Sopa de melón 26J: del merengue a Ikea pasando por Badajoz
Con una repetición de elecciones a escasos meses de las anteriores, vivir una nueva campaña como un déjà vu sería imperdonable. En eso se ha centrado la estrategia del PP y Unidos Podemos. Los programas no pueden modificarse sustancialmente, sería muestra de falta de credibilidad; pero la forma de presentarlos para evitar ser cansinos y reticentes, sí.
Los face to face, los duelos a cuatro, candidatos deshilando su hagiografía sentados en un sofá o chupándose los dedos entre fogones... Hasta ahora éstas eran las formas utilizadas por los partidos para presentar al gran público a los candidatos, además de los tradicionales tour por las plazas principales y la pega de carteles.
Vender su producto y seducir y, sobre todo, que el nominado a presidente salga airoso de una entrevista original y atrevida, aunque fuera a Trancas y Barrancas, es el objetivo en un mundo, el de la política, donde el consumidor potencial está más que definido y la captación de nuevos consumidores es una tarea ardua y difícil que casi depende en exclusiva del grado de decepción y desengaño al que se haya visto sometido.
Cualquier cosa menos aburrir al público. Y en unas circunstancias como las actuales, con una repetición de elecciones a escasos meses de las anteriores, vivir una nueva campaña como un déjà vu sería un error imperdonable. En eso se ha centrado la estrategia de partidos como el PP y Unidos Podemos. Los programas electorales no pueden modificarse sustancialmente con tan escaso margen de tiempo, sería muestra de debilidad de planteamientos y falta de credibilidad; pero la forma de presentarlos para evitar ser cansinos y reticentes, sí.
Al margen de los debates televisados de chicas, que da para otra reflexión, las campañas publicitarias de estos partidos no tienen desperdicio, por bochornosas, originales o ingeniosas, según el prisma ideológico del espectador, claro está. Si tiene un punto entrañable ver a Mariano Rajoy andar por Badajoz como quien ha perdido el autobús y llega tarde al trabajo (mientras los guardaespaldas que le acompañan parecen decirle "venga, Mariano, que llegamos tarde"), lo que no tiene precio es la versión merengue del himno del PP. Si al menos estuviera acompañada con una coreografía de Twerking, la estupefacción inicial vendría matizada por la audacia del planteamiento; pero así, a secas, como que se hace bola y produce la misma reacción de bochorno que a los periodistas que asistieron a la rueda de prensa de su presentación.
Uno se pregunta a qué público va dirigido este tipo de anuncios y qué imagen quieren proyectar con ellos. En el programa-catálogo de Unidos Podemos, al más puro estilo Ikea, el concepto está muy claro: modernidad, cambio, frescura, juventud y originalidad, además de buen gusto, valores muy apetecibles en un mundo, el de la política, que atufaba a naftalina hasta hace cuatro días. El contenido es lo de menos cuando ya es conocido o se intuye y, o bien lo aceptas, o lo rehuyes de entrada. Es la forma la que cuenta. Y en este sentido, entre una y otra campaña, esta última gana por mayoría absoluta.
Lo cierto es que, coincidiendo con los rigores del verano, la segunda vuelta electoral se las prometía tediosa y aburrida, y mira por donde, el márquetin le ha dado la vuelta a la tortilla y la ha hecho de entrada más fresca y entretenida de lo habitual. Al menos ha dado de qué hablar y ocasión para reír o sonrojarse, que ya es bastante. Tal vez PSOE y C's, con campañas menos atrevidas y más convencionales, deberían haberlo previsto. Y tal vez es así como esperan encontrar esos votos indecisos a los que hay que convencer.
Y es que somos consumidores y, como tales, los partidos esperan que consumamos su producto. Diseñan su campaña de publicidad con el objetivo de proyectar la imagen de marca, informar sobre sus virtudes y convencer de su consumo. Con un único fin: afianzar la fidelidad de su público incondicional y ganar nuevos consumidores.
El problema es que en política se da la paradoja de que estos dos pilares del márquetin no se cumplen, pues el producto que se vende no informa de nada sino que presenta las promesas e intenciones del fabricante (que en caso de incumplimiento siempre se acogerá a sagrado en la socorrida coyuntura) y difícilmente convence a nadie que previamente no lo estaba, pues es tan difícil que un merengue se levante al día siguiente culé como que un pepero se vuelva podemita de la noche a la mañana, o viceversa.
En fin, en nada sabremos si las diferentes campañas han sido efectivas o no. Mientras tanto, y ya que hablamos de verano y de fresquito, una receta refrescante y estival que ayude a digerir tanta promesa electoral y evite que sucumbamos en el intento de su digestión: sopa de melón 26-J.
Una sopa fría y deliciosa que combina, como las grandes coaliciones, las mejores virtudes de cada uno de sus ingredientes: la delicada y etérea carne del melón, la fuerza del jamón y la fragancia alegre y juvenil de la hierbabuena. Una alianza perfecta de ingredientes, y tan exquisita, que dejará los pactos para los comensales más glotones, que desearán repetir un último plato.
Que la disfrutes.
NECESITARÁS (para 4 personas)
- 1 kg aproximadamente de melón limpio de pepitas y cáscara.
- 150 g de jamón.
- 8 ó 9 hojas de hierbabuena.
- 1 cucharada de almendra en polvo.
- 40 ml de aceite de oliva virgen extra.
- Sal y una pizca de nuez moscada.
ELABORACIÓN0
- Introduce en el vaso batidor las hojas de hierbabuena junto al aceite y una pizca de sal. Bate hasta emulsionar y reserva.
- Trocea el melón, mételo en la batidora junto al aceite (reserva un poco para adornar), la almendra, la pizca de nuez moscada y sal al gusto. Bate y reserva.
- Corta el jamón en trocitos y pásalos por la sartén hasta que estén crujientes (ten cuidado de no quemarlos). Reserva.
- Emplatado: sírvelo en un bol añadiendo los trocitos de jamón crujientes y un hilillo de aceite de hierbabuena por encima.
Refrescante, sencillísimo y delicioso. A disfrutar.
NOTA
La albahaca y la menta le van también de maravilla a esta sopa. Puedes sustituir o combinar la almendra con un par de cucharadas de nata de cocina, aunque no será tan ligera como ésta. Si lo prefieres, seca el jamón en el horno a baja temperatura hasta que quede crujiente, pero en la sartén es muy rápido y está igual de bueno. También puedes combinarla con gambas o langostinos cocidos y troceados, en lugar de jamón.
MÚSICA PARA ACOMPAÑAR
Para la elaboración:Ha ha ha ha, de White Denim
Para la degustación:Better find a church, de JD & the Straight shot
VINO RECOMENDADO
El coto blanco 2015. D.O. La Rioja.
DÓNDE COMER
Búscate un lugar fresco y agradable y disfruta de esta sopa refrescante en buena compañía.
QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS
Es un plato tan ligero que un chapuzón y cuatro largos en una piscina de casa de monte será ejercicio suficiente para compensar sus escasas calorías.