Villavicencio ante las elecciones de Ecuador: lo que auguraban los sondeos al candidato asesinado
El candidato de Movimiento Construye, de centroderecha, estaba quinto en las encuestas, aunque se valoraba mejor su pelea por contra el correísmo.
Fernando Alcibiades Villavicencio Valencia, el político asesinado la pasada noche en Quito (Ecuador) tras dar un mitin de campaña, era uno de los aspirantes a ser presidente del país en las elecciones que se producirán el próximo domingo 20 de agosto. Los comicios, pese al ataque brutal, se mantienen, precisamente en memoria de los demócratas que tratan de cambiar las cosas por derecho, como ha enfatizado el actual mandatario, Guillermo Lasso.
Apenas ha pasado de los dos años de vida el Gobierno de Lasso, porque la corrupción, la crisis económica, el desempleo y el aumento de la inseguridad y el crimen organizado ha llegado al país al abismo. De ahí el adelanto electoral, que se produjo en mayo pasado activando el mecanismo constitucional de la muerte cruzada para evitar el juicio político que se avecinaba. Los partidos de la oposición iniciaron entonces una cruzada para formar candidaturas serias, lo más unidas posibles, para evitar la atomización habitual y, con ella, la complicación de las alianzas. Estos comicios servirán para escoger a un nuevo presidente y a 137 asambleístas, que deberán completar el actual período, es decir, gobernarán hasta mayo de 2025.
Ahora, la batalla política ha quedado completamente sacudida por el crimen de Villavicencio, el mayor crítico con el correismo en el país. Se presentaba por la coalición Movimiento Construye. Esta corriente, fundada en 2004, se define como defensor del centrismo, aunque sus políticas se alinean más con el centroderecha y con la democracia liberal.
Tras la activación de la muerte cruzada, fue el primero en anunciar su intención de participar como precandidato presidencial. El 19 de mayo del 2023 se desvelaba que se encontraba en conversaciones con el Movimiento Construye, para que el partido lo auspiciara y a inicios de junio, presentó como compañera de ticket a la presidencia a la ambientalista Andrea González. A finales de mes, tras varias vueltas por falta de documentación, la candidatura quedó formalizada.
Villavicencio ha sido asesinado de tres disparos en la cabeza tras un mitin en Quito. Una semana antes del magnicidio, había denunciado un serie de amenazas en su contra y de su equipo de trabajo, por parte de bandas criminales ligadas al narcotráfico.
De cara al 20 de agosto, los sondeos no le daban opciones de ser el nuevo presidente de Ecuador. La suya sería quinta fuerza, según las encuestas de cuatro empresas registradas en el Consejo Nacional Electoral (CNE). El porcentaje de voto para su lista oscila entre el 6,8 y el 8,72% de los votos. En cambio, los electores creen que Construye es el tercer mejor partido a la hora de frenar el correísmo en el país, con un 15% de las estimaciones. El asesinado estaba intentando ganarse en esa franja nuevos apoyos, teniendo en cuenta que la indecisión de los electores ecuatorianos llega a un 41% en algunas encuestas, en pleno sprint final. En esa franja se puede jugar la coalición, tanto la conservadora que él apoyaría como la de izquierdas, necesaria para gobernar.
La favorita para ganar, aunque sin claridad, es Luisa González, la candidata de Revolución Ciudadana, un partido cercano al exmandatario Rafael Correa y que, tras 15 años a la sombra de su líder, busca el resurgir de la izquierda. Los sondeos le auguran que será primera fuerza, con entre el 26,6 y el 30,5% de los votos. En cualquiera de los escenarios, hará falta una coalición para hacerse con la presidencia.
Villavicencio, de 59 años, fue en su juventud sindicalista y asesoró a la federación de trabajadores de la empresa estatal petrolera, de la que salió despedido como político afín a las izquierdas. Se graduó de periodista en una polémica universidad ya disuelta y que fue denunciada por entregar títulos por dinero, pero su prestigio como periodista de investigación investigador se lo labró con las sospechas de corrupción que lanzó contra los integrantes de la administración del expresidente Rafael Correa.
Él encarnó al anticorreísmo en Ecuador, una tendencia abiertamente crítica a Correa, a quien culpó de casi todos los males que padece el país. También se le tenía por una persona cercana a la embajada de EEUU.