Un repartidor de víveres en Ucrania revela los horrores en sus calles
"He visto perros dándose un festín con los muertos", ha relatado.
La vida de Will Blackburn, de 53 años y nacido en Cheshire, cambió radicalmente con el comienzo de la guerra en Ucrania, donde ahora transporta ropa, botiquín vital y suministros del Ejército a los soldados, que se enfrentan a las tropas rusas en muchas ocasiones en zapatillas deportivas.
"Algún civil anciano superviviente ocasional me llamaba la atención en su nueva existencia en la Edad de Piedra mientras pasábamos a toda velocidad en nuestro convoy de camionetas”, ha relatado este voluntario al medio The Sun. Blackburn, que antes se dedicaba a la venta de software, llevaba una vida tranquila con su esposa, Jula, de 49 años y origen polaco. Ambos vivían en Londres hasta que en 2015 se mudaron a la ciudad de Sopot, en Polonia.
El día después de que Rusia invadiera Ucrania, el 24 de febrero de 2022, él y Jula notaron que el parque local estaba lleno de ancianos desconocidos, mientras que sus bancos estaban llenos de mujeres jóvenes llorando en sus teléfonos. Eran refugiados.Entonces muchos jóvenes ucranianos iban a la guerra equipado con su ropa de hacer deporte, sin ningún tipo de material especializado. El dueño de un bar local dijo a Blackburn que necesitaban desesperadamente botas, calcetines, cascos y ropa militar. Y esto le hizo reflexionar.
Blackburn estuvo en el Ejército Territorial de 2000 a 2006 y realizó una gira de seis meses por Irak a finales de 2003. Además, había guardado su antiguo equipo en Reino Unido, según recordó Jula. "Y si él tenía el suyo, entonces otros veteranos seguramente también tendrían el suyo", señaló. Después de encontrar un sitio web para veteranos, Blackburn se puso en contacto con los miembros para pedirles el kit.
En cuestión de semanas, comenzaron a llegar paquetes de todo el Reino Unido a su apartamento de Londres, donde los inquilinos, que casualmente eran ucranianos, se convirtieron en improvisados administradores. Con la ayuda de dos conocidos polacos logró transportar el material de Inglaterra a Polonia y de ahí a Ucrania. El 16 de diciembre de 2022 emprendió su primer viaje de cinco días.
“Todavía recuerdo a Jula despidiéndose con la mano hasta convertirse en un puntito”, dice. Eran cinco vehículos con remolques, además de un generador para un hospital. Una vez que cruzaron la frontera con Ucrania, se dirigieron hacia el sureste hasta el Donbass, que estaba bajo ataque.
"Paramos en una organización benéfica para niños y dejamos algo de protección contra el frío", explicó Blackburn. "Hacía mucho frío, era casi una tormenta de nieve", relató. Mientras seguían llegando al Reino Unido, realizó un segundo viaje en febrero de 2023, seguido de un tercero en abril. Recuerda haber dormido una noche en el mismo edificio con soldados que acababan de regresar del frente, quienes le contaron historias de combates implacables.
Pero también interrogaron a Blackburn sobre los resultados de la Premier League y cómo les estaba yendo a estrellas ucranianas como Oleksandr Zinchenko del Arsenal o Mykhailo Mudryk del Chelsea. "A la mañana siguiente partimos, primero a través de una gran ciudad, completamente tapiada, antes de llegar a una aldea desierta, donde nos encontramos con una columna de hombres marchando”, recuerda Will.
En julio, ya era el viaje número cuatro, el más memorable y dramático. Esta zona particular del Donbass parecía un paisaje lunar, donde casa tras casa yacían arrastradas por la carretera. "Conocimos a una mujer ucraniana, Tania, y almorzamos con ella", dice Will. “Las mujeres mayores como ella son fuertes de mente y cuerpo, ya que crecieron a la sombra de la hambruna", afirma.
"Caminando por una ciudad en ruinas, con los rusos a pocos kilómetros de distancia, un lugareño llamado Dimitri señaló la escuela devastada donde había enseñado. Subimos al edificio para ver trincheras y refugios abandonados, mientras que los chalecos antibalas y las botas yacían rotos y esparcidos. El olor a descomposición humana flotaba bajo el sol abrasador del verano, junto a los vehículos de transporte de personal del ejército ruso destruidos", recuerda.
Los perros buscaban comida después de que muchos dueños murieran o huyeran. Lo más espantoso fueron los perros que se alimentaban de cuerpos humanos. "He visto perros dándose un festín con los muertos. Por eso ahora llevamos latas de comida para perros", dice Will.
Will regresó a Ucrania el pasado septiembre y también hace unas semanas, coincidiendo con el segundo aniversario de la invasión. Ha enfrentado momentos aterradores durante sus visitas, pero el peor fue en febrero. "Es complicado cuando estás a un par de kilómetros de la línea del frente, o línea cero, como se la suele llamar", dice. “Sientes la artillería más que escucharla. Lo sientes en tus pies mientras la tierra tiembla debajo de ti, y en tu pecho", recuerda este británico.