La otra sociedad civil de Madrid
Madrid es reconocida en estos momentos como una sociedad dinámica y abierta. Una sociedad que políticamente no ha dejado de moverse. Inquieta. En la cultura, en sus expresiones. Sus barrios están ahora encendidos. No es por lo tanto de extrañar que también su núcleo económico, los empresarios, se muevan.
Bajo el objetivo de que la sociedad civil formada por los empresarios e innovadores lidere la transformación social, en lugar de simplemente adaptarse a ella, ha hecho su primera presentación en público la organización Madrid Foro Empresarial (MFE). Lo ha hecho apadrinada por los expresidentes de la Comunidad de Madrid Joaquín Leguina y Alberto Ruiz-Gallardón y de la mano de la presidencia de Hilario Alfaro, quien fue candidato a dirigir la patronal madrileña CEIM en las últimas elecciones. De hecho, en esta propuesta cuenta con la colaboración de anteriores profesionales de esta organización patronal.
Madrid es reconocida en estos momentos como una sociedad dinámica y abierta. Una sociedad que políticamente no ha dejado de moverse. Inquieta. En la cultura, en sus expresiones. Sus barrios están ahora encendidos. No es por lo tanto de extrañar que también su núcleo económico, los empresarios, se muevan. Y lo hagan más allá de unas instituciones que parecen paralizadas.
Ante una audiencia de canas y trajes oscuros, a pesar de los casi cuarenta grados del exterior de un agobiante día de San Fermín, Alfaro subrayó que la organización surge de la pujanza de la sociedad civil empresarial madrileña y de la figura de un empresario sin estigmas. El mensaje que planteó es la capacidad de la empresa madrileña para liderar la transformación de la sociedad. Destacó de la misma su independencia, tanto económica -no admitiendo subvenciones ni fondos de formación, las que han sido las fuentes de financiación de las organizaciones empresariales y sindicales, hasta llegar a situaciones vergonzantes- como también independencia política. De hecho, ante la pregunta de qué se haría si algunos de los cargos o responsables de MFE estuviera bajo sospecha de prácticas poco claras, respondió que los estatutos de la nueva organización obligan a abandonar el cargo a quien estuviese imputado.
En una intervención en la que articuló lo profundo con el humor, Joaquín Leguina abordó el papel de la innovación en el nuevo capitalismo, situándola en el centro. Una innovación y capacidad de adaptación,que está en las antípodas de lo que dibujó como burocratizadas oligarquías empresariales y sindicales. Señaló tanto cambios - el mayor cosmopolitismo del empresariado español- como sombras -el bajo peso del sector industrial en nuestra economía que es el que tiene mayor capacidad exportadora; pero, sobre todo, como el que no quiere la cosa, estableció uno de los ejes fundamentales del desarrollo del capitalismo en la actualidad: la oposición entre modernización de la empresa y creación de empleo, de manera que las empresas modernas crean poco empleo en cantidad, aunque, se le olvidó decir, que el poco empleo que crean es intenso y muy productivo.
En distintas intervenciones, Leguina dejó claro el esfuerzo que han de hacer los empresarios para romper con la imagen que se ha derivado de las organizaciones empresariales, como la CEIM o la CEOE. En primer lugar, subrayó, porque no corresponde con la realidad de la actividad de los empresarios. Aquí apeló a su profesión de origen: estadísticamente, los empresarios no hacen cosas como las que han hecho cargos y excargos de las organizaciones empresariales, lo cual los ha llevado en algunos casos a la imputación o la cárcel.
Hay que destacar que entre los asistentes estaban reconocidos miembros del tejido empresarial madrileño y personalidades como José Bono o el presidente del Atlético de Madrid, Enrique Cerezo, junto a impulsores empresariales de este movimiento, como el inquieto Fernández-Tapias. Pero no asistieron o no estuvieron visibles representantes de esas organizaciones empresariales aludidas. Cuesta pensar que en una iniciativa de estas características no estén presentes la Cámara de Comercio de Madrid o la CEIM. De hecho, algunas de las preguntas de los asistentes a Alfaro tenían como contenido la relación con estas instituciones; pero el presidente de la nueva organización prefirió una cortés elusión de las respuestas.
Tras hacer un esbozo histórico del éxito que ha significado la Comunidad de Madrid, un ente que no existía en la mente de la mayor parte de los madrileños de hace cuarenta años, Gallardón interpretó tal éxito como un triunfo de la sociedad civil, con la empresa en el centro, frente a la hipertrofia de la política.
Fundamentó ese éxito en dos dimensiones. Por un lado, el carácter práctico de la Comunidad de Madrid, frente a la búsqueda de rasgos diferenciales llenos de emoción. Su función era -y es- dar servicio a los madrileños, considerando como tales a todos los que viven aquí, sean de donde sean. La segunda dimensión es la paz social, destacando el notable esfuerzo de las tres partes -Gobierno regional, empresarios y sindicatos- para alcanzar acuerdos en un horizonte crecientemente competitivo. Así, siguiendo las palabras del exministro de Justicia, el Madrid burócrata y lleno de subsecretarios se transformó en la economía más dinámica del país.