¡Ay, qué risa, María Luisa!
¡Ay, qué risa, María Luisa!, me sale cada vez que oigo a los de Podemos defender a Pedro Sánchez de los suyos, cuando hasta hace cinco minutos decían que "el PSOE es el partido del enriquecimiento rápido, el crimen de Estado y el tráfico de influencias", subrayando que el resultado obtenido por Pedro Sánchez en las últimas elecciones generales "fue el peor resultado de un candidato socialista a la presidencia del Gobierno".
Foto: EFE
Carlos IV fue uno de los reyes más nefastos que tuvo España. Su padre, el rey Carlos III, llegó a decirle en cierta ocasión: "Pero qué tonto eres, hijo mío". Casado que fue con una prima suya, María Luisa de Parma, dejó que fuera su mujer la que se ocupara de la gobernación de España.
Al rey, entre misas, cacerías y juegos de cartas, se le iba la jornada. Las leyendas urbanas y cortesanas sobre la actitud de la reina en relación con su valido, Manuel Godoy, y el descrédito real por la actitud de su hijo, el entonces príncipe de Asturias y futuro Fernando VII, provocaron que el pueblo llano, cuando no se creía algo, exclamara "Ay, qué risa, María Luisa", manifestando con esa expresión la incredulidad total sobre lo que se decía o contaba.
Y eso es lo que digo ahora, ¡Ay, qué risa, María Luisa!, cuando oigo o leo a Irene Montero, de Podemos, o a Bescansa, o a Pablo Iglesias, de la misma cuerda partidaria, defender y proteger a Pedro Sánchez, secretario general del PSOE de algunos militantes socialistas. "Ay, qué risa, María Luisa", exclamó cuando alguien de Podemos dice que Pedro Sánchez puede contar con su partido para intentar desalojar al PP del Gobierno y para que resista la presión de los barones y de la vieja guardia. ¿Se acordará Iglesias de lo que dijo en abril de este año, en un acto público en el Parque Tierno Galván de Madrid cuando daba por seguro que "lideraría un Gobierno del cambio, y tenderemos la mano a los socialistas y les hablaremos de igual a igual"? Cuándo lloraba en el hombro de Julio Anguita, que dijo aquello de "ahora o nunca, Pablo", ¿pensaba en Pedro Sánchez o se relamía diciendo que serían primera o segunda fuerza política, relegando al PSOE a la condición de invitados a su festín? Cuando el Sr. Anguita decía que "Pablo Iglesias ha conseguido con Podemos lo que yo quise: crecer a costa del PSOE", los llamados barones y muchos militantes socialistas recorrían plazas y calles de España para defender al PSOE y a Pedro Sánchez de sus ataques y sus fobias contra los socialistas.
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, lamentó hace unos días que líderes del PSOE quieran "cortar la cabeza" a Pedro Sánchez y tachó de situación "kafkiana" que la formación morada sea la que abra la puerta a la posibilidad de que sea presidente, "mientras en su partido no quieren". Lo verdaderamente kafkiano es ejercitar la memoria más reciente y recordar al defensor Pablo Iglesias cuando decía lindezas de este calibre sobre el PSOE y su líder, Pedro Sánchez: "Creo que hoy el PSOE ha marcado claramente una línea roja, los que forman parte del trío del bunker que quieren que nada cambie". "En el PSOE, quienes mandan son sus barones". "Pido al PSOE que deje de hacer teatro". "Está claro que en el PSOE quien manda no es su secretario general". "Su partido fue también el partido del crimen de Estado, tienen su pasado manchado de cal viva". "No le extrañe que cualquier día los trabajadores le pidan que entregue la S y la O del PSOE".
¡Ay, qué risa, María Luisa!, me digo cada vez que recuerdo el intento y el afán de Podemos, en las últimas elecciones generales, de sustituir al PSOE como principal partido de la izquierda española y lo comparo con este lamento fariseo de Iglesias y sus adláteres por la suerte de Pedro Sánchez en el seno de la formación socialista. Este Pablo Iglesias, abogado defensor de Pedro Sánchez, es el mismo que trató de humillarle cuando, con cierto recochineo, nada más salir de su entrevista con el rey, se dirigió a los medios de comunicación anunciando un supuesto Gobierno en el que Iglesias ocuparía la vicepresidencia, y presentando a los que, acompañándole, ocuparían diversas carteras ministeriales y en el que Pedro Sánchez, desde la Presidencia, aparecía casi como una figura decorativa. ¡Ay, qué risa, María Luisa!, me sale cada vez que oigo a los de Podemos defender a Pedro Sánchez de los suyos, cuando hasta hace cinco minutos decían que "el PSOE es el partido del enriquecimiento rápido, el crimen de Estado y el tráfico de influencias", subrayando que el resultado obtenido por Pedro Sánchez en las últimas elecciones generales "fue el peor resultado de un candidato socialista a la presidencia del Gobierno".
Por lo que se ve, a Pablo Iglesias le consta que muchos en el PSOE "le quieren cortar la cabeza a Sánchez". No se sabe de donde habrá sacado esa constancia el líder de Podemos; sí que se sabe que Iglesias hizo todo lo posible para borrar del mapa al PSOE y, en consecuencia, a su secretario general". Por eso, cuando veo a Podemos denigrando a los militantes socialistas que expresan opiniones referentes a la actitud del PSOE tras las elecciones del 26-J, y manifestando su simpatía hacia el secretario general de un partido al que él creía poder eliminar, no puedo más que decir ¡Ay qué risa, María Luisa!