El error de confundir las preposiciones
Se sabe que la situación del PSOE es complicada, pero no tanto como cuando solo teníamos tres presidentes autonómicos frente al inmenso poder que acumuló el Sr. Aznar. Entonces, a Bono, a Chaves y a quien esto firma se nos empezó a denominar por el apelativo de los Tres Tenores porque, de cuando en cuando, nos reuníamos los tres y le hacíamos frente al Aznar. Ahora son siete los presidentes socialistas. ¿Y si se reunieran alguna vez y le hicieran frente a Rajoy? Seguro que recibirían llamadas del secretario general federal y el aplauso unánime de la militancia.
Foto: EFE
En la lengua castellana, la preposición es una palabra que relaciona los elementos de una oración. Las preposiciones pueden indicar origen, procedencia, destino, dirección, lugar, medio, punto de partida, motivo, etc. En consecuencia, no tienen el mismo significado las expresiones que vayan acompañadas de una u otra preposición, aunque a veces confundamos el empleo de una u otra cuando queremos decir algo. Es corriente escuchar en determinadas regiones de España la expresión "Contra más aprieto, menos abarco", utilizando la preposición contra, en lugar de cuanto. Lo mismo se puede decir de la preposición desde, que se utiliza en lugar de con cuando se dice: "Esto lo sé desde mi experiencia". En "Tomo estas gotas para la fiebre" se utiliza la preposición para cuando el uso correcto sería contra.
En la vida política también se producen situaciones complicadas o conflictivas como consecuencia de que los interlocutores no sepan apreciar el valor de la preposición que indica la responsabilidad de cada uno de ellos. En los últimos días, el PSOE ha vuelto a enmendarle la plana al PP, difuminando los borrones populares para reescribir una historia de desencuentros que a algunos le puede parecer más interesante que la dimisión o no de la senadora Barberá, que se fue del Partido Popular, pero a la que, jugando con su apellido, pronto podremos rebautizar como Rita Volverá. Algo muy grave debe estar ocurriendo en las alturas para que, ahora y en la situación en la que se encuentra el PSOE, no sepamos todavía a quién beneficia el hecho de que todo el mundo haya podido conocer que un secretario regional socialista hace dos meses que no habla con el secretario federal del PSOE.
Al parecer, según dicen los que están en las redes sociales, los insultos han llegado -dirigidos o no- contra quienes discrepan públicamente de la línea oficial socialista. Y, según informa la prensa, los insultadores por Internet han tenido la réplica de destacados dirigentes socialistas.
Como todo el mundo sabe, en el PSOE existen voces en el partido y voces del partido. La preposición en indica lugar, mientras que la preposición de señala posesión o pertenencia. Los afiliados sin ningún tipo de responsabilidad institucional o de dirección partidaria son voces en el PSOE y, por su falta de responsabilidad, no deberían provocar ningún tipo de inquietud en quienes sí han sido elegidos para dirigir el partido o para representarlo institucionalmente. Estos últimos sí son la voz del partido. Y la voz de un partido con 137 años de historia debe cuidar mucho su tono y su volumen cuando suena. Tratar de equiparar las voces en el partido con las voces del partido es un error en el que no se tiene que caer si la responsabilidad acompaña a los dirigentes que representan a un partido de tanta solera e importancia como el socialista.
En el pasado, el éxito de los dirigentes socialistas consistió en hacer coincidir el interés de los militantes del PSOE con el interés de la ciudadanía. Parece ser que, ahora, una parte de esos dirigentes no son capaces de hacer compatibles ambos intereses. Entre el "No es no" y la abstención sin más, queda algún camino que recorrer si se fuera capaz de indicarle a quienes tienen la mayor responsabilidad en estos momentos, es decir, a la dirección del PP, como partido más votado en las elecciones del 26-J, que si su candidato ha fracasado dos veces -una tras el 20-D por incomparecencia y otra hace unos días por falta de apoyos-, no permitan que fracase el sistema.
Nuestra democracia aún sigue basando sus cimientos en el sistema de partidos. Todos parece que tenemos claro que, sin partidos políticos, no puede haber democracia; el fascismo, el corporativismo, el autoritarismo o el comunismo son formas de legitimación que nada tienen que ver con la democracia. Este es el momento en el que la dirección popular debería demostrar a los ciudadanos que van en serio cuando quieren que España salga del atolladero en la que se encuentra desde hace ya un año. Si su candidato no ha conseguido la investidura, lo sensato sería que lo intentaran con otro. Ya sé que es pedir un esfuerzo enorme. No resulta fácil cambiar de candidato; pero tampoco lo es cambiar el sentido del voto de quienes dijeron no y ahora se les pide la abstención. Si alguien se presenta en una mesa con el sacrificio hecho, demostrará que los partidos no son los monaguillos de nadie y tendrá la autoridad moral y política de pedir esfuerzos y sacrificios a los demás. Un escenario nuevo sí que requeriría, entonces, un debate nuevo en todo el arco parlamentario.
Y eso nada tiene que ver con el chantaje de algunos que tratan de doblegar al PSOE responsabilizándole de todos los males que puedan venir por no facilitar la investidura de Rajoy. "O el PSOE se abstiene o en las próximas elecciones el PP sacará 150 diputados", se oye decir a quienes pasan por ser los más entendidos de la tribu. ¡Como si saca mayoría absoluta y gobierna otra legislatura! Pero nunca sería a costa del sacrificio único y exclusivo del PSOE.
Se sabe que la situación del PSOE es complicada, pero no tanto como cuando solo teníamos tres presidentes autonómicos frente al inmenso poder que acumuló el Sr. Aznar. Entonces, a Bono, a Chaves y a quien esto firma se nos empezó a denominar por el apelativo de los Tres Tenores porque, de cuando en cuando, nos reuníamos los tres y le hacíamos frente al Aznar. Ahora son siete los presidentes socialistas. ¿Y si se reunieran alguna vez y le hicieran frente a Rajoy? Seguro que recibirían llamadas del secretario general federal y el aplauso unánime de la militancia.