Turrones todo el año en Mauricio
Family, friends and food. Son estas tres cosas las que al emigrar suelen echarse más de menos, y normalmente por el orden enumerado. Cuando vivía en Singapur prácticamente los únicos productos españoles que podía uno esperar encontrar eran vino y aceite de oliva.
En las escuelas de negocios (como en las otras) se enseñan algunas cosas útiles y muchas tonterías. A título de ejemplo, a uno le recomiendan salir de la escuela con un elevator pitch bien preparado para que en la eventualidad de cruzarse con alguien como Bill Gates en un ascensor le podamos convencer de invertir en nuestros proyectos de negocio en un minuto. Tiendo a catalogar este aprendizaje entre las tonterías, y si me encontrara con Bill Gates en un ascensor hablaría con él del tiempo, como todo el mundo, porque de lo contrario pienso que el pobre hombre se va a decir, "¡Recórcholis, otro pelmazo recién salido de una escuela de negocios!" o algo por el estilo. Otro aprendizaje adquirido algo más útil en relación también a la posibilidad de lograr inversores para proyectos de negocio recomienda dirigirse para lograr el capital necesario a lo que se conoce en la jerga business como las tres efes: family, friends and fools, si bien esto lo saben ya muchos de los estudiantes puesto que en no pocos casos habrán recurrido a familiares, amigos y locos para financiar su máster.
Existe una reformulación de las tres efes que probablemente le debamos a algún alumnus expatriado de una de estas escuelas y que reza family, friends and food. Como ya adelantaba en mi primer post, son estas tres cosas las que al emigrar suelen echarse más de menos, y normalmente por el orden enumerado. Sin embargo, esto es cada vez menos cierto en lo que respecta al último capítulo, es decir food.
Cuando vivía en Singapur prácticamente los únicos productos españoles que podía uno esperar encontrar eran vino y aceite de oliva, y solamente en los mejores supermercados. Quedé muy gratamente sorprendido cuando un día encontré turrón de Jijona en uno de los centros comerciales mejor surtidos de la ciudad, el Mustafa Centre, y me dije que si uno busca suficientemente no existe casi ningún artículo de la cesta de la compra típica en España que no se pueda encontrar en Singapur, que junto a Hong Kong es lo más cercano que conozco a un paraíso para las compras.
En relación no ya a Singapur sino también a España, la isla Mauricio resulta poco interesante para ir de compras. Mauricio no es barato y es muy difícil encontrar ciertos artículos de consumo común en nuestro país como por ejemplo un navegador GPS, que acabé encontrando solo después de buscar mucho y a un precio sustancialmente mayor del que hubiera pagado en Europa. De ahí mi gran sorpresa cuando al ir al supermercado local por vez primera encontré sin problemas no solamente aceite de oliva de varias marcas y turrón, sino un impresionante surtido de embutidos españoles, incluyendo por supuesto chorizo y jamones de varias calidades, también ibérico. En cierta ocasión invité a comer a unos amigos mauricianos a mi casa y les quise hacer descubrir el jamón ibérico, que para mi gran asombro ya conocían.
Ignoro quién, cómo y cuándo dio a conocer el jamón ibérico en Mauricio. Puede que el embajador de nuestros productos aquí no sea un español y precisamente por eso las empresas españolas lo tomaran más en serio. Intuyo además que la crisis y el desplome del mercado interno tendrán algo que ver con nuestro reciente afán exportador, pero si alguien conoce la historia del introductor del jamón ibérico en Mauricio le invito a ponerse en contacto conmigo porque seguro que merece ser contada, y a lo mejor los fabricantes de horchata toman buena nota también para mi gran alborozo. En todo caso, mil gracias al responsable de la gesta de la parte de quien esto escribe.
Como ocurre en relación a productos tan nuestros como el jamón o el turrón, que son excelentes, creo que los emigrantes españoles somos más competitivos de lo que en principio nos pensamos. Sin embargo, a finales del año pasado y principios de éste, la empresa para la que estoy trabajando estaba reclutando (aviso para navegantes, desgraciadamente ya no es el caso), y además momentáneamente dejaron de exigir el francés como condición necesaria para considerar a un candidato. Pasaron entonces por mis manos currículos de portugueses, griegos, lituanos, indios, franceses y hasta de un uruguayo, pero ninguno de un español.
Ante la reticencia de muchos de mis compatriotas a emigrar pese a la penosa situación en que los recortes han dejado al mercado laboral nacional, y dado que no me creo que los países que he listado estén mucho peor que nosotros, me pregunto si lo que les retiene en España es exclusivamente la familia, los amigos y la comida o bien si existe cierta timidez para emprender según que decisiones, en base a que "las aventuras no pueden salir bien". Probablemente los agoreros que en España tanto abundan y que ya mencioné en un post anterior echen a muchos para atrás. A los jóvenes que se plantean pese a todo la opción de emigrar yo voy a continuar animándoles a hacerlo.
Que lean estas líneas, que se informen de fuentes bien contrastadas como El País y que escuchen a los agoreros. Y luego que cada cual decida. Los mejor preparados o los más afortunados encontrarán un buen trabajo fuera de España e idealmente desde España, pero a lo peor los agoreros tienen razón y la aventura acaba con un billete de regreso a casa. Creo en todo caso que es un riesgo que vale la pena, los valientes que lo intenten y no lo consigan serán un poco más pobres que antes pero tendrán el consuelo de haberlo dado todo por salir del paro.