'La trastienda de un informativo'
En el libro que acabo de publicar, os propongo vivir un día en un informativo. Que descubráis la trastienda de esas noticias. Por qué decidimos abrir con una imagen o con una declaración. Que sufráis con nosotros la angustia de no saber si llegaremos a la hora de emisión pudiendo haber completado ese lienzo del que antes os hablaba.
Muchos presentadores de informativos utilizan la misma coletilla de despedida. Es su frase, seguro que no hace falta que les ponga nombre y apellidos. «Así son las cosas y así se las hemos contado». O «Hasta aquí lo que ha dado de sí este día, mañana volveremos con más noticias, esperemos que algunas de ellas buenas». ¿Por qué lo hacen? Habría que preguntarles a ellos, pero me atrevo a aventurar que les da confianza saber que hay una sola frase, la de la despedida del informativo, que saben que no les va a cambiar durante los cuarenta y cinco minutos de emisión. Porque la despedida es lo único previsible en todo el proceso de elaboración de un informativo. ¿El resto? El resto es una aventura incierta, maravillosa, desquiciante a veces y llena de momentos de mucha tensión.
La actualidad es cambiante. Los hechos están ocurriendo conforme los estamos contando. Las reacciones a un hecho se van produciendo. Y solo conseguimos ordenar esa realidad, y no siempre, durante un informativo. Un boletín horario de radio te marca la línea informativa de esa hora. Sesenta minutos en los que los cinco titulares de ese boletín crecerán o desaparecerán según se desarrolle el relato de la actualidad. En la televisión, los cuarenta y cinco minutos de tu informativo son el «pause» a una realidad de la que únicamente logras hacer un esbozo. Pintas un boceto de lo que está ocurriendo. Especialmente en los informativos de mediodía. Y solo consigues que el cuadro esté medianamente terminado en los informativos de medianoche.
Hoy más que nunca, la información mueve a la sociedad. Y las redes sociales nos han convertido en auténticos adictos a esa información rápida, inmediata. Consumimos vorazmente noticias y necesitamos, no solo los periodistas, también los ciudadanos, estar constantemente informados. ¿Por qué? Porque la realidad nos ha demostrado de forma tozuda que un titular en un periódico puede, por ejemplo, hundir la bolsa, y no solo la de aquí. O precipitar una explicación institucional imprevista. Tantas y tantas ruedas de prensa convocadas en los últimos meses con media hora de antelación, para explicar si finalmente habrá o no rescate, si la Unión Europea aceptará las condiciones del país en cuestión o si tal o cual entrenador se marcha del club. Un titular, incluso, puede forzar una dimisión. Esto último, es verdad, no se practica demasiado.
La información marca agendas políticas y económicas. Ahora mismo, todos, nosotros los periodistas y vosotros nuestro público, nuestros lectores u oyentes, vivimos de la información. De lo que está ocurriendo. Y no siempre resulta fácil. Explicar nuestro entorno, nuestra realidad, es complicado.
En el libro que acabo de publicar, La trastienda de un informativo, os propongo vivir un día en un informativo. Que descubráis la trastienda de esas noticias. Por qué decidimos abrir con una imagen o con una declaración. Que sufráis con nosotros la angustia de no saber si llegaremos a la hora de emisión pudiendo haber completado ese lienzo del que antes os hablaba. Que viváis con la misma tensión que nosotros cuando salta una última hora que trastoca parte del guion del informativo.
Os propongo que nos centremos en la elaboración de una escaleta, de un guion de un informativo, de mediodía. Un informativo ficticio, porque enseguida vais a ver que aquí mezclo anécdotas, fechas, países en los que he estado trabajando... Supongamos que nuestro informativo, que ahora comenzamos a preparar, se va a emitir a las 15.00 horas en una cadena nacional. ¿Empezamos?