El ordenador personal tiene cuerda para rato
Es verdad que consumimos la información en una tableta, mientras vemos la televisión en el sofá, o en un teléfono mientras viajamos, pero cuando toca producirla o retocarla, volvemos al portátil o al desktop con teclado y potencia suficiente.
Hay que admitirlo. El smartphone es el verdadero rey de la fiesta tecnológica en los últimos años. Hay un interés desproporcionado por los móviles de última generación, que se han convertido ya en un elemento que marca como ningún otro nuestro estatus, casi más que el coche o la ropa que llevamos encima. Pero además de seducir (sólo hay que ver cómo Apple promociona su iPhone 5s dorado), el smartphone es un aparato extremadamente útil y versátil, un verdadero killer que está acabando con varias industrias al mismo tiempo. A base de añadirle funciones y extensiones, fabricantes como Samsung, Nokia, Apple o LG han mermado las ventas de cámaras compactas, navegadores GPS, grabadoras o consolas portátiles.
Con la eclosión del smartphone (sobre todo a partir del primer iPhone de 2007) y de las tabletas, son muchos los agoreros que han aparecido en los últimos años anunciando la muerte del PC. Larry Ellison, el dueño de Oracle, tan apasionado de las regatas, no desaprovecha la ocasión para anunciarnos el final del ordenador personal, quizá porque uno de sus máximos rivales en la industria, Microsoft, sigue viviendo de él. También Steve Jobs se convirtió en sus últimos años de vida en un detractor del PC. Eso sí, mientras Jobs quitaba méritos al viejo formato, su compañía colocaba en todo el mundo millones de portátiles y sobremesas Mac, que en el último lustro han vivido un renacimiento por el tirón de la marca.
Sin embargo, y a pesar de todas las incertidumbres, creo que el PC tiene cuerda para rato y que no debéis temer los que ahora mismo estáis indecisos y no sabéis muy bien por qué dispositivo decantaros. Es verdad que consumimos la información en una tableta, mientras vemos la televisión en el sofá, o en un teléfono mientras viajamos, pero cuando toca producirla o retocarla, volvemos al portátil o al desktop con teclado y potencia suficiente. Además, a pesar de tanta nube, seguimos necesitando un ordenador mediantemente potente y dotado para sincronizar y hacer el backup de todos esos gadgets que cargamos en el bolsillo o en la mochila. De hecho, en estos momentos hay un repunte de las ventas de sobremesas, en detrimento del portátil. Muchos están volviendo al desktop potente, que convierten en el digital hub de la casa. Además, ya no hay por qué comprarse una fea y voluminosa torre, y en el mercado hay una buena variedad de estilizados todo-en-uno (all-in-one) donde los componentes de la CPU quedan disimuladamente integrados en la parte posterior del monitor, casi siempre de grandes proporciones.
Tim Cook, el poco carismático CEO de Apple, decía hace poco que el sorpasso de las tabletas a los PC llegará en menos de dos años. Es probable. De hecho, ya se venden muchos más teléfonos inteligentes que ordenadores en el mundo (unos 1.000 millones de los primeros, por unos 300 millones de los segundos). Sin embargo, creo que, una vez pase la crisis, los particulares y las empresas volverán a renovar sus ordenadores, que en muchos casos ya no dan más de sí.
Eso sí, la industria del PC, que está liderada desde hace tres décadas por el binomio Intel-Microsoft, tiene algunas asignaturas pendientes y no tiene mucho margen para despistes. Windows 8 no acaba de despegar. Es previsible que al final se imponga por la omnipresencia que tiene el sistema de las ventanas (o las losetas ahora) en el mundo de la microinformática, pero Microsoft deberá afinar para no perder fieles. Hace un lustro no había alternativas y había que apechugar con el sistema operativo que la compañía de Redmond nos ofrecía, aunque no nos gustase o fuese muy lento (como pasó con el insufrible Vista), pero hoy podemos irnos a Android en cualquiera de sus versiones, iOS o Mac OS X.
Además, la industria del PC también deberá trabajar para mejorar la interfaz de los ordenadores, que, en el fondo, siguen siendo ciegos, sordos e insensibles. Un chaval hoy no concibe un dispositivo que no se pueda controlar deslizando los dedos por la pantalla. Aunque en la oficina, debido a que Windows 8 no llega nunca y a que Windows XP o 7 nos siguen bastando, hemos renunciado de momento a la pantalla táctil, pero en casa es difícil justificar un equipo con una pantalla insensible o que solo responda al puntero del ratón.
Intel, Microsoft o HP dicen que están trabajando en sistemas para que el ordenador de siempre deje de ser lo que grosso modo ha sido desde su invención a principios de los 80, una máquina de escribir muy potente, y sea capaz de emular y superar a smartphones de última generación, como el Samsung Galaxy S4, que incorpora reconocimiento de voz y responde incluso a los movimientos del ojo del propietario, que dirigiendo la mirada arriba o abajo o apartándola puede hacer scroll por páginas web o detener la reproducción de un vídeo. Ahí, tecnologías como Kinect (de Microsoft) o la alianza con marcas como Nuance (renococimiento de voz) van a ser claves. Todo esto debería ser una realidad durante 2014. Si eso no ocurre, los enterradores del PC van a seguir teniendo argumentos.