RTVE: de Zapatero a Rajoy, periodismo sectario e impulsos democráticos
La incorporación de María Casado a Los desayunos de TVE es de las pocas noticias positivas de una estrategia que quiere aprovecharse del prestigio de la independencia informativa para incorporar el sectarismo suficiente para favorecer los intereses del PP.
Urdaci y Somoano, los inspiradores del cambio en RTVE, no son presuntos inocentes, sino autores de maniobras reales probadas (condenado por manipulación) o pretendidas (ver la tesis doctoral de Somoano) para que el PP mantuviera o recuperara el poder. Están marcados por el sectarismo y la manipulación. La incorporación de María Casado a Los desayunos de TVE es de las pocas noticias positivas de una estrategia que quiere aprovecharse del prestigio de la independencia informativa conseguida en los últimos años bajo la dirección de Fran Llorente para incorporar el sectarismo suficiente para favorecer los intereses del PP.
El éxito de RTVE no fue solo el fruto del trabajo de un esquema de redacción, o de periodistas individuales al tiempo equilibrados y valientes como los de Ana Pastor o Xabier Fortes, imprescindibles siempre, sino también el resultado de un comportamiento democrático e institucional impecable del gobierno de Zapatero. La defensa apasionada de ese modelo de TVE realizada por Iñaki Gabilondo nos recuerda que el buen periodista no puede ocultarse bajo la aparente neutralidad ( y menos la equidistancia) que supone tratar por igual los comportamientos políticos diferentes. Equidad supone tener criterio para dar y reconocer a cada uno lo suyo sin ambigüedades:
"No ha habido en España verdadera televisión pública a lo largo de los años... hasta que llegó Zapatero y otorgó esta carta de libertad" (...) "Antes hubo, en distintas épocas, paréntesis importantes como la primavera famosa de Fernando Castedo que eran pequeñas islas de una realidad histórica" recurrente. Pero el modelo actual, el de los servicios informativos dirigidos por Fran Llorente es "un auténtico monumento a la independencia, a la objetividad y a la imparcialidad". (Iñaki Gabilondo)
Saber reconocerlo es decisivo para valorarlo y defenderlo, lo mismo que no reconocerlo nos condena a la oscuridad. Zapatero unió a su voluntad de no intervención, el impulso de una serie de medidas que pretendían impulsar y blindar esa independencia informativa. Es obvio que ha sido insuficiente para frenar la voracidad sectaria del PP pero su actitud enriqueció nuestra democracia y abrió un camino sobre el que debemos volver por el bien de todos.
Periodismo y democracia no siempre van de la mano
Aunque las empresas editoras o los reflejos corporativos de las asociaciones profesionales recurran a esa identificación, cuando quieren hacer lobby, periodismo y democracia no siempre van de la mano. Como bien señalaba Umberto Eco con la experiencia reciente de Berlusconi en la retina, en los tiempos que corren, "si dictadura ha de haber, será mediática". Y eso significa que contará con el concurso imprescindible de periodistas. Por eso, denunciar con rotundidad cualquier manipulación o ocultación, presionar a las asociaciones profesionales para que lo hagan, no solo es una tarea obligada desde la deontología del periodista, sino también una obligación ciudadana, parte de una batalla esencial para mantener la dignidad democrática. Y la democracia misma.
Vista la obscenidad e implacabilidad con la que el gobierno de Rajoy está laminando la independencia informativa de RTVE, algunos desde la izquierda, achacan al buenismo del presidente Zapatero, la ingenuidad de prescindir de su poder mediático, lo que le restó capacidad de respuesta política. Una y otra vez surge la misma cuestión. Dado el control de los medios privados ( y sobre todo de la TDT) desde las posiciones conservadoras y ultras ¿no habría sido mejor y más realista mantener el control de RTVE? La pregunta encubre otra de más calado. De cara al futuro, vista la experiencia ¿debe la izquierda, cuando recupere el poder, volver a la independencia preconizada por Zapatero o camuflarse bajo una alternativa que suponga un control editorial efectivo?
No hay progreso en el sectarismo, tampoco en el propio.
El predominio de la derecha extrema en la TDT no se resuelve con una televisión publica al servicio del gobierno de turno. El objetivo para los progresistas debe ser, también hoy, recuperar la independencia de lo público y la autonomía profesional de los periodistas, no soñar con dar la vuelta a la tortilla del sectarismo. Significa resaltar las buenas prácticas, capaces de desmontar el discurso ensayado de cualquier político ( también de "los nuestros") con insistencias incómodas, y denunciar las malas prácticas: honrar a los que se dedican a explicar y desenterrar lo oculto para despreciar a los que se ofrecen para ocultar y enterrar lo evidente. Solo así se humaniza y se acerca la política al ciudadano mientras se recupera el prestigio del periodismo.
El realismo que necesitamos es otro. Hoy es evidente que las reformas no estaban suficientemente protegidas para soportar una crisis excepcional como la actual. Pero es cínico vincular este fracaso a la ingenuidad de Zapatero. Aprender del pasado implica actuar en el presente, defender los instrumentos creados por el gobierno de Zapatero para pelear la independencia periodística (estatutos y Consejos de Redacción, defensor del lector), encareciendo el coste de la manipulación desde su denuncia sistemática en las redes sociales, despreciando a sus autores. Y, en cuanto se pueda, mejorar la legislación, blindando como ley orgánica (que necesita de 2/3 para ser aprobada y revocada) el estatuto de RTVE.
Defender "ese periodismo" representado por Franc Llorente es parte de la batalla permanente por la democracia y la dignidad humana. Y, de paso, es el camino para reafirmar que no todos los políticos son iguales.