Una experta en seguridad 'enfrenta' la nueva arma de Rusia contra la OTAN y este es su pronóstico
Moscú confía en sus avanzados sistemas de misiles tierra-aire, en particular el S-500 Prometheus, para contrarrestar las armas occidentales que ayudan a Kiev.
Rusia lleva en este momento la ventaja en el campo de batalla ucraniano. Tiene la iniciativa y se marca conquistas sensibles, no masivas ni determinantes, pero que evidencian que tiene aún más efectivos y más armas que Kiev. No ha habido reconquista de los invadidos, sino pérdidas de territorio. Los rusos ya están en más del 20% de Ucrania.
Sin embargo, Moscú sabe que se viene ayuda importante para el país vecino. Tras meses de bloqueo, se han liberado ayudas millonarias de Estados Unidos (61.000 millones de dólares) y de la Unión Europea (50.000 millones a cuatro años), que le permitirán tener más medios contra su invasor. Por eso, los de Vladimir Putin tienen a tope su industria armamentística y trata de buscar cómo robustecer sus Fuerzas Armadas. Especialmente, interesa reforzar sus avanzados sistemas de misiles tierra-aire (SAM), en particular el S-500 Prometheus, para contrarrestar las armas occidentales que ayudan a la defensa de Ucrania.
La analista israelí Maya Carlin ha publicado un análisis en el medio especializado The National Interest en el que analiza este blindaje ruso, y escribe: "El Kremlin espera que los avanzados sistemas de misiles tierra-aire de sus fuerzas frustren las armas occidentales que Kiev está recibiendo para reforzar su defensa. Moscú dependerá en gran medida de su sistema S-500 Prometheus SAM, que promociona como un asesino de quinta generación. Las verdaderas capacidades del misil están en debate".
El mes pasado, el entonces ministro de Defensa de Rusia, Sergei Shoigu, anunció que las Fuerzas Armadas rusas recibirían el primer lote de sistemas Prometheus a finales de este año. El arma se entregará en dos variantes: como sistema de misiles de defensa aérea de largo alcance y como complejos de defensa antimisiles. "Mientras las fuerzas ucranianas comienzan a volar el F-16 Fighting Falcon de fabricación estadounidense, el Kremlin depende de su autoproclamado poderoso sistema SAM para derribar a estos cazas de cuarta generación", sostiene la especialista.
El fabricante ruso Almaz-Antey es quien supervisa el desarrollo y diseño del SAM S-500. Es un arma que viene de lejos. En la Guerra Fría, los soviéticos dependían del sistema SAM de gran altitud S-200 Angara para defenderse de los bombarderos enemigos. El Angara entró en funcionamiento a mediados de la década de 1960, reemplazando al B-25 Berkut del país. Tan pronto como el Angara estuvo en funcionamiento, los soviéticos comenzaron a desarrollar un sucesor aún más sofisticado: el S-300 estaba destinado a contrarrestar amenazas emergentes como los nuevos aviones de combate de cuarta generación de Occidente. Al S-300 SAM le siguió el S-400.
Finalmente llegamos al S-500 Prometheus , "que está diseñado para derrotar a aviones de quinta generación además de satélites de órbita baja". "Como muchos de los sistemas militares rusos, el S-500 sufrió varios retrasos. Moscú declaró completada su fase de desarrollo de diseño en 2011, pero la producción en serie del sistema SAM se ha retrasado varias veces, la más reciente hasta 2025", contextualiza Carlin.
Rusia informó en 2018 que había realizado la prueba SAM de mayor alcance con el S-500. Según los medios estatales, el S-500 era capaz de atacar objetivos a 200 kiómetros de distancia. Un año después, el Ministerio de Defensa de Rusia publicó imágenes que afirmaban mostrar el lanzamiento exitoso de un nuevo sistema de misiles antibalísticos, del que nuevamente se sospechaba que era el S-500 Prometheus.
"Una vez que el S-500 esté realmente operativo, es probable que Moscú exporte este SAM tanto a Ankara como a Beijing. De hecho, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, reveló que Turquía produciría el S-500 en colaboración con Rusia", indica la analista.
No hablamos de un sistema cualquiera. Según informó el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, el S-500 puede disparar misiles de largo alcance 40N6M, que pueden viajar a un alcance de hasta 400 kilómetros, mientras que los interceptores de la serie 77N6 pueden alcanzar aproximadamente 600 kilómetros.
"El sistema cuenta con cuatro vehículos de radar por batería, incluido el radar de adquisición de banda S 91N6E(M), el radar de adquisición de banda C 96L6-TsP, el radar de combate multimodo 76T6 y el radar de combate de misiles antibalísticos 77T6", escribe el CSIS. "Según se informa, este complejo de radar permite al S-500 detectar objetivos balísticos y aéreos a una distancia de hasta 2.000 y 800 kilómetros, respectivamente".
La israelí afirma que Moscú ha defendido que "su nuevo sistema Prometheus es la única arma capaz de interceptar los misiles hipersónicos Kinzhal del país". "El Kh-47M2 Kinzhal, designado por la OTAN como Dagger, tiene una velocidad máxima reportada de Mach 10. Según se informa, el Kinzhal es capaz de transportar ojivas tanto convencionales como nucleares, y es una de las armas más formidables de Moscú", sostiene.
En el campo de batalla, las cosas cambiarían. "La supuesta capacidad del S-500 para detectar e interceptar objetivos aéreos a una distancia de hasta 600 km significa que puede enfrentarse a las amenazas entrantes mucho antes de que puedan alcanzar activos militares u otra infraestructura crítica", sostiene.
Además, el sistema "integra tecnología de radar avanzada y capacidades de comando y control, lo que garantiza una detección, seguimiento y ataque fluidos de múltiples objetivos simultáneamente, incluidos aviones furtivos y misiles que emplean sistemas de baja visibilidad. tecnología para evadir la detección".
Eso le hace concluir que, si la invasión rusa de Ucrania continúa hasta 2025, "la posible incorporación del S-500 Prometheus podría cambiar el conflicto y darle a Rusia una ventaja notable. Si el letal SAM funciona como el Kremlin se jacta, incluso los sistemas de armas más sofisticados de Kiev estarán en problemas".