Vaginas precoces para eyaculadores precoces
El coito es una practica demasiado extendida. Cualquier sexólogo/a nos dirá que vivimos en un modelo de sexualidad coitocentrista y masculino. Yo sostengo esto, y además digo que los coitos demasiado largos molestan e incluso duelen. Es habitual que la excitación disminuya y la lubricación escasee. ¡Despertemos! ¡Esto no es porno!
Ya sabemos que el coito es una practica demasiado extendida. Cualquier sexólogo/a nos dirá que vivimos en un modelo de sexualidad coitocentrista y masculino, donde se justifica y se utiliza el coito como practica estrella.
Yo sostengo esto, y además digo que los coitos demasiado largos molestan e incluso duelen. No son pocas las mujeres que sienten escozor y dolor después de las relaciones sexuales. Nuestras vaginas no necesitan tantas embestidas. El coito nos puede gustar, sí, pero no hace falta estar 30 minutos dale que te pego. Es habitual que la excitación disminuya y la lubricación escasee. Así que escucha, lo digo bien alto:
Un coito demasiado largo cansa, aburre, molesta y duele. ¡Despertemos, que esto es la vida real! ¡Esto no es porno!
Mi teoría es que las mujeres hemos aprendido a modular nuestras prácticas sexuales y aguantamos coitos largos porque, en este modelo de sexualidad, es lo que se espera o lo que impera. Pero mi teoría es que las mujeres tenemos vaginas precoces para eyaculadores precoces. Esto funciona muy bien para la procreación, pero muy mal para el placer.
¿Sabían ustedes que la eyaculación precoz es una disfunción sexual muy reciente? Antes, si los hombres eyaculaban pronto o tarde no le importaba a nadie. Antes de los años 70, los hombres eyaculaban cuando les daba la gana y no se les ocurría cuestionar su sexualidad en función de lo rápido o lento que eyaculaban. Es más, solía ser un signo de hombría poder eyacular sin dificultad.
Eso no era más que un reflejo de esa supremacía masculina y de lo poco que se tenía en cuenta a las mujeres y su sexualidad. Signo inequívoco de "machoman". Porque, simplemente, las mujeres eran cuerpos que ni sentían ni padecían, y que sólo se utilizaban a modo de disfrute y descarga. Y para concebir, claro.
Los hombres eyaculan rápido porque todos los mamíferos eyaculan rápido. El hombre es eyaculador rápido por naturaleza (algo menos que un conejo, pero rápido al fin y al cabo). A partir de los años 70, con la revolución sexual de la mujer, cuando aparecen los anticonceptivos que permiten desvincular la sexualidad femenina de la reproducción, y con la reivindicación de la mujer de su derecho al placer, las cosas cambian.
¿Por qué? Porque a partir de ese momento, (¡atención!) las mujeres no sólo disfrutan, sino que exigen disfrutar. La vagina se convierte (erróneamente) en el centro del placer femenino. Los orgasmos vaginales se ponen en cabeza de los orgasmos femeninos. El clítoris sigue siendo el gran desconocido. Y el placer femenino sigue vinculado a las relaciones de pareja, heteronormativo y coital.
Es la época en la que el famoso endocrino Gregorio Marañón se cubrió de gloria diciendo esta frase que queda para la posteridad de las "cagadas" sexuales:
A partir de ahí, las mujeres se convierten en algo así como "deficientes sexuales", que necesitan de un hombre habilidoso y capaz para conseguir orgasmos. Nadie habla de masturbación, de clítoris, de otras practicas sexuales o de homosexualidad. Y encima se corre el rumor de que la mujer es muy lenta en sus orgasmos. Así que se llega a la conclusión de que necesitamos mucha penetración, muuucho coito, para conseguir orgasmos.
Así que los hombres se empiezan a ver responsables del ya obligatorio placer femenino. Siempre a través del coito. Y como se dice que somos tan lentas, pues coitos largos. Empezará a ser un fracaso para el hombre no aguantar con la penetración hasta conseguir que la mujer consiga su orgasmo (vaginal, claro).
Todo esto es para llegar a donde quiero llegar: conozco muchas mujeres (amigas, conocidas, pacientes...) que consideran excesivo el tiempo de penetración. Que se notan escocidas y con dolor después de las relaciones coitales. Quizá no les ha pasado desde siempre. Quizá es a partir del parto, de la menopausia, de un periodo de más estrés, etc. Notan dolor cuando la penetración es demasiado larga, pero a la vez creen que su pareja se esfuerza para alargar el coito.
Así que:
- Si no necesitas tanto coito, dilo. No te quedes aguantando embestidas si no es lo que quieres. Y menos si te duele. Sal de ese "cículocoital".
- Ahí va mi teoría de vaginas para eyaculadores precoces: si los hombres eyaculan rápido por naturaleza, quizás las mujeres tengamos vaginas preparadas para coitos rápidos. No es que no necesitemos coitos largos, es que nos sobra, lo mires por donde lo mires.
Vamos a dejar de vivir en este absurdo de sexualidad para el otro. Pero, además, sin que el otro lo necesite. Toda una paradoja, desde luego.
Permitidme un atrevido consejo: chupa, lame, toca, besa, roza, abraza, cosquillea, envuelve...todo lo que puedas. Penetra sólo lo justo. No tenemos el chichi para tanta feria.
Si quieres aprender sobre sexología femenina y de pareja, quédate conmigo. Este artículo fue publicado originalmente en el blog de la autora.