América Latina ante los vientos proteccionistas

América Latina ante los vientos proteccionistas

Quien se haya pensado que las frases de "Estados Unidos primero" o "volver a hacer grande a los Estados Unidos" eran solo eslóganes de campaña electoral deberían despertar de su letargo. Está claro, por los anuncios del presidente Electo Donald Trump, a los que se suma el Brexit inglés, que se avecina un tiempo donde los promotores del comercio libre a nivel mundial orientarán su acción hacia políticas proteccionistas de sus mercados internos.

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Foto: EFE

Quien se haya pensado que las frases de "Estados Unidos primero" o "volver a hacer grande a los Estados Unidos" eran solo eslóganes de campaña electoral deberían despertar de su letargo. Está claro, por los anuncios del presidente Electo Donald Trump, a los que se suma el Brexit inglés, que se avecina un tiempo donde los promotores del comercio libre a nivel mundial orientarán su acción hacia políticas proteccionistas de sus mercados internos.

Hoy Trump, con la consigna tradicionalmente demócrata de que "los trabajos queden en casa" y no se vayan al exterior, ya promete no firmar el acuerdo del Pacifico, el llamado TPP, renegociar el Tratado de libre comercio (TLC) con México y Canadá, y reconsiderar los acuerdos bilaterales con otros países.

Para América Latina, una región que depende del comercio internacional, principalmente de sus materias primas, un entorno proteccionista no es lo más favorable, aunque, por otro lado, el nivel de dependencia del mercado estadounidense ya no es el que era 20 años atrás.

Pero como si el entorno que se nos viene no fuera suficiente, días atrás, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) alertó durante la presentación de un estudio anual sobre comercio e integración en América Latina acerca de la caída de la competitividad exportadora de la región.

Esta contracción se explica por factores como la caída de la demanda de Estados Unidos, la Unión Europea o China, y afecta no solo al volumen de las exportaciones, cuyo crecimiento se ha desacelerado, sino también al precio de las exportaciones.

En efecto, el balance del comercio en la región es negativo, y el BID considera que estas presiones llegaron para quedarse. En 2015, la caída de las exportaciones sudamericanas fue del 22%, solo comparable a los niveles de la crisis global de 2008-09.

En el caso brasileño, la caída fue de un 16%, motivado principalmente por la caída en los precios de venta de la soja, hierro y petróleo en todos sus mercados exportables. En el caso paraguayo, la caída del 15% es explicable en buena parte por la caída de los precios de la soja y la carne.

Ante este panorama, es crítica la necesidad de diversificación en dos direcciones: en productos manufacturados y en mercados.

Uruguay, mientras tanto, aumentó sus exportaciones a EEUU con un 32%, pero hubo importantes caídas en otros mercados, como MERCOSUR, lo que hizo que al final de 2015 la caída fuese del 16%, mientras que Bolivia registró una caída del 32%, principalmente en el mercado intrarregional.

Argentina, por su parte, con una desaceleración del 16%, se vio muy afectada por una merma del 24% en sus exportaciones a Brasil y un 18% a los EEUU, a pesar de haber vendido un 13% más a China.

Ante este panorama, es crítica la necesidad de diversificación en dos direcciones: en productos manufacturados y en mercados.

Ello no implica dejar de lado las materias primas, pero sí es necesario incorporarles mayor valor agregado y no quedar expuestos a la volatilidad de sus precios, como hasta ahora.

De hecho, la retracción comercial tiene un impacto negativo fuerte sobre el equilibrio financiero de los países.

Ademas, en un contexto internacional donde afloran tendencias proteccionistas que proyectan una apreciación del dólar, si bien ello podría favorecer la competitividad de las exportaciones sudamericanas, un aumento paralelo de la inflación, podría literalmente tragarse los beneficios de un mayor flujo exportador.

En el actual ambiente global de escasa demanda y de desaceleración en el comercio internacional (particularmente en el este de Asia), hay una preocupación generalizada con que el comercio internacional no pueda ayudar a generar el crecimiento esperado.

Independientemente de mantener y profundizar espacios de comercio significativos para la región, como China en particular, en este contexto debería ser una prioridad el relanzamiento del comercio intra-regional entre los países del MERCOSUR y de la Alianza del Pacifico entre sí.

FONPLATA ya está trabajando en esa dirección, con una serie de proyectos que han de facilitar la integración comercial de las zonas productivas del Cono Sur a las grandes cadenas de valor de la economía regional y global.