que grandes empresas quieran dar pasos para incluir en su marca aspectos como la diversidad y demás es muy bueno, pero hay empresas que hacen pinkwashing y eso sí está mal", zanja Mola.
Esto ha llevado a casos como el que recuerda Terciado de la Policía de Nueva York, que ha incluido en sus coches la bandera arcoiris este 2023 tras un concurso público con las siglas ACAB utilizadas contra la policía pero con las palabras All Colors Are Beautiful (Todos los colores son bellos). "Les da igual, no les importa el mensaje, lo que quieren es ponerse la banderita para quedar de guays, de progres, que todos somos superincluyentes... Eso sí, en cuanto acabe el Orgullo volverá la mierda", señala.
El pinkwashing y la utilización de esloganes vacuos es algo común a numerosas empresas como Nivea que en 2019 aseguró "no hacer cosas para gays" y en 2022 incluyó la bandera LGTBI en uno de sus formatos o los distintos clubes de fútbol, que incluyen el arcoiris en su logo el mes de junio, pero en cuyos campos se escuchan insultos homófobos sin ninguna sanción.
Pero esta "cancelación pública" por la utilización del colectivo no solo ha afectado a empresas que se han querido lucrar con el colectivo, también a artistas como Donna Summer. "Hizo unas declaraciones religiosas que no hablaban muy bien del colectivo LGTBI de aquella época del VIH. Se formó una hoguera, vaya, que se quemaron todos sus discos. Como el colectivo LGTBI ha sufrido tanto, es un colectivo muy concienciado", recuerda Mola.
Para Terciado, la mayoría de estas campañas del Orgullo no van dirigidas al público LGTBI sino que se hacen de una manera marketiniana como se tratan las campañas de Navidad, abiertas al público hetero: "El mensaje no va hacia nosotras, va hacia los heteros y la gente que tiene el dinero para comprar y consumir".
En este sentido, Gómez apunta a que se trata también de una parte deseada, el tener un amigo gay o lesbiana, pero que entre en los cánones del heteropatriarcado y para el que se usan este tipo de eslóganes dedicados al amor, que pueden ser utilizados para cualquier campaña capitalista. "Lo del amor sirve para cualquier campaña, por ejemplo, para el Día de la madre, ninguna persona, aunque sea de derechas va a saltar ante eso", recalca.
"Quieren los frutos de la lucha sin meterse en la lucha y eso es superegoísta porque no puedes decir eso sin estar todo el año trabajando para el colectivo, teniendo unos protocolos en tu empresa, que no estás cuidando que no haya casos de LGTBIfobia, que cuando llegue junio, querer tener ese consumidor. Todo es capitalismo absoluto teñido de arcoiris, luego llega el 8M y lo tiñen de morado", enfatiza Gómez.
Esta integración del discurso blando y los eslóganes fáciles provoca dos aspectos, uno muy positivo que recuerda Mola que es que la comunidad LGTBI ha logrado "en tiempo récord meter su reivindicación en todas las agendas mediáticas". "Uno de los grandes avances es la visibilidad de las personas LGTBI, de todas las personas, de todos los lugares. La visibilidad desde lo habitual, lo cotidiano. A partir de aquí tiene sentido que las empresas intenten evitar prácticas discriminatorias, etc.", señala.
Pero también que desde personas de fuera del colectivo se intente capitalizar el discurso, tal y como recuerda Terciado como es el caso del pregón del Orgullo de Madrid.
"Ya hemos dejado de escuchar que somos unos guarros, que nos vayamos a la Casa de Campo, pero nos ponen a Cristina Pedroche a Mario Vaquerizo, a un montón de figuras que no son del colectivo haciendo publicidad, dando los pregones, etc. Esto hace que entre nosotras, las del colectivo LGTBIQ+ discutamos. Al final, es la misma fracción que ocurre con el feminismo, nos están intentando fraccionar porque ven el poder", señala y se queja de que no se cuente con muchas personas del colectivo que están dando el paso como figuras públicas.
El problema con esta generalización de la lucha y estos eslóganes suaves es también la supuesta aceptación de los mismos por grupos de derecha y ultraderecha que a su vez retiran derechos para el colectivo.
"Cuando ves que el opresor te acepta, entras en ese club. Es decir, toda la gente que dice 'no si la gente del PP no es tan facha, si me respetan'. Te respetan porque no pones en riesgo sus privilegios, que seas una familia normativa y que a todas luces parezcáis una familia heterosexual y que la única diferencia es que sois dos hombres o dos mujeres no pone en riesgo nada. Si tienes una trieja o una relación no monógama sí porque pone en jaque el status quo de la familia tradicional y nuclear", sentencia.
Esa única visión de la pareja LGTBI tradicional y romantizada hace que muchos de sus miembros pierdan la empatía por otros miembros del colectivo que necesitan otro tipo de reivindicaciones. Por mucho que durante este mes el love is love sea la norma, la realidad es otra y es que los delitos de odio contra el colectivo han aumentado un 70% en 2022, según datos del Ministerio de Interior.