Berlín como espejo de Europa

Berlín como espejo de Europa

En los últimos diez años he sido testigo, en Berlín, de la aparición de tendencias que recuerdan a la Europa anterior a la crisis. El auge de un liberalismo económico altamente agresivo empieza a manifestarse en forma de inversores inmobiliarios extranjeros que transforman la vida de la capital alemana.

Para aquellos de ustedes que hayan empezado a leer este artículo atraídos por su título, desvelaré, inmediatamente, dos incógnitas. Primera: el título no es sólo un anzuelo para atraer su atención, el artículo trata, efectivamente, sobre Berlín. Segunda: Berlín es sin duda un espejo de Europa en muchos sentidos como se aprecia, por ejemplo, en las diferencias norte-sur, en su multiculturalidad creciente o en los índices de deuda y desempleo. Lo que aquí nos preguntamos, sin embargo, es lo siguiente: ¿puede el Berlín de hoy ser un reflejo de algunos de los peores vicios de la Europa anterior a la crisis?

A pocas semanas de las elecciones federales en Alemania, seis medios de comunicación europeos realizan encuestas entre los lectores para conocer sus impresiones sobre este país. Una de las preguntas del formulario es la siguiente: resuma en una palabra Alemania. Aunque los resultados no se conocen, y preguntas que sólo permiten una respuesta son siempre capciosas, uno puede imaginarse respuestas como las siguientes: eficiencia, seriedad y trabajo. Me gustaría, sin embargo, hablarles sobre algunas de las cualidades de los ciudadanos alemanes que probablemente sean menos conocidas y que pudieron influenciar positivamente en el desarrollo económico y social del país. Les explicaré, además, cómo en los últimos diez años he sido testigo, en Berlín, de la aparición de algunas tendencias que recuerdan a la Europa anterior a la crisis. En concreto, me gustaría explicar cómo el auge de un liberalismo económico altamente agresivo empieza a manifestarse en Berlín en forma de inversores inmobiliarios extranjeros que transforman la forma de vida de la capital alemana, sin que las autoridades y la sociedad sepan muy bien cómo reaccionar.

Como científico que soy intentaré acercarme, dentro de lo posible, a esta cuestión de una manera metódica e imparcial. Empiezo mi análisis con algunos datos contrastados:

Tras esta recolección de datos, he aquí mi impresión personal sobre una cualidad importante de la mentalidad alemana:

  • La mentira e incorrección moral son faltas que se toleran poco en Alemania, si se comparan con otros países. Recientemente varios políticos de primera fila han tenido que dejar sus cargos por cuestiones de esta índole. Ejemplos: el haber plagiado o no haber citado correctamente en sus tesis doctorales les costó sus cargos a dos ministros. También el expresidente Horst Köhler tuvo que dimitir de su cargo por defender que el ejército podía movilizarse para defender intereses económicos del país.

Mi mensaje es el siguiente: un capitalismo liberal y muy agresivo se está extendiendo en los últimos años por Berlín, manifestándose en grandes inversiones en el mercado inmobiliario. Al mismo tiempo, una corriente de especulación y engaños se hace hueco en dicho sector, recordando historias ocurridas en otros países antes y durante la crisis. Para ejemplificar mi mensaje explicaré un caso concreto:

Un jubilado berlinés llamado Horst Bien ha pasado más de seis meses sin luz ni electricidad en su casa. ¿La razón? Un incendio en el sótano de la finca produjo desperfectos en la instalación eléctrica de algunos de los vecinos. La empresa que administra la finca en la que vive Horst delega las reparaciones en otra empresa que supuestamente está ligada al propietario de la primera. La consecuencia: la administradora de la finca no tienes ningún interés en gastar dinero en reparar los desperfectos. Por lo tanto, nadie de la empresa contesta a las llamadas y cartas que Horst les dirige de forma insistente y desesperada. Resultado: Horst tiene que andar por casa, literalmente, con una linterna pegada a la frente durante meses.

La empresa que administra el piso de Horst se llama GMRE y lo hace también en otros miles de viviendas en Berlín, las cuáles son propiedad de una sociedad registrada en Londres y que ha cambiado de nombre como mínimo dos veces en los últimos cinco años. Esta sociedad se hace llamar ahora mismo Gabriel International Ltd. (GIL). GMRE y GIL acumulan, a causa de sus más que sospechosas prácticas, cientos de quejas y denuncias cada año de vecinos que viven situaciones esperpénticas parecidas. La fórmula de GMRE es la siguiente: enviar a los inquilinos facturas desproporcionadas en concepto de gastos adicionales, como por ejemplo de calefacción, y al mismo tiempo ignorar sistemáticamente cualquier reclamación y queja.

¿Cuánto tiempo tolerarán los alemanes este tipo de atropellos y mentiras? ¿Serán ellos capaces de gestionar mejor los mercados financieros, y en concreto el sector inmobiliario, de lo que otros países fueron capaces hace un decenio?

Por el bien de Alemania y del resto de Europa esperemos que sí, porque en mi opinión la siguiente afirmación es correcta: Berlín puede ser un espejo de Europa.

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