Otegi y sus palmeros

Otegi y sus palmeros

Podría darse la circunstancia de que dentro de veinte años, el terrorista de Daesh Salah Abdeslam, ya fuera de la cárcel quizá por su delación y colaboración con la justicia, aparezca por la Eurocámara para hablar de paz y de libertad, invitado por un grupo de eurodiputados, tan cretinos y amorales como los que hace unos días invitaron a otro hombre de paz, el exetarra Arnaldo Otegi.

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Foto de Otegui dirigiéndose a los medios a su llegada al Parlamento Europeo/ EFE

Salah Abdeslam, responsable de la logística del comando yihadista que mató a 130 personas en París el 13 de noviembre de 2015, fue extraditado el pasado 27 de abril de Bélgica a Francia. Está acusado de asesinato, posesión de armas, fabricación de explosivos y secuestros. Es posible que tras el proceso judicial sea condenado a cadena perpetua, aunque su abogado insiste en que su defendido está deseoso de colaborar con la justicia, se supone que para que la condena no sea tan severa.

Abdeslam no es el único integrante de las redes yihadistas que participaron en los atentados cometidos en la sede de la revista Charlie Hebdo, en el aeropuerto de Bruselas o en el metro de esa capital europea. Algunos otros terroristas permanecen en paradero desconocido, tal vez, preparando el próximo atentado en el que, en nombre de un dios irreconocible, vuelvan a asesinar a varias decenas de ciudadanos que tengan la mala fortuna de cruzarse en el camino de semejantes criminales.

Esos asesinatos, además de víctimas mortales, dejan un reguero de huérfanos que, como dijo el jefe del Estado francés, no olvidarán jamás esos tristes y desoladores días. Vivirán para siempre con ese recuerdo en una sociedad que lloró junto a ellos, embargados por el dolor de tanta muerte y devastación.

Quizá algún día, algunos caerán en la cuenta de que no es comparable el dolor de una madre que muere viendo a su hijo en prisión que el de otra madre que murió si volver a ver a su hijo, porque los amigos de Otegi lo enviaron al cementerio.

Y pudiera ser que, pasado los años, algunos de esos familiares a los que los terroristas del Daesh dejaron sin padre, sin madre o sin hermanos, hubieran llegado a ocupar un escaño en el Parlamento europeo. Y podría darse la triste paradoja de que Abdeslam, que solo cumplió 20 años de cárcel por su delación y colaboración con la justicia, al salir de la prisión parisina en la que fue internado, apareciera por la Eurocámara para hablar de paz y de libertad, invitado por un grupo de eurodiputados, tan cretinos y amorales como los que hace unos días invitaron a otro hombre de paz, el exetarra Arnaldo Otegi.

Y si llegara ese día, allá por el 2030, en el que Salah Abdeslam pidiera en el Parlamento europeo la libertad para todos los presos políticos del yihadismo y del Estado Islámico porque, como dijo Otegi hablando de los etarras, "a algunos de ellos se les va la vida o porque las madres de otros presos murieron viendo a sus hijos en la prisión", entonces, hasta podría ser que algunos de los que hoy creen democrático y progresista escuchar las opiniones de todos en el Europarlamento, entendieran la brutalidad y la bajeza que cometieron sometiendo a los familiares de los asesinados por ETA a la humillación de ver cómo uno de los terroristas de esa nefasta banda acudió a la Cámara europea a hablar de paz y de presos políticos.

Esos europarlamentarios del Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea / Izquierda Verde Nórdica (GUE-NGL), entre los que se encuentran los eurodiputados de Podemos, de Izquierda Unida, del Partido Comunista francés, del Partido de la Izquierda alemán, etc., caerían en la cuenta de que no es comparable el dolor de una madre que muere viendo a su hijo en prisión que el de otra madre que murió si volver a ver a su hijo, porque los amigos de Otegi lo enviaron al cementerio.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Nacido en Mérida (Badajoz) en 1948, Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Sevilla. Tomó contacto con el PSOE en el seno de un grupo de estudiantes sevillanos a finales de 1969, afiliándose al Partido en 1976, reorganizando el partido en la provincia de Badajoz y en Extremadura. Elegido secretario general del PSOE en Badajoz en junio de 1979, y secretario general Regional de Extremadura en 1988. Miembro del Comité Federal del PSOE desde 1983, formando parte de la Comisión Ejecutiva Federal de 1994/6, con Felipe González, así como en la de José Luis Rodríguez Zapatero, 2004/8. Elegido diputado al Congreso por Badajoz en la Legislatura Constituyente de 1977 y reelegido en las Elecciones Generales de 1979 y 1982. Artífice del proceso preautonómico en Extremadura que desembocó en la aprobación de su Estatuto de Autonomía, siendo elegido primer presidente autonómico en mayo de 1983, desempeñando dicha responsabilidad durante seis legislaturas consecutivas refrendadas por el electorado extremeño con mayorías absolutas (a excepción de la de 1995 que fue por mayoría simple). Amigo de la desnudez de las palabras y de la lealtad a los principios que emanan del socialismo democrático logró una transformación sin precedentes de la sociedad extremeña durante su gestión, guiado por su concepción del respeto a la diversidad en el marco de la solidaridad y cohesión entre las regiones que integran el Estado. Tras su decisión de no presentarse a la reelección como presidente autonómico en Extremadura, el 29 de junio de 2007 abandona la Presidencia de la Junta, tras 24 años al frente del Gobierno autonómico, retornando a sus funciones docentes en la Universidad de Extremadura. En el X. Congreso Regional del PSOE de Extremadura de julio de 2008, renuncia a presentarse como candidato a la Secretaría General Regional cuya función desempeñaba desde 1988. En el año 2011 impulsó la creación de la Fundación Centro de Estudios Presidente Rodríguez Ibarra, que preside, cuya vocación es fomentar la idea de España en la línea que vino defendiendo en toda su ejecutoria política e institucional y el fomento de vías educativas que rompan inercias del pasado, donde el riesgo, la imaginación y el espíritu emprendedor sean notas distintivas que acompañen el devenir de la sociedad del presente y del futuro.